Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús recurre a la parábola del administrador que fue descubierto por su amo como infiel y por tanto, obligado a dejar el cargo, no para que sirviera de modelo de corrupción llevada a los grados más altos, sino para destacar la habilidad con que obró para el mal.
Naturalmente, el ingenio, la destreza, la imaginación hay que ponerla al servicio del bien obrar. De ello tenemos por modelo al Señor y a infinidad de santos y santas, canonizados o no. El uso de las parábolas fue un recurso que utilizó frecuentemente el Maestro. Lo mismo el modo de reaccionar frente a las argucias de los fariseos que querían cazarlo con sus planteamientos i observación de su actuar, como cuando le muestran una moneda con la efigie del emperador y le preguntan si era lícito pagar tribulo al Cesar, o no (Mc 12, 14), o cuando le espiaban para comprobar si curaba en sábado. En una ocasión les preguntó: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla?» (Lc 6, 9).
San Pablo, tal como él mismo asegura, utilizó la astucia para gastarse y desgastarse en bien de los corintios, en nada les fue gravoso, «pero en mi astucia os capturé» (II Cor 12, 16). De Santo Domingo escribían que, tentado por el diablo para quebrantara el silencio, le sorprendió el santo con su astucia: «Le respondió con audacia: “No te alegres, miserable, de esto, porque no te aprovechará. Estoy sobre el silencio y puedo, cuando me pareciere oportuno, hacer uso de la palabra”. Ante lo cual, se marchó confundido».
Destreza y fervor en la predicación reconocían entre los primeros frailes de la Orden. El siervo de Dios fr. Luis de Granada se admiraba «de la destreza con que este valeroso capitán, Domingo, no menos peleaba con la mano siniestra que con la diestra, pues tan continuo era el socorro de los prójimos y tan continuo en el trato con Dios, sin impedirse el un ejercicio al otro». De san Pedro Mártir de Verona alababan su agudo y sutilísimo ingenio para sus tareas evangelizadoras.



