El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Una vez más vemos la profecía cumplida en el Evangelio. Jesús termina el Sermón de la Montaña con la comparación de las dos casas: una construida sobre arena y otra sobre roca.
No basta con escuchar las enseñanzas de Jesús, con decir: “Señor, Señor” y luego olvidarse –eso es edificar sobre arena-. Es preciso cumplir la voluntad de Dios, que no consiste en hacer muchas cosas, sino en fiarse de Dios y pasar por “su tamiz” todas nuestras relaciones. Es decir, preguntarse de vez en cuando: ¿Le gusta a Jesús el trato con esta persona o con estas amistades? ¿Le gusta mi manera de trabajar o mi modo de de descansar? ¿Son de su agrado los libros que leo o las películas que veo?
No se trata de que el Señor se amolde a mis decisiones, sino de amoldarme yo a las suyas. Vendrán tormentas y tempestades, pero si mi casa está cimentada sobre roca, no perecerá. Dejemos que sea el Señor el que oriente nuestra vida.



