Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Es palabra del Señor
REFLEXION
En vísperas de la muerte de Jesús, se dan dos reacciones diferentes entre los discípulos: la queja de Judas para señalar la intención del gesto simbólico, y la interpretación por parte de Jesús del gesto de María: Jesús es consciente de que su fin se precipita. La muerte de Jesús ya se ve cercana. Además, sus enemigos deciden matar también a Lázaro.
Jesús es el Siervo verdadero. El enviado de Dios para anunciar su salvación a todos los pueblos. El Mesías que demuestra ser el Siervo entregando su propia vida por los demás.
También de él se puede decir que no quebró la caña que estaba a punto de romperse, sino que se mostró siempre lleno de paciencia y tolerancia. Más tarde Pedro, con un conocimiento mucho más profundo de Jesús, podrá decir que «pasó haciendo el bien» (Hch 10). Que devolvió la vista a los ciegos y se preocupó de liberar de sus males a toda persona que encontraba sufriendo.
Jesús, como todos nosotros, es un pobre mortal en vísperas de la hora de su hora decisiva. Y, como Jesús, muchos pobres, hermanos nuestros, mueren hoy en nuestro mundo prematuramente y sin las debidas atenciones. El Señor nos pide que tengamos, ante ellos también, un corazón compasivo, no un corazón insensible y atento únicamente a cálculos interesados.
Que todos estemos dispuestos a imitar también nosotros en su seguimiento, sus mismas actitudes de fidelidad a Dios y de tolerante cercanía para con los demás.