En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Buscamos, siempre buscamos y nuestra vida discurre entre despedidas y regresos; esto produce en el hombre un estado de alerta, de centinela, de búsqueda que no le deja asentarse entre las cosas de este mundo.
Jesús es el guía y maestro, el que se acerca a nosotros… y, siendo Quien es, habría de producir en nosotros un destello creciente, un Encuentro, un seguimiento.
Él siempre está y nos expresa como lo esencial para Él su plan de Salvación para nosotros (“me voy a prepararos sitio…volveré y os llevaré conmigo…”). Es el motor de su Humanidad, el sentido de ella. Pero no entendemos, lo vemos desde nuestra perspectiva (como Tomás) y es que, ciertamente, nuestro esquema no lo alcanza, nuestra mirada está recortada por la humanidad caída y… pero Jesús no frena ni rebaja su ofrecimiento, su plan, su inmenso Regalo para los hombres… y salta la distancia poniéndose a sí mismo de referencia y ayuda directa… Él lo sabe bien: está dando todo por la causa nuestra que el Padre le ha encomendado y que quiere meternos en la cabeza y el corazón, ahí es donde nos podemos `conectar´.
Si fuéramos capaces con nuestros medios, no necesitaríamos Salvador; pero a menudo experimentamos y sabemos que con lo nuestro no llegamos a nada, que es nuestro vaciamiento para ir dando cabida a Él lo que nos va haciendo capaces de la Plenitud que nos ofrece y regala … entre tanto aflora la confusión en los términos y la paciencia de Jesús que, conociendo nuestra pobreza insiste queriendo que nos abramos al Camino.
Imaginemos que la insistencia de Jesús también se debe a que el tiempo apremia y apura, pero confirma que la obra de la Salvación queda en manos del Espíritu Santo que ilumina la divinidad del Hijo y la Comunión con el Padre; muestra la Verdad, las obras y sus consecuentes evidencias, la fraternidad ante el mismo Padre.
Así se va fraguando en nosotros la Obra de la Salvación que nos regala en la Pascua la Esperanza cierta del Amor más grande que acabó el tiempo de su vida mortal y preanuncia la eterna Verdad que nos será desvelada y viviremos.
Imaginemos el Corazón de Cristo emocionado y preocupado por nuestra torpeza en comprender, pero seguro que acaba abrazando a todos en su inmenso corazón.
Pregunta: ¿cómo sientes la presencia e insistencia de Jesús , miras dentro de ti, lo reconoces?