Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
Es palabra del Señor
REFLEXION
A lo largo de la Historia ha habido muchos falsos profetas, personas que alzaron la voz para confundir y desviar al pueblo, bien desde el punto de vista espiritual, político o cultural. Ideologías teñidas de aparente sensatez que no buscaban más que sus propios intereses. Sectas de oscuros fines o movimientos religiosos a modo de las zarzas de la parábola del sembrador. Pero al final siempre la Iglesia de Cristo ha salido triunfante.
Jesús nos dice que por los frutos conoceremos a los falsos profetas ¿Y cuáles son esos frutos hoy día? Basta con echar un vistazo a la prensa para verlos: Discordia, enfrentamiento, guerras, hambre, pobreza... Bajo las luces brillantes, los colores llamativos, los discursos persuasivos se esconde la miseria moral, el rencor, el odio a la Verdad. Los falsos profetas de hoy tienen a su alcance medios impensables hace unos años para propagar sus mentiras, y una sociedad que no esté atenta y en guardia puede caer en ellas. Por eso es muy importante frecuentar los Sacramentos, practicar el hábito a la lectura de la Palabra, vivir en comunidad, ya sea monástica, parroquial, fraternidades…, para no estar solos frente a los enemigos de Cristo y su Iglesia.
Acabamos de vivir la muerte de un Papa y la elección de otro, y en los días que fueron de un acontecimiento a otro pudimos experimentar, como dijo Su Santidad León XIV, la orfandad, el ser como ovejas sin pastor. Y todos estallamos en júbilo al ver la fumata blanca que anunciaba el “gaudium magnun”. Pudimos sentir la gran alegría de tener un nuevo Papa, un verdadero profeta al que unirnos y al que seguir como representante de Cristo en la Tierra y sucesor de Pedro. De ahí la importancia de estar unidos (como también ha expresado el Papa León) frente a los cantos de sirena y las falsas promesas que nos inundan cada día. Una Iglesia unida, fuerte y solidaria con todos es la mejor garantía y defensa contra los falsos profetas de los que nos habló Cristo.