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EVANGELIO VIERNES 04-07-2025 SAN MATEO 9, 9-13 XIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».

Él se levantó y lo siguió.

Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».

Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

                            Es palabra del Señor

REFLEXION

El seguimiento de Jesús no está reservado a unos pocos, ni depende de las cualidades que se tengan, del aprovechamiento que se haya logrado poniendo en juego las capacidades, desempeñando unas tareas con eficacia, habilidad para la negociación, éxito en las empresas. Cierto que todo lo verdadero y bueno viene de Dios como de su fuente y es la base para que se desarrollen en buena dirección los valores o cualidades humanas. Todo ello no es más que un preámbulo para secundar la llamada divina.

Hemos de convencernos de la que llamada a la existencia es, en definitiva, del que tiene poder para crear con inteligencia y bondad. Esta vocación es universal para el ser humano, que está dotado de alma racional, volitiva e inmortal. Pero hay una segunda llamada a vivir que complementa la primera. Este segundo llamamiento nos viene de Jesús, Dios que se encarna, se hace hombre para que todos los humanos lleguemos a ser hijos de Dios por adopción.

Si el imperativo a la existencia es para todos los hombres, la llamada a la filiación divina no excluye a nadie de los que en cada época pueblan el mundo. Todos llamados por Jesús: «No sois vosotros los que me habéis llamado, soy yo el que os he llamado a vosotros» (Jn 15, 9-17). Se trata de una llamada por amor y para vivir en el amor.

Mateo, sentado ante el mostrador de impuestos, fue uno de la totalidad de llamados. Seguramente no se fijó en él Jesús porque era buen contable, o porque tratara con amabilidad a los que tenían que encontrarse con él. Para algunos de los contemporáneos estaba clasificado entre los «publicanos y pecadores».

Pero Mateo siguió a Jesús a la primera. Bastó una palabra del Maestro: «Sígueme». No lo dudó ni un momento, no le exigió contrato alguno, ni presento condiciones: «Se le levantó y lo siguió». La docilidad está emparentada con la fe y él secundó la voluntad de Jesús, que no es torcida para nadie: «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tim 2, 4).

En el tiempo que duró una sobremesa aprendió Mateo que no son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos, es decir, que Jesús ha venido a llamar a los pecadores —y todos los somos— para que nos convirtamos. Por el misterio de la encarnación del Hijo de Dios toda la «cosecha» de la humanidad ha quedado santificada por las «primicias» de Cristo, muerto y resucitado.

Fray Vito T. Gómez García O.P.

Fray Vito T. Gómez García O.P.
Convento de Santo Tomás (Sevilla)

Soy fraile dominico y me he especializado en teología e historia de la Iglesia. He sido docente en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia y he impartido cursillos, ejercicios espirituales y conferencias en diferentes países de Latinoamérica, Filipinas e Italia. Durante doce años fuí postulador de las causas de canonización de la Orden de Predicadores. Aunque estoy destinado en el convento de Santo Tomás, Sevilla, actualmente presto servicio en el convento de Santo Domingo, Torrente – Valencia. He nacido en las inmediaciones de los Picos de Europa (León), y siempre me ha gustado subir montañas, especialmente en León y Cataluña.