2/11/25

EVANGELIO LUNES 03-11-2025 SAN LUCAS 14, 12-14 XXXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús dijo a uno a de los principales fariseos que lo había invitado:

«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

                         Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús, está anunciando la novedad del Reino de Dios en el contexto judío. Las primeras pinceladas del capítulo catorce nos presentan dos realidades en las cuales no coinciden los fariseos y Jesús. El sábado y la necesidad de trabajar la humildad: el puesto importante en los banquetes y que te llamen maestro. Por ello, para percibir mejor la esencia del texto deberíamos tratar de comprender la pedagogía de Jesús sobre el plano del Reino de Dios.

La sociedad y la vida ordinaria ocupan un plano importante en el texto que se va a enfrentar a la dimensión de la bienaventuranza en la resurrección de los justos. La vida eterna. Por ello, esos serían los dos escenarios en los cuales se desarrolla toda la cuestión. El hilo conductor del texto para enfrentar estas categorías es un banquete. Esa realidad de banquete, desde la clave de la sociedad judía del momento, nos puede ofrecer información sobre la ley de la comensalía: «He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies. Tú no me diste el beso de paz. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento» (Lc 7,44-46). Para aquellos invitados que tienen cierta categoría, que son familiares, amigos, funcionan esas claves que muestran una cortesía hacia personas relevantes. Sin embargo, Jesús, da un vuelco total a este planteamiento para contraponer la realidad del Reino.

El banquete que tiene sentido es aquel que está presidido por invitados que no pueden corresponder a esa invitación. A los que se les anuncia la Buena Noticia y que Dios tiene cierta predilección sobre ellos. Los invitados pobres, lisiados, cojos y ciegos, hablan de otra categoría que está oculta a los ojos de todas las sociedades. Por ello, en esta nueva condición de la que habla Cristo nos lleva a reflexionar sobre la totalidad de la gratitud con la cual debemos vivir los seguidores de Jesús. Una actitud que nos habla de no esperar nada a cambio, de hacer las cosas desde lo profundo del corazón, desde la realidad del amor que sustenta la vida evangélica.

Servicio y amor en este nuevo banquete son el trampolín que nos lleva a la bienaventuranza, a una vida colmada de sentido. La pobreza de que algún comensal no pueda corresponder al gesto de agasajarlo con una comida, se ve recompensada con eso de que tú Padre, que ve en lo escondido de tu corazón, te lo pagará. Es el premio de la vida eterna, de la que no se habla mucho en esta sociedad, sin embargo, es esencial para el cristianismo. Aquel banquete de las bodas del Cordero en el que Jesús quiere sentar a sus amigos.

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Convento de Santo Domingo (Caleruega)

Soy fraile dominico. Nací en Gorafe un pequeño pueblo de Granada, de una familia humilde y cristiana en la cual viví los valores fundamentales que sostienen mi vida. Eso va unido a la gente de mi pueblo, también sencilla y trabajadora, que tiene una forma particular de vivir y forjar su carácter. En ese ámbito fui descubriendo la experiencia del amor de Dios en mi vida y la vocación. A través de la vida contemplativa, en el Monasterio de la Santísima Trinidad de Baza, descubrí la Orden de Predicadores. De Nuestro Padre santo Domingo me llama mucho la atención su compasión y el ser un enamorado de la Palabra de Dios. Entré en la Orden el 15 de septiembre de 2013 y actualmente soy coordinador de la pastoral juvenil y vocacional.

1/11/25

DOMINGO 02 DE NOVIEMBRE : CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS

 





La liturgia da relieve a esta Conmemoración por varias razones. Primera, porque los fieles difuntos también son Iglesia o cuerpo espiritual de Jesucristo que han entrado ya en ese mundo sin dolor ni muerte; de ese mismo cuerpo son ellos y nosotros; seguimos unidos. Segunda, porque los fieles ya difuntos cuando caminaron en este mundo sembraron en favor nuestro lo mejor que tenían, y es natural que demos gracias por su vida en la tierra y celebremos nuestra confianza en que, por la misericordia de Dios, hayan vencido a la muerte. Tercero, porque nos recuerdan nuestra vocación cristiana: en el agua del bautismo fuimos simbólicamente sepultados para resucitar a una vida nueva donde han entrado ya definitivamente nuestros hermanos difuntos. Debemos caminar en esa vida nueva.

En el calendario litúrgico para esta Conmemoración se dan varias opciones en la elección de lecturas. En todas ellas hay como tres claves fundamentales: morimos insertos en el misterio pascual de Jesucristo que muere por amor venciendo a la muerte; cuando termina nuestra vida en la tierra, Dios misericordioso nos acompaña; todo lo bueno que hemos intentado sembrar en este mundo, ya no cae en el vacío.

Para dejar libertad a las distintas comunidades en la elección de las lecturas, centraré la reflexión  en tres frases que leemos en los textos propuestos.

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
Convento de Santo Domingo (Caleruega)

LECTURAS DEL DOMINGO 02-11-2025 : TRIGESIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 



Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a. 6b-7

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.

Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

Y oí una gran voz desde el trono que decía: «He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y el "Dios con ellos" será su Dios». Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.

Y dijo el que está sentado en el trono: «Mira, hago nuevas todas las cosas. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».

                           Es palabra del Señor

Salmo

Salmo 24, 6. 7b. 17-18. 20-21 R/. A ti, Señor, levanto mi alma

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados. R/.

Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 20-21

Hermanos:

Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.

Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.

                     Es palabra del Señor




EVANGELIO DOMINGO 02-11-2025 TRIGESIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».

Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

                               Es palabra del Señor

REFLEXION

En Jesucristo hemos percibido que Dios es presencia de amor; nos fundamenta y nos sostiene. En esa Presencia existimos y nos movemos.

Si por otro lado Dios es dueño y fuente de la vida, no es posible cue nos abandone en la muerte, ese momento decisivo en nuestra existencia “Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí mismo; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos, ya muramos, somos del Señor”.

Es la verdad que confesamos los cristianos sobre la realidad y desenlace de la vida humana.

Confesamos que la encarnación de Dios, presencia de amor, ha tenido lugar de modo definitivo en Jesucristo. Y que la encarnación continúa de algún modo en todo ser humano.

Es lo que real y simbólicamente los cristianos celebramos en el bautismo: sepultados en el agua salimos con una vida nueva; y toda nuestra existencia será bautismal, dejar las obras de muerte para respirar y dar vida.

Es la realidad simbolizada en el bautismo: una peregrinación siguiendo a Jesucristo que pasó por el mundo haciendo el bien, y entregando su vida por amor a los demás, ha vencido a la muerte y hoy no dice: “Yo soy el camino”.

No faltan cristianos con cara de cuaresma pensando en un juicio final. Olvidan que el Dios, ese juez implacable que se imaginan, se ha revelado ya en Jesucristo como Padre de la misericordia que no sabe más que amar.

El juicio final sobre nuestra existencia en la tierra lo vamos dando cada uno mientras caminamos en el tiempo: “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me iste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuvo desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme”.

Hoy celebramos el camino que recorrieron nuestros difuntos tratando de seguir esa conducta, y nuestra confianza en Dios revelado en Jesucristo cuyo poder se manifiesta en la misericordia. 

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
Convento de Santo Domingo (Caleruega)