19/5/24

EVANGELIO DOMINGO 19-05-2024 SAN JUAN 20, 19-23 VII DOMINGO DE PASCUA

 





Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

 El evangelio de este domingo está entresacado de Juan 15 y 16, capítulos de densa y expresiva teología joánica, que se ha puesto en boca de Jesús en el momento de la despedida de la última cena con sus discípulos. Habla del Espíritu que les ha prometido como «el Defensor» y el que les llevará a la experiencia de la verdad. Cuando se habla así, no se quiere proponer una verdad metafísica, sino la verdad de la vida. Sin duda que quiere decir que se trata de la verdad de Dios y de la verdad de los hombres. El concepto verdad en la Biblia es algo dinámico, algo que está en el corazón de Jesús y de los discípulos y, consiguientemente, en el corazón de Dios. El corazón es la sede de todos los sentimientos. Por lo mismo, si el Espíritu nos llevará a la verdad plena, total, germinal, se nos ofrece la posibilidad de entrar en el misterio del Dios de la salvación, de entrar en su corazón y en sus sentimientos. Por ello, sin el Espíritu, pues, no encontraremos al Dios vivo de verdad.

 El Espíritu es el “defensor” también del Hijo. Todo lo que él, según San Juan, nos ha revelado de Dios, del padre vendrá confirmado por el Espíritu. Efectivamente, el Jesús joánico es muy atrevido en todos los órdenes y sus afirmaciones sobre las relaciones entre Jesús y Dios, el Padre, deben ser confirmadas por un testigo cualificado. No se habla de que el Espíritu sea el continuador de la obra reveladora de Jesús y de su verdad, pero es eso lo que se quiere decir con la expresión “recibirá de mí lo que os irá comunicando”. No puede ser de otra manera; cuando Jesús ya no esté entre los suyos, su Espíritu, el de Dios, el del Padre continuará la tarea de que no muera la verdad que Jesús ha traído al mundo.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

LECTURAS 19-05-2024 : DOMINGO DE PENTECOSTES

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:
«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas y habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tantos judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».

                    Es palabra del Señor



Salmo

Salmo 103, 1ab y 24ac. 29bc 30. 31 y 34 R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R.



Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Primera Lectura: (Hch 2,1-11): El Espíritu lo renueva todo

 Este es un relato germinal, decisivo y programático propio de Lucas, como en el de la presencia de Jesús en Nazaret (Lc 4,1ss). Lucas nos quiere da a entender que no se puede ser espectadores neutrales o marginales a la experiencia del Espíritu. Porque ésta es como un fenómeno absurdo o irracional hasta que no se entra dentro de la lógica de la acción gratuita y poderosa de Dios que transforma al hombre desde dentro y lo hace capaz de relaciones nuevas con los otros hombres. Y así, para expresar esta realidad de la acción libre y renovadora de Dios, la tradición cristiana tenía a disposición el lenguaje y los símbolos religiosos de los relatos bíblicos donde Dios interviene en la historia humana. La manifestación clásica de Dios en la historia de fe de Israel, es la liberación del Éxodo, que culmina en el Sinaí con la constitución del pueblo de Dios sobre el fundamento del don de la Alianza.

 Pentecostés era una fiesta judía, en realidad la "Fiesta de las Semanas" o "Hag Shabu'ot" o de las primicias de la recolección. El nombre de Pentecostés se traduce por "quincuagésimo," (cf Hch 2,1; 20,16; 1Cor 16,8). La fiesta se describe en Ex 23,16 como "la fiesta de la cosecha," y en Ex 34,22 como "el día de las primicias o los primeros frutos" (Num 28,26). Son siete semanas completas desde la pascua, cuarenta y nueve días, y en el quincuagésimo día es la fiesta (Hag Shabu´ot). La manera en que ésta se guarda se describe en Lev 23,15-19; Num 28,27-29. Además de los sacrificios prescritos para la ocasión, en cada uno está el traerle al Señor el "tributo de su libre ofrenda" (Dt 16,9-11).  Es verdad que no existe unanimidad entre los investigadores sobre el sentido propio de la fiesta, al menos en el tiempo en que se redacta este capítulo. Las antiguas versiones litúrgicas, los «targumin» y los comentarios rabínicos señalaban estos aspectos teológicos en el sentido de poner de manifiesto la acogida del don de la Ley en el Sinaí, como condición de vida para la comunidad renovada y santa. Y después del año 70 d. C., prevaleció en la liturgia el cómputo farisaico que fijaba la celebración de Pentecostés 50 días después de la Pascua. En ese caso, una tradición anterior a Lucas, muy probablemente, habría cristianizado el calendario litúrgico judío.

 Pero ese es el trasfondo solamente, de la misma manera que lo es, también sin duda, el episodio de la Torre de Babel, en el relato de Gn 11,1-9. Y sin duda, tiene una importancia sustancial, ya que Lucas no se queda solamente en los episodios exclusivamente israelitas. Algo muy parecido podemos ver en la Genealogía de Lc 3,1ss  en que se remonta hasta Adán, más allá de Abrahán y Moisés, para mostrar que si bien la Iglesia es el nuevo Israel, es mucho más que eso; es el comienzo escatológico a partir del cuál la humanidad entenderá encontrará finalmente toda posibilidad de salvación.

 Por eso mismo, no es una Ley nueva lo que se recibe en el día de Pentecostés, sino el don del Espíritu de Dios o del Espíritu del Señor. Es un cambio sustancial y decisivo y un don incomparable. El nuevo Israel y la nueva humanidad, pues, serán conducidos, no por una Ley que ya ha mostrado todas sus limitaciones en el viejo Israel, sino por el mismo Espíritu de Dios. Es el Espíritu el único que hace posible que todos los hombres, no sólo los israelitas, entren a formar parte del nuevo pueblo. Por eso, en el caso de la familia de Cornelio (Hch 10) - que se ha considerado como un segundo Pentecostés entre los paganos-, veremos al Espíritu adelantarse a la misma decisión de Pedro y de los que le acompañan, quien todavía no habían podido liberarse de sus concepciones judías y nacionalistas

 Lo que Lucas quiere subrayar, pues, es la universalidad que caracteriza el tiempo del Espíritu y la habilitación profética del nuevo pueblo de Dios. Así se explica la intencionalidad -sin duda del redactor-, de transformar el relato primitivo de un milagro de «glosolalia», en un milagro de profecía, en cuanto todos los oyentes, de toda la humanidad representada en Jerusalén, entienden hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua. El don del Espíritu, en Pentecostés, es un fenómeno profético por el que todos escuchan cómo se interpreta al alcance de todos la "acción salvífica de Dios"; no es un fenómeno de idiomas, sino que esto acontece en el corazón de los hombres.

 El relato de Pentecostés que hoy leemos en la primera lectura es un conjunto que abarca muchas experiencias a la vez, no solamente de un día. Esta fiesta de la Iglesia, que nace en las Pascua de su Señor, es como su bautismo de fuego. Porque ¿de qué vale ser bautizado si no se confiesa ante el mundo en nombre de quién hemos sido bautizados y el sentido de nuestra vida? Por eso, el día de la fiesta del Pentecostés, en que se celebraba la fiesta del don de la ley en el Sinaí como don de la Alianza de Dios con su pueblo, se nos describe que en el seno de la comunidad de los discípulos del Señor se operó un cambio definitivo por medio del Espíritu.

 De esa manera se quiere significar que desde ahora Dios conducirá a su pueblo, un pueblo nuevo, la Iglesia, por medio del Espíritu y ya no por la ley. Desde esa perspectiva se le quiere dar una nueva identidad profética a ese pueblo, que dejará de ser nacionalista, cerrado, exclusivista. La Iglesia debe estar abierta a todos los hombres, a todas las razas y culturas, porque nadie puede estar excluido de la salvación de Dios. De ahí que se quiera significar todo ello con el don de lenguas, o mejor, con que todos los hombres entiendan ese proyecto salvífico de Dios en su propia lengua y en su propia cultura. Esto es lo que pone fin al episodio desconcertante de la torre de Babel en que cada hombre y cada grupo se fue por su sitio para independizarse de Dios. Eso es lo que lleva a cabo el Espíritu Santo: la unificación de la humanidad en un mismo proyecto salvífico divino.

  • IIª Lectura: Gálatas (5,16-25): La dignidad de vivir en el Espíritu

  •  La segunda carta a los Gálatas -la más personal y polémica de Pablo-, nos muestra en este pasaje la vida según el Espíritu. Pablo ha mantenido un pulso a muerte con los adversarios de ésta comunidad galaica que querían imponer otro evangelio en ausencia del Apóstol, que no era en realidad evangelio (buena noticia). La llamada a la libertad es la primera afirmación de nuestro texto, que es la misma con que se abre este capítulo de Gálatas (5,1). En una antítesis entre carne y espíritu, no se debe perder de vista la polémica entre la ley y la gracia, que está a la base de todo el escrito paulino. El catálogo de virtudes y vicios tiene mucho, sin duda, de retórico, pero es la vida misma la que nos muestra que eso es así. La lista podía ampliarse en uno y otro sentido. Y lo importante no es solamente la enumeración de cada uno de los frutos, sino el conjunto de todos, los que nos hace “vivir en Cristo” y “vivir en Dios”.

 Pablo opone la vida según el Espíritu a la vida según la carne, concepto que no debemos entenderlo en sentido sexual, sino que significa aquello criterios del mundo que nos apartan de Dios y de la libertad verdadera: de ahí nace adorar el dinero, el poder, la gloria, los placeres irracionales, en definitiva la vida más egoísta que todos podemos imaginarnos. Pero la vida según el Espíritu, como alternativa cristiana, es para Pablo la vida según el evangelio: amor, alegría, bondad, benevolencia y equilibrio; por consiguiente, la vida abierta a la generosidad, como Dios ha hecho con nosotros. Esta es la parte práctica de la carta a los Gálatas donde ha discutido el tema de la libertad cristiana que trae el evangelio. Desde luego, merece la pena resaltar los frutos del Espíritu, porque es lo que lleno de dignidad el corazón humano. Esto podría dar lugar a una reflexión sobre esos frutos o sobre los dones, pero no es ahora el momento de emprender esa tarea. Pero vemos que no se enumera la “glosolalia” como un don de la presencia del Espíritu. No es necesaria para sentir que la vida cristiana, como vida profética, no necesita muchas veces esos dones extraordinarios a los que el mismo Pablo le ha puesto algún “pero” en la exposición de los carismas de 1Cor 12-14. Si no hay “glosolalia” también el Espíritu se manifiesta en nuestra vida cristiana.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

DOMINGO 19 DE MAYO : VII DOMINGO DE PASCUA - PENTECOSTES

 





En Pentecostés tiene lugar un hermoso planteamiento eclesial, signo de la fidelidad de nuestro Dios: la continuidad de la creación del libro del Génesis reflejada en la nueva comunidad cristiana resucitada, habilitada y acompañada por el Espíritu.

Ya en la creación, Dios le había regalado al hombre el aliento vital, que dio vida al barro y así pudo crecer, sentir, proyectar, amar, gobernar y dominar la creación, ahora en Pentecostés el Espíritu hace al hombre participar más de la vida divina, dándole la paz y el poder de “atar y desatar”, de perdonar o retener el bien que puede hacer, de amar y tocar las llagas de nuestra historia o de ahondar en ellas y que el pecado quede retenido.

Los discípulos de Jesús en Pentecostés, expresan con sus sentimientos de paz y alegría, que han recuperado la vida del maestro crucificado, su Espíritu. Sin ningún reproche, han sido liberados de culpabilidades, desilusiones, abandonos y miedos. Experimentan la fidelidad de Dios a sus promesas de no dejarlos solos, de encarnarse y continuar viviendo entre ellos por su Espíritu en fidelidad a su plan amoroso, de humanizar el mundo, hacerle más fraterno y compartido con su Espíritu. Ahí son enviados a continuar su testimonio de vida y misión. Ese es el Espíritu de la verdad de Jesús.

Fr. Pedro Juan Alonso O.P.
Convento del Santísimo Rosario (Madrid)

17/5/24

EVANGELIO SABADO 18-05-2024 SAN JUAN 21, 20-25 VII SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste, ¿qué?»
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo podría contener los libros que habría que escribir.

                                        Es palabra del Señor

REFLEXION

Hubo un momento en nuestra vida, en el que fuimos conscientes de la llamada que nos hizo Jesús: “Ven y sígueme”. Y le prometimos seguirle donde quiera que fuese. Sabemos que nuestro ímpetu de seguirle tiene momentos y momentos. Y hay momentos en que nuestro seguimiento baja en intensidad. Un momento de estos nos relata el evangelio de hoy, donde Pedro pregunta a Jesús por el apóstol Juan: “Señor y éste ¿qué?”.

Está muy bien que amemos a nuestros hermanos y nos preocupemos por ellos,  pero nunca hasta tal punto de que nuestro seguimiento a Jesús dependa de nuestra relación con algún hermano. La respuesta de Jesús es bien clara: “Si quiero que se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Lo importante, donde tenemos que apoyar nuestra vida es en el seguimiento de Jesús, y nunca en el seguimiento o en permanecer siempre al lado de un hermano.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)



16/5/24

EVANGELIO VIERNES 17-05-2024 SAN JUAN 21, 15-19 VII SEMANA DE PASCUA

 





Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».

                           Es palabra del Señor

REFLEXION

De nuevo, después de comer, con los suyos, y a orillas del lago de Tiberiades, surge o más bien Jesús provoca un diálogo con Simón Pedro.

Dejamos los estudios de exégesis que se centran en las tres formas de pregunta y respuesta en el diálogo de Jesús y Pedro. El contexto, en el que se encuadra este diálogo lo sabemos bien, lo hemos venido recordando y nos ha iluminado toda la semana de pascua. Jesús sorprende a los suyos, y a nosotros, les abre los ojos del corazón y le descubren, aunque con otra apariencia física, pero con signos evidentes de que es El. “Señor y Dios mío” (Jn 20,28) manifiesta un incrédulo Tomás. “Es el Señor” (Jn 21,7) y corre a su encuentro, a través de las aguas, un impetuoso Pedro. “¿no ardía nuestro corazón…?” (Lc 24,32) Se preguntan los de Emaús.

Pero me voy a referir al contexto no tan inmediato a esta escena de nuestro texto. “no conozco a ese hombre” (Mt 26,72) contesta Pedro que, con anterioridad había dicho a Jesús,” aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré” (Mc 14,31).

El hecho de negar Pedro a Jesús no pasa desapercibido en ninguno de los evangelios, lo destacan como un hecho relevante. Para nosotros, a través de estos textos, Pedro nos reconcilia con nuestra propia fragilidad. A pesar de nuestros arranques de generosidad, de nuestros buenos deseos y propósitos también somos capaces de caer ante la más insignificante propuesta o cualquier viento que sople en contra,  hace tambalear nuestras convicciones,

Jesús, en este maravilloso diálogo, después de celebrar la comida de la fraternidad, le da a Pedro la posibilidad de reconciliarse consigo mismo. Jesús le da la oportunidad de una triple confesión de amor que borre la triple negación. Y Pedro, impulsivo, capaz de dar la vida por Jesús con viento favorable, confiesa mucho más humilde. Señor “Tú lo sabes todo, sabes que te amo”

Jesús le confiere una autoridad, como cabeza de la Iglesia, pero sólo después de establecer con Él, el principio más importante de toda autoridad, de todo servicio, el amor con el que se debe de gobernar, el amor con el que se debe de cuidar a los que se ha confiado, estén en un lado o estén en otro.  La autoridad desde la Iglesia y ante cualquier ejercicio de autoridad sólo se sostiene desde el Amor.

Señor, que sepamos escucharte, limpia nuestros oídos de tanto ruido como nos envuelve, deja sitio en nuestro corazón para que resuene allí tu voz y nos abramos al diálogo contigo. Oigamos que, llamados por nuestro nombre, podamos responder, si Tu sabes todas las cosas, sabes de mi fragilidad, pero estoy contigo en un proyecto que es el Tuyo, hacer de este mundo, el mundo que tú quieres, adherirme a tu programa de vida que tú me propones. Crear fraternidad allí donde me encuentre. Gracias Señor por Tu Palabra.

¿Cómo es mi respuesta?

Hna. Mariví Sánchez Urrutia
Congregación de Dominicas de La Anunciata

15/5/24

EVANGELIO JUEVES 16-05-2024 SAN JUAN 17, 20-26 VII SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Conmovedor, enternecedor ver a Cristo pidiendo por nosotros. Por ti, por mí, por todos. Invocando al Padre, poniéndonos en sus manos, encomendándonos a Él. Solo un amigo con mayúsculas se preocupa tanto por los suyos. Y Jesús pide al Padre para nosotros lo mismo que Él ya tiene: la unidad con Dios, la unidad entre nosotros, la unidad y la Gloria compartida.

Una sola Iglesia, un mismo corazón. Las divisiones debilitan, destruyen, solo permaneciendo en unidad una empresa, un objetivo, un trabajo llega a buen fin. Y si esa unidad es en el Amor, en el Corazón, el éxito está garantizado. Y la Salvación del Mundo es la mayor empresa, la más colosal. Para eso vino Cristo al Mundo: para que se salvara del pecado. Y para ello se valió en primer lugar de los Doce, ellos serían los encargados de dar a conocer en primer lugar la Buena Nueva y detrás de ellos todos aquellos discípulos que fueron creyendo en la Palabra. Y así hasta hoy.

En esta impresionante oración Jesús le pide al Padre que nos tenga el mismo amor que le tiene a Él y lo hace poniéndose de valedor nuestro, rogando a Dios que nos ame igual que le ama a Él ¿No es emocionante? ¿No es para estar dándole gracias a todas horas? Este amor que Cristo nos tiene culminará en el Gólgota, en la Cruz, algo que a veces, por conocido, podemos no valorar en su grandeza y generosidad. “Nadie ama tanto como el que da su vida por sus amigos” Y Jesús la dio pero también pidió al Padre que nos amara hasta el infinito aún en los peores momentos: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.

Correspondamos a Jesús con la unidad, con el ser uno solo con Él, olvidando rencillas, puntos de vista y divisiones que no llevan a nada. Pongamos en práctica lo que tantas veces recitamos en el Credo: que creemos en Una Santa Iglesia Católica.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro

14/5/24

EVANGELIO MIERCOLES 15-05-2024 SAN JUAN 17, 11b-19 VII SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».

                                    Es palabra del Señor

REFLEXION

En este pasaje del Evangelio de San Juan nos recalca Jesús, lo esencial que es la unidad y pone de ejemplo la comunión de Amor que existe entre el Padre, el Espíritu Santo y Él (koinonía Trinitaria). Nos insiste que debemos cuidar de la  Comunidad a la que pertenezcamos, bien: parroquial, religiosa o familiar. Nuestra misión, como bautizados, es llevar la luz de Cristo, su mensaje de amor a todas las personas, sin distinción.

Los que viven de una manera mundanizada, descartan a los que han escuchado la Palabra de Dios en sus vidas, porque no siguen sus opciones, criterios u orientaciones que son totalmente opuestas a la voluntad de Dios. Jesús nos deja bien claro, que tenemos que vivir en medio del mundo, sin pretender escaparnos, siendo esto una excusa para nuestro compromiso, sin  apoyarnos en nuestras fuerzas, sino confiando en Él, en su poder, en su Palabra. Él nos guía y nos acompaña en nuestra búsqueda constante. También nos da libertad para que decidamos por nosotros mismos. Nuestra santidad es Él, la Verdad es Él, por lo tanto, el Camino y la Vida es Él, solo nos queda elegir la opción que sea más acorde a lo que Él amorosamente ha pensado para cada uno de nosotros, porque Cristo tiene que ser nuestro estilo de vida de día y de noche.

None Monasterio de Santo Domingo - Dominicas
San Sebastián

13/5/24

EVANGELIO MARTES 14-05-2024 SAN JUAN 15, 9-17 VII SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

                 Es palabra del Señor

REFLEXION

En la fiesta de San Matías la Iglesia nos invita a meditar sobre el sentido profundo de nuestra vocación cristiana. Allá donde muchos cristianos no ven más que la pesada carga de unos mandamientos, Jesús nos invita a descubrir el misterio más profundo de la vida divina, que es el amor.

La víspera misma de su muerte Él se ve a sí mismo envuelto en un amor infinito y sujeto a una sola misión: transmitir a todos sus hermanos y hermanas ese mismo amor.

Creer en este  amor y vivirlo día a día produce un fruto infalible: una profunda alegría. Aquí Jesús nos revela su secreto más íntimo: si fue pobre y desprendido de todos los bienes de este mundo, no lo fue por un absurdo deseo de mortificarse, sino porque estaba literalmente sumergido por una alegría tan grande que todo lo de este mundo pasaba totalmente inadvertido. Y sólo deseaba una cosa: vernos disfrutar de esa misma alegría.

“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a su plenitud”.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Convento de la Virgen del Camino (León)

12/5/24

EVANGELIO LUNES 13-05-2024 SAN JUAN 16, 29-33 VII SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

                                     Es palabra del Señor

REFLEXION

Creer es ir en busca de la confianza interior; estar convencidos de la experiencia vivida con Jesús Resucitado. No siempre esa confianza está llena de valor. El miedo, la persecución, las injusticias, los momentos en que el desasosiego está presente parecen hacer mella en nuestro espíritu y no nos permite ver claro cuando la confusión se apodera de nosotros.

Los discípulos no comprendían bien el lenguaje metafórico de las parábolas que Jesús utilizaba para explicarles la presencia del Reino de Dios en nuestras vidas. Así se lo expresan al Maestro. Jesús les pregunta ¿Ahora creéis? y además añade que quedará sólo cuando los acontecimientos de la pasión se reflejen en la historia con toda su crudeza.  La dispersión y la cobardía será el proceder de los discípulos cuando el Hijo del hombre sea alzado sobre la tierra.

Por eso les dice: «Tened Valor», porque en el mundo tendréis muchas luchas. Mirad sobre todo una cosa: «Yo he vencido al mundo». A pesar de esas palabras de aliento, los discípulos no estuvieron a la altura de los acontecimientos de la pasión y muerte del Hijo de Dios. No tuvieron valor. Su fragilidad, su debilidad se manifestó en la huida, en la traición, en la soledad del Maestro.

Es difícil tener valor cuando se presentan tiempos adversos con tanta crueldad. Estamos presenciando momentos de guerra tanto en Oriente como en Occidente; los que hoy son refugiados a causa de esos conflictos bélicos no están faltos de valor, porque hace falta mucho coraje para emprender un viaje incierto a un país extranjero para mantener a la familia unida; al menos con vida. Hace falta mucho coraje para soportar el hambre y la sed para seguir viviendo en condiciones tan precarias.

Los crucificados de hoy son los que padecen las consecuencias de tales guerras injustas. En tales condiciones, no pocos tienen una mirada que lanzan a Dios con desesperación; sus gritos de auxilio son constantes y desgarradores. La paradoja de esta situación injusta es que estas personas tienen un sentido mayor de una vida digna; sus gritos de paz son más auténticos que los que se proclaman en otras ciudades adormecidos por la indolencia. También es una paradoja que caminen hacia un éxodo interminable para defender a sus familias, cuando en otros países la familia ha pasado a ser una institución relativizada. Hace falta valor para mantenerlos vivos y unidos.

Esos hombres y mujeres son los que vencen al mundo con Cristo. Su mirada de fe, no es una mirada distorsionada, ni tampoco disgregada. Esas vidas hay que mirarlas con coraje, contemplarlas con admiración, y escuchar los gritos que elevan al cielo para que Dios les escuche.

Oremos por la paz, por los valientes de corazón, por los que muestran el coraje en la vida. Para que no desfallezcan en su búsqueda de Dios y de una vida más digna; que su fe sea inquebrantable para recorrer el éxodo de su liberación y que encuentren en Dios el consuelo ante tantas desgarradoras y crueles experiencias.

Fray Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

11/5/24

DOMINGO 12 DE MAYO : VII DOMINGO DE PASCUA

 





Estamos celebrando la Pascua, tiempo de gozo, alegría y esperanza. Es verdad, Cristo ha resucitado y experimentamos su presencia en medio de nosotros cuando escuchamos su palabra y nos sentamos alrededor de la mesa para celebrar la Eucaristía. Él cumple su promesa y sigue estando con nosotros hasta el fin del mundo. Esta forma nueva de presencia, desde su Ascensión, nos hace tomar conciencia de nuestra responsabilidad.

Ahora somos nosotros, la Comunidad Cristiana, quienes sentimos la urgencia de hacer realidad el Evangelio y de construir el Reino que Él inauguró. Contamos con su presencia en medio de nosotros y con la fuerza de su Espíritu.

Son muchos los retos que se nos presentan hoy a los creyentes. No vivimos en una sociedad que haga fácil el testimonio de fe, pero sigue siendo, el nuestro, un mundo en el que todos siguen buscando un sentido a sus vidas. Nosotros tenemos en la experiencia de Jesucristo un tesoro que sacia nuestra hambre y nuestra sed. Estamos llamados a compartirlo con generosidad y alegría.

Fr. Francisco José Collantes Iglesias O.P.
Real Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera (Cádiz)

LECTURAS DEL DOMINGO 12-05-2024 : VII DOMINGO DE PASCUA

 

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseño desde el cominezo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. y ascendió al cielo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días, les hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos y o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y “hasta los confines del mundo”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».

                                          Es palabra del Señor

Salmo

Sal. 46, 2-3. 6-7. 8-9 R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.



Segunda Lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17-23

Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Iª Lectura: Hechos de los Apóstoles (1,1-11): La Ascensión

 Es la primera lectura de esta fiesta del Señor  la que nos describe ese acontecimiento, casi inexplicable, conocido como la «Ascensión», un término que ha sido entendido como complemento de algo que ocurre en la Resurrección de Jesús; como si durante cuarenta días Jesús resucitado se hubiera entretenido en este mundo. ¿Para qué? En la visión particular de Lucas,  autor de los Hechos, para consolidar la fe de sus discípulos con objeto de dejarlos «entonados» en la misión apostólica que les debería llevar hasta los confines de la tierra  predicando y haciendo discípulos.

 En realidad, la Ascensión no es algo distinto de la Resurrección, porque es en la Resurrección donde Jesús recibe el poder y la gloria de Señor del universo. Por lo mismo, la Ascensión, en el libro de los Hechos, viene a significar el final de una etapa de experiencias muy especiales del Señor resucitado: Ahora es el momento de que la Iglesia pueda emprender una nueva tarea  en la que estará guiada por el Espíritu. Por lo mismo, el tiempo litúrgico de la resurrección llega a su fin, como se pone de manifiesto en la fiesta de hoy, aunque eso no significa que el Señor se desentiende de nosotros y de este mundo. La escena de los discípulos que miran hacia el cielo viendo cómo desaparece su Señor  evoca, para Lucas, la necesidad de mirar hacia el mundo, hacia la historia, para cambiarla; porque ese Señor estará ayudando a los suyos mediante su Espíritu  para cuya fiesta nos preparamos ya desde hoy.

 Es un texto que también, en una pedagogía muy particular, quiere resaltar una “ruptura” con los suyos, con los que han tenido que rehacer su vida después de los acontecimientos de Pascua, para hacerles comprender el papel que han de desempeñar en este mundo y en esta historia. Si bien es verdad que hablamos de “Ascensión” en términos cristológicos, no podemos olvidar que la Ascensión apunta a la eclesiología de la tarea de predicar y anunciar la salvación a todos los hombres. Bien es verdad que hay una promesa, la ayuda de la fuerza de lo alto  a donde Él se introduce  para llevar adelante este compromiso. Quizás esa sea la razón por la que Lucas se ha visto en la obligación de desdoblar el misterio de la Resurrección y el de la Ascensión con esos “cuarenta” días  que son más un tempo teológico que cronológico. Es un tiempo para llenarse de la fuerza de la Pascua y después, con la ayuda del Espíritu, lanzarse a la misión.

  • IIª Lectura: Efesios (4,1-13): Nuestra vocación cristiana

 La segunda lectura nos muestra una de las claves de la comunidad cristiana: la unidad en el Espíritu de una misma fe y de una misma esperanza, y consiguientemente del amor. Éste es una pasaje que tiene un cuño bautismal, litúrgico, en el que los nuevos cristianos son instruidos sobre su decisión de recibir el bautismo para formar parte del «cuerpo de Cristo», de la Iglesia, que tiene su fuerza en el Espíritu. La carta nos habla de la vocación a la que hemos sido llamados en la Iglesia, que es uno de los temas dominantes de este escrito del Nuevo Testamento.

 La aclamación y doxología de «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» resuena todavía en nuestros cantos como uno de los textos mejor formulados del cristianismo primitivo. La Iglesia de la que se habla está fundada en Cristo por medio de los apóstoles y profetas  que son ministerios de evangelización. En la Iglesia, pues, hemos recibido el evangelio, en ella hemos conocido al Señor de nuestra vida y en ella debemos vivir la experiencia de la salvación en este mundo.

  Fray Miguel de Burgos Núñez

      (1944-2019)