27/5/24

EVANGELIO MARTES 29-05-2024 SAN MARCOS 10, 28-31 VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

                  Es palabra del Señor

REFLEXION

Este texto lo sitúa San Marcos ante la actitud negativa que tuvo el joven rico para no liberarse de todo aquello que le convertía en esclavo de su dinero, de sus intereses y no poder hacer de Jesús la clave para su vida A Pedro a sus discípulos y a nosotros nos hace ver cuál es el sueldo del que dice tiene a Él como centro de su vida.

El joven se acercó con la intención de seguir a Jesús. Era cumplidor, pero le faltaba algo que no le dejaba ser feliz. Jesús le propuso que se liberase del apego a sus bienes, pero se dio cuenta que no podía conjugar las dos cosas. Esto le afligió, le entristeció y a Jesús también.

Entonces, ante la pregunta de Pedro, Jesús pone de manifiesto las verdaderas exigencias que tiene el ser seguidor suyo: no estar apegado a nada que impida cumplir la voluntad del Padre, como hace Él. Saber liberarse, que no quiere decir que no sean necesarias, de los lazos familiares, los bienes etc,  nunca pueden impedir que eso rompa con centrar nuestra vida en Jesús en el proyecto de Dios que es la fraternidad.

Cuando mucho nos apegamos a esos bienes, nuestra relación con Jesús y con su misión de hacer realidad el Reino de Dios, esa relación queda muy mermada y muchas veces imposible de tenerla.

Pedro y cada uno de nosotros, sus seguidores debemos ser el contrapunto al joven rico. El Papa Francisco nos recuerda tres cosas que con facilidad nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. El desprendimiento y el discernir muy bien su verdadero valor juntamente con la gratuidad es la respuesta. Esta liberación y dando su verdadero valor a las cosas que tenemos posee un premio doble: la felicidad aquí y la vida eterna.

Si buscas y quieres ser feliz piensa si no te falta una cosa, como al joven rico, e intenta seguir la invitación que Jesús hizo a sus discípulos, a sus seguidores, ponerle a Él es la clave para lograr la felicidad. Inténtalo.

Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)