En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste, ¿qué?»
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo podría contener los libros que habría que escribir.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Hubo un momento en nuestra vida, en el que fuimos conscientes de la llamada que nos hizo Jesús: “Ven y sígueme”. Y le prometimos seguirle donde quiera que fuese. Sabemos que nuestro ímpetu de seguirle tiene momentos y momentos. Y hay momentos en que nuestro seguimiento baja en intensidad. Un momento de estos nos relata el evangelio de hoy, donde Pedro pregunta a Jesús por el apóstol Juan: “Señor y éste ¿qué?”.
Está muy bien que amemos a nuestros hermanos y nos preocupemos por ellos, pero nunca hasta tal punto de que nuestro seguimiento a Jesús dependa de nuestra relación con algún hermano. La respuesta de Jesús es bien clara: “Si quiero que se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Lo importante, donde tenemos que apoyar nuestra vida es en el seguimiento de Jesús, y nunca en el seguimiento o en permanecer siempre al lado de un hermano.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)