El texto lucano de hoy nos presenta la escena siguiente a la proclamación del Fiat de María, al recibir el anuncio del proyecto de Dios para con ella. Los anuncios de Dios siempre pro-vocan y con-vocan. Pro-vocan porque suscitan, inducen a recorrer nuevos caminos y con-vocan porque llaman junto con otros, dinamizan encuentros nuevos. Por ello, María sale de su ámbito y se pone en camino a casa de su prima Isabel, desde Galilea hasta Judea. En cuanto Isabel oye el saludo de María, la novedad de la Buena Noticia que abraza, se hace presente en la criatura de su vientre y en ella misma: el niño salta de alegría ante la portadora de la nueva alianza como danzaba David en el traslado del arca (cf. 2 Sam 6,2-16); y a Isabel la invade el Espíritu Santo, que María transmite y contagia al haber quedado plenificada por Él (cf. 1,35). Ante tanto júbilo, los labios de Isabel se abren proclamando palabras de bendición y bienaventuranza. Así bendice a la madre recién llegada y la proclama dichosa, feliz porque ha sido capaz de creer que la palabra de Dios se cumpliría en ella, porque ha sido capaz de confiar su vida entera al proyecto del Señor. Si antes Juan Bautista había saltado de gozo y los labios de Isabel había proclamado bendición y dicha, ahora el regocijo de María estalla en un canto de júbilo ante la experiencia salvífica de Dios que no puede silenciarse, como lo hicieran otras mujeres en la primera alianza: Miriam (Ex 15); Débora (Jc 5); Ana (1 Sm 2 (Jdt 16). El Magnificat que proclama María porque Dios está haciendo cosas grandes en ella y en su pueblo, es un canto que podríamos llamar del “mundo al revés” como aquella canción de Paco Ibañez. Allí “había lobitos buenos, brujas hermosas y piratas honrados”. Ahora el Señor es el que da la vuelta a todo: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. En el día de hoy, unidos a María de Nazaret, la creyente por excelencia, podemos interrogarnos: ¿Que caminos nuevos “pro-voca” en mí el encuentro con la Buena Noticia del Reino? ¿Con quién me “con-voca”? ¿Con que música canto la alegría que brota del encuentro con el Señor? ¿En qué medida colaboro con el proyecto de Dios de “su mundo al revés”? |