Terminando el ciclo litúrgico del tiempo Pascual, retomamos el del Tiempo Ordinario, y lo hacemos en este quicio dominical entre ambos, final de uno y comienzo del otro, donde miramos con asombro y reverencia al centro de la Revelación Cristiana: el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios.
Si ciertamente tal Misterio de la Trinidad se muestra incapaz de agotarse a nuestra comprensión, nos abre, como el profundo Misterio que es, siempre a intuiciones que acompañan nuestra fe y nuestro vivir en cristiano: la dimensión relacional de la naturaleza humana reflejo de la divina; la centralidad contemplativa y asombrada de la mística que todo cristiano está llamado a vivir; las huellas en todo lo creado de las manos del Dios Trinitario; o la actitud de profunda reverencia y humildad ante un Dios al que sólo podemos acercarnos gracias a su propia Revelación de amor.
En esas claves trinitarias -relación, contemplación, huellas de Dios, reverencia ante la revelación- en este Domingo, la Iglesia nos propone la Jornada Pro Orantibus, el día en el que nos aviva el recuerdo y la oración por los contemplativos, los hombres y mujeres entregados al servicio de la oración y la intermediación «cerca de Dios y del dolor del mundo», corazón de nuestra Iglesia, día en el que oramos para que el Señor toque el corazón de nuevas vocaciones a esta vida de amor entregada en oración y trabajo.
Fray Vicente Niño Orti
Convento Santo Tomás de Aquino 'El Olivar' (Madrid)