Es palabra del Señor
REFLEXION
Es muy fácil ver el fallo en el otro y complicado reconocer el propio, la otra persona se puede equivocar y yo tengo el derecho de hacerlo conocer, pero no me paro previamente a descubrir qué errores he podido cometer yo antes, y subsanarlos, para que, al ir a reclamar o al llamar la atención no haya una respuesta que me exija cambiar mi forma de actuar. Por norma general, aquello que descubrimos en los otros que no nos agrada o nos molesta mucho es, al final, lo que deberíamos cambiar de nosotros mismos, los demás sólo hacen un efecto espejo que nos ayuda a descubrir esos “detalles molestos” que no nos gustan y que, es más fácil verlos en frente que dentro. Si otra persona hace algo mal debe recibir el castigo, la llamada de atención, además de una manera inmediata y fuerte, lo malo es cuando eres capaz de descubrir que ese mismo acto lo has hecho también tú y que no has recibido ninguna llamada de atención, ningún castigo y mucho menos en un modo inmediato, ahí se caen todos los esquemas y puede, poco probable, que rectifiques tu forma de pensar y de actuar la siguiente vez, aunque lo más seguro es que vuelvas a hacer lo mismo. ¿La honestidad y la coherencia van contigo a todos lados? ¿Actúas habitualmente como juez de otros? |