19/5/24

DOMINGO 19 DE MAYO : VII DOMINGO DE PASCUA - PENTECOSTES

 





En Pentecostés tiene lugar un hermoso planteamiento eclesial, signo de la fidelidad de nuestro Dios: la continuidad de la creación del libro del Génesis reflejada en la nueva comunidad cristiana resucitada, habilitada y acompañada por el Espíritu.

Ya en la creación, Dios le había regalado al hombre el aliento vital, que dio vida al barro y así pudo crecer, sentir, proyectar, amar, gobernar y dominar la creación, ahora en Pentecostés el Espíritu hace al hombre participar más de la vida divina, dándole la paz y el poder de “atar y desatar”, de perdonar o retener el bien que puede hacer, de amar y tocar las llagas de nuestra historia o de ahondar en ellas y que el pecado quede retenido.

Los discípulos de Jesús en Pentecostés, expresan con sus sentimientos de paz y alegría, que han recuperado la vida del maestro crucificado, su Espíritu. Sin ningún reproche, han sido liberados de culpabilidades, desilusiones, abandonos y miedos. Experimentan la fidelidad de Dios a sus promesas de no dejarlos solos, de encarnarse y continuar viviendo entre ellos por su Espíritu en fidelidad a su plan amoroso, de humanizar el mundo, hacerle más fraterno y compartido con su Espíritu. Ahí son enviados a continuar su testimonio de vida y misión. Ese es el Espíritu de la verdad de Jesús.

Fr. Pedro Juan Alonso O.P.
Convento del Santísimo Rosario (Madrid)