Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Es palabra del Señor
REFLEXION
En Jesucristo hemos percibido que Dios es presencia de amor; nos fundamenta y nos sostiene. En esa Presencia existimos y nos movemos.
Si por otro lado Dios es dueño y fuente de la vida, no es posible cue nos abandone en la muerte, ese momento decisivo en nuestra existencia “Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí mismo; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos, ya muramos, somos del Señor”.
Es la verdad que confesamos los cristianos sobre la realidad y desenlace de la vida humana.
Confesamos que la encarnación de Dios, presencia de amor, ha tenido lugar de modo definitivo en Jesucristo. Y que la encarnación continúa de algún modo en todo ser humano.
Es lo que real y simbólicamente los cristianos celebramos en el bautismo: sepultados en el agua salimos con una vida nueva; y toda nuestra existencia será bautismal, dejar las obras de muerte para respirar y dar vida.
Es la realidad simbolizada en el bautismo: una peregrinación siguiendo a Jesucristo que pasó por el mundo haciendo el bien, y entregando su vida por amor a los demás, ha vencido a la muerte y hoy no dice: “Yo soy el camino”.
No faltan cristianos con cara de cuaresma pensando en un juicio final. Olvidan que el Dios, ese juez implacable que se imaginan, se ha revelado ya en Jesucristo como Padre de la misericordia que no sabe más que amar.
El juicio final sobre nuestra existencia en la tierra lo vamos dando cada uno mientras caminamos en el tiempo: “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me iste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuvo desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme”.
Hoy celebramos el camino que recorrieron nuestros difuntos tratando de seguir esa conducta, y nuestra confianza en Dios revelado en Jesucristo cuyo poder se manifiesta en la misericordia.




