27/6/25

EVANGELIO SABADO 28-06-2025 SAN LUCAS 2, 41-51 XII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.

Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

                      Es palabra del Señor

REFLEXION

Por su parte María acogerá en su corazón palabras misteriosas que no entendía, acogió a un hijo convertido en adolescente que tenía las cosas muy claras, lo primero era su Padre.

Al igual que cuando el ángel le anunció que iba a ser madre de Dios, y ella acogió esa Buena Noticia con su Hágase, también ahora, 12 años después, es el propio Jesús quien la anuncia que ha tomado plena conciencia de su ser Hijo; María ante esto tampoco sabe qué hacer, pero vuelve a decir su Hágase, y lo que no entiende, como en aquel entonces, lo guarda y medita en su corazón.

Acogió en el corazón. Es decir, dio ancha cabida en sus pensamientos a los pensamientos de Dios, pero no por esto se sintió reducida al vacío y la nada.

Esta acogida-hospitalidad fundamental expresa muchas cosas del estilo de María, de cuyos miles de acogidas no habla el evangelio, pero es fácil intuir.

Nadie se vio rechazado por Ella. Todos encontraron cobijo bajo su sombra. Desde las vecinas de casa… los pobres de los contornos… Desde Pedro hecho un mar de lágrimas después de la traición, hasta Judas si la hubiera buscado…

Santa María, mujer acogedora, ayúdanos a recibir la Palabra en lo íntimo del corazón. A entender, como tú supiste hacer, las irrupciones de Dios en nuestra vida. Él no llama a la puerta para notificarnos el desahucio, sino para inundar de luz nuestra soledad. No entra en nuestra casa para esclavizarnos, sino para devolvernos el gusto de la libertad verdadera.

Sabemos que el miedo a lo nuevo impide que seamos acogedores del Señor que llega, como hizo Abraham, como hizo María.

Santa María, mujer acogedora, haznos capaces de gestos de hospitalidad con los hermanos. Vivimos tiempos difíciles, en los que el peligro de vernos defraudados por la gente, nos hace vivir entre puertas blindadas.

La sospecha se ha hecho orgánica en las relaciones con el prójimo. El terror de que nos engañen se antepone a los instintos de solidaridad y acogida, que también anida en nosotros.

Aprendamos de Abraham la hospitalidad, la acogida; sí, aprendamos también de la mano de María a acoger, por un lado, lo inesperado, en figura de “ángeles” o de palabras que nos hacen sufrir, o lo que nos desconcierta.

Las lecturas de este día son una lección para todos los cristianos, ya que nos invitan a aceptar con amor las manifestaciones de la Providencia divina, aunque en ocasiones no las entendamos. El corazón de María se une totalmente al corazón de Jesús. No entiende, pero se fía porque sabe que los planes de Dios son más grandes que los planes de los hombres. Pidamos a María tener un corazón a la manera del suyo, siempre dispuestos a aceptar la voluntad de Dios.

¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!

Sor Flora Mª Collado O. P.

Sor Flora Mª Collado O. P.
Monasterio Sancti Spiritus - Toro