27/11/24

EVANGELIO JUEVES 28-11-2024 SAN LUCAS 21, 20-28 XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!
Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Lucas nos refiere en este capítulo el discurso escatológico de Jesús, anunciando cómo será el fin de los tiempos, precedido por la destrucción de Jerusalén por los gentiles, y de estos últimos también.

Este evangelio se escribió después de que Jerusalén fuera arrasada y el Templo destruido en el año 70, entonces los anuncios que Lucas pone en boca de Jesús, ya se habían producido, por el rechazo hacia Jesús y su anuncio del Reino, por parte de las autoridades religiosas de Judea.

Enumera una serie de desastres naturales, o signos, que concuerdan más con el lenguaje apocalíptico adoptando una visión de futuro más o menos lejano.

Se relatan situaciones de venganza, donde la estructura del mundo se viene abajo, presentando como ejemplo la desgracia que se cierne sobre las que estén en cinta o criando, los que se hallen fuera que no vuelvan a la ciudad, etc. Pero, sin embargo, aquellos que han creído y esperan la llegada del Hijo de Dios con gran poder y gloria, serán salvados, por eso les anuncia que, cuando todo esto ocurra: “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.

Ante este relato, nosotros sabemos que Dios es tremendamente misericordioso, y no toma represalias contra nadie, pero lo que sí debemos hacer es escuchar la Buena Noticia de Jesús como encarnación del Amor de Dios, y confiar totalmente en su divina bondad, seguir su ejemplo y establecer como signo definitorio de nuestra vida el Evangelio del Amor a Dios y a los hermanos.

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)

26/11/24

EVANGELIO MIERCOLES 27-11-2024 SAN LUCAS 21, 12-19 XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Os echarán mano, os perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.

Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús es realista. No ignora las dificultades ni intenta ocultar el fracaso y la muerte en que en ocasiones nos encierra el seguimiento de Cristo. Tampoco promete que a partir de ahora será más fácil, ni nos vende un mañana mejor. Exhorta a la perseverancia sin dar demasiadas explicaciones. Porque hay momentos en la vida de fe en los que se trata de permanecer. Esperar en Dios, con la humildad del amigo que confía, y la fidelidad del que no se ha guardado un plan b, por si esto no funcionaba. Puede que nos estemos preguntando si tiene sentido seguir intentándolo un año más, pero, como los discípulos, sin entender demasiado, ¿A dónde vamos a acudir?

Una actitud –la perseverancia− que solo es posible desde el agradecimiento y la alabanza a los que nos invitaba la primera lectura. Nuestra memoria retiene sus beneficios y nuestra fe confía en que llegará un día en que su Amor –ahora velado por el dolor− quedará al descubierto también en este presente desconcertante. Hoy podemos permanecer si conservamos y nos agarramos al el recuerdo y la experiencia del paso de Dios por nuestras vidas.

Una decisión –perseverar− que solo es posible y evangélica cuando se vive desde la conciencia de la presencia de Dios con nosotros, dándonos la fuerza, el consuelo y el sentido para permanecer. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio, y el primer ejemplo, como siempre, lo encontramos en él. Verdaderamente este era Hijo de Dios, exclama el soldado pagano ante aquel que no había desertado del suplicio; y este es el primer fruto de la negativa de Jesús a bajarse de la Cruz. El centurión no vio en aquel condenado a muerte una actitud masoquista o cabezota, sino una perseverancia en el amor y el perdón que solo podía ser de Dios.

Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P.
Monasterio Santo Domingo (Caleruega)

25/11/24

EVANGELIO MARTES 26-11-2024 SAN LUCAS 21, 5-11 XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

                                   Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús oye hablar del esplendor del Templo y declara a sus discípulos: “Esto que contempláis llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido!”.

Los discípulos asombrados le preguntan: “Maestro, ¿cuándo será todo eso? ¿Cuál será la señal de que esas cosas están a punto de suceder?”. Y, Jesús, reorienta la preocupación de los discípulos hacia la actitud existencial de compromiso y esperanza vigilante con la cual hay que vivir en el presente.

El final histórico del Templo, es símbolo del final de toda la historia ante el que Jesús advierte: que nos os engañen los falsos mesías que quieren suplantarle diciendo: “yo soy o el tiempo está cerca”. No vayáis tras ellos. Ante rumores de guerras y revoluciones: no tengáis pánico; estos eventos están bajo el control de Dios, no son todavía los signos que indican que la historia está llegando a su fin.

Jesús menciona conflictos étnicos y nacionales, calamidades naturales y grandes señales en el cielo, que en la tradición apocalíptica son símbolo y revelan la intervención de Dios en la historia, en relación con el juicio divino, la justicia de Dios sobre la humanidad.

Enseñanzas de este Evangelio: No somos dueños de la vida: habrá un final; muerte

Dios intervendrá en nuestra historia llevándola a su fin: juicio,

Tu modo de vivir hoy decide tu futuro: infierno o gloria.

No tengas pánico, no te dejes engañar por los falsos profetas y agoreros del fin; “porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por El”. Jn 3,17.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)

24/11/24

EVANGELIO LUNES 25-11-2024 SAN LUCAS 21, 1-4 XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

                                          Es palabra del Señor

REFLEXION

Como bien sabemos, la lectura de cualquier texto admite muchos puntos de vista e interpretaciones posibles. En términos de Biblia, también, especialmente cuando nos enfrentamos – como sucede en la liturgia -  a fragmentos descontextualizados, lo que nos lleva a preguntarnos por la intención de la autoridad litúrgica al ofrecernos uno de estos fragmentos en una celebración. En el caso del evangelio de hoy, es posible que la interpretación buscada – y, por ende, el mensaje – sea aquella que nos exhorta a entregar toda nuestra vida para posarla confiadamente en las manos de Dios en la espera de su providencia actual y futura.

Si damos por buena esta lectura del texto y la lección que nos regala, podemos plantearnos cuáles son las derivaciones para la vida de esta piadosa viuda que sirve como ejemplo al evangelista. El hecho de que no se trate de una mera figuración sino, por el contrario, de un caso bien real de la vida humana hace que el paradigma de una mujer pobre y en necesidad cobre valor para ponerlo como modelo vital y no como una espiritualización abstracta. Así, ¿qué cabría esperar a esta mujer que deja todas sus opciones en manos de Dios, que apuesta todo a un número?

Para empezar, siempre podemos pensar que, al fin y al cabo, a esta viuda no le queda otra, que, en realidad, no se trata de una apuesta sino de la única inversión a la que puede optar. El presupuesto que sostiene esta hipótesis es que la mujer sabe que en su entorno social no va a encontrar el apoyo que necesita; es el presupuesto de que el mundo es malo y desalmado y, por tanto, sólo cabe la dicotomía Dios providente versus mundo malvado. La confianza en Dios sería, pues, la consecuencia de la desconfianza en los hombres.

Ahora bien, puesta la confianza en la divina providencia, ¿cómo podría manifestarse ésta a favor de esta mujer? Seguramente lo primero que pensemos es que Dios podría obrar alguna acción de tipo sobrenatural – algún milagro  - como que Dios podría hacer que a la pobre viuda le tocara la lotería…  o que encontrara un marido rico; pero, en realidad, con este tipo de soluciones estamos más acudiendo a la noción de buena fortuna o suerte que a lo se supone que un cristiano concebiría como acción divina.

Porque, en el fondo, ¿cómo puede explicarse un cristiano esa providencia divina? Tomás de Aquino, en el siglo XIII respondió a esta cuestión sin necesidad de acudir a acontecimientos extraordinarios irrumpiendo en el mundo terrenal. Como afirmó, Dios, causa primera de todas las cosas, actúa a través de causas segundas, esto es, Dios actúa en el mundo a través de las realidades del mundo. Si aceptamos esta prudente propuesta, en relación a nuestro caso, ¿cómo cabria pensar que Dios ayude a esta pobre mujer que se ha confiado a Él? La respuesta sería: a través del entorno social en que vive esta mujer, es decir, mediante las personas, el mundo. El recurso que Dios pone a disposición de esta mujer no es sino aquel mismo mundo del que desconfió primero para ponerse en manos de Dios.

Parece, pues, que hemos llegado a una contradicción partiendo de nuestras premisas; lo cual nos lleva a cuestionar nuestros presupuestos iniciales; y lo primero a cuestionarse es la maldad intrínseca de la sociedad, maldad que sería la causa de la desconfianza en la humanidad y, en última instancia, de la búsqueda de Dios por parte del hombre en situación angustiosa. De principio, resultaría cuento menos sospechosa aquella fe que busca en Dios lo que en el mundo no acierta a encontrar, pues, si las circunstancias cambian – cambia la suerte – aquella fe estará de más.  En segundo lugar, cuestionémonos la interpretación y mensaje del evangelio que hemos dado por buena: cuando la viuda está echando sus monedas en el Templo, al igual que los ricos, en realidad, ¿qué gesto están haciendo? ¿A quién están entregando su dinero? ¿A Dios? Obviamente, a Dios no le vale para nada. Sin embargo, estas personas están contribuyendo a una función social con sus aportaciones. Sabemos que, entre otras funciones, el Templo de Jerusalén se constituía en la principal institución de la nación y que, como tal, servía a fines no exclusivamente cúlticos sino también sociales, uno de los cuales era la atención a los necesitados. Estas personas, pues, cada una a su nivel, independientemente de la significación que pretendieran dar personalmente a su gesto, están contribuyendo al sostenimiento de un sistema de apoyo social, por precario que fuera. Teniendo, además, en cuenta que la aportación al Templo estaba regulada (impuestos), estamos hablando de un auténtico proceso de redistribución de la riqueza (por muy deficiente que fuera) reglamentado institucionalmente. Es por tanto, una forma de solidaridad institucionalizada vehiculada mediante la religión. Lo que es más, el Templo de Jerusalén no es caso único, sino común en la antigüedad precristiana. Por ende, si esto siempre ha sido así, tenemos un argumento sustancial en contra de la maldad intrínseca en la sociedad, que siempre, aún en sus notables deficiencias, ha sido capaz de incorporar sistemas de solidaridad en sus propias estructuras, con mayor o menor éxito.

En vista de lo cual, cuando nuestra viuda echa sus dos monedillas en el Templo, no está meramente poniendo su vida en manos de un Dios providente para que atienda sus necesidades; ni está “comprando” – como también se puede leer – una supuesta felicidad eterna postmortem. Está contribuyendo con su aportación a la construcción y mantenimiento de un sistema social común, del que también, con sus limitaciones, forma parte un criterio de solidaridad que siempre ha estado presente en la edificación de las comunidades humanas, del cual es elemento constitutivo. La viuda, en efecto, con su gesto, no está desconfiando de la sociedad humana; con su gesto y, en la medida de sus fuerzas, está cooperando en la construcción de la sociedad humana. Esa es su apuesta.

Podríamos, como epílogo, preguntarnos qué diferencia existiría si se elimina a Dios de este esquema. Ciertamente, eso es lo que ha ocurrido en las sociedades modernas. La motivación particular del creyente sería la convicción de que la construcción institucional de una sociedad humana solidaria es el vehículo (la causa segunda tomista) de la acción providente de Dios para con los hombres.

Fr. Ángel Romo Fraile
La Virgen del Camino (León)

23/11/24

DOMINGO 24-11-2024 : ULTIMO DOMINGO DEL AÑO LITURGICO - DOMINGO DE CRISTO REY

 





Tras la primera guerra mundial, eran signos del tiempo, el auge del socialismo comunista, la apostasía en mundo laboral, y la creciente indiferencia entre muchos cristianos. En ese contexto Pio XI  estableció la  fiesta de Cristo Rey, 1925 : “ Es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de Él que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino,  porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutismo sobre todas las criaturas”

Pero según la fe o experiencia cristiana, Dios manifiesta su poder en la misericordia; no imponiéndose por la fuerza sino seduciendo desde el amor. Antes de “todopoderoso Quiere decir que con esa lógica funciona también la realeza e Jesucristo. Es la lógica de la espiritualidad cristiana que venimos celebrando a lo largo del año en la liturgia y de alguna forma se proclama en este domingo con la festividad de Cristo Rey: la muerte por amor es condición para crecer en humanidad.

No se trata   celebrar a Jesucristo como rey todopoderoso que se impone por la fuerza sobre los grandes imperios que dominan a los demás por sus ejércitos bien pertrechados de armas sofisticadas. Se trata más bien de ofrecer el camino de servir a los demás con amor como única forma de ejercer el poder económico, político, cultural o religioso. Visión iluminadora para nuestra actualidad donde la nefasta ideología del imperialismo está provocando conflictos que manchan la tierra con sangre de inocentes. La lógica individualista del mercado está pervirtiendo incluso los ámbitos de gratuidad como es la misma familia. Mientras proclamamos la dignidad inviolable de todas las personas, valoramos a hombres y mujeres por lo rentable que son económicamente y por la utilidad que nos aportan.

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
Convento de Santo Domingo (Caleruega)

LECTURAS DEL DOMINGO 24-11-2024; ULTIMO DOMINGO DEL AÑO LITURGICO

 


Primera Lectura

Lectura del Profeta Daniel 7, 13-14

Seguí mirando. Y en mi visión nocturna
vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.

                                              Es palabra del Señor


Salmo

Sal. 92, 1ab. 1c-2. 5 R: El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.




Segunda Lectura

Lectura del Libro del Apocalipsis 1, 5-8

Jesucristo es el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos,
el príncipe de los reyes de la tierra.
Al que nos ama,
y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre,
y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre.
A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.
Sí, amén.
Dice el Señor Dios:
«Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el todopoderoso».

                               Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Iª Lectura: Daniel (7,13-14): El reino eterno no es de los hombres

 La primera lectura de hoy, tomada del libro de Daniel, es una visión en la que el autor de este libro apocalíptico contempla a una figura, llamada Hijo de hombre, al que se le confía el destino del mundo. La visión es muy particular: por una parte se habla de “reino” y “poder”. Pero esto lo entrega a Dios a una figura misteriosa, como un Hijo de hombre. Su “reino no será destruido jamás”. No ha habido ni habrá sobre la tierra un imperio que permanezca eternamente, porque los imperios de la tierra no son humanos, aunque pretendan ser divinos. Tienen los pies de barro, de insolidaridad y de injusticia. El sueño, la visión no es otra cosa de lo que deseamos todos, pero ese reino tiene que venir de Dios (el Anciano en la visión), pues de lo contrario no será eterno.

 Sabemos que la tradición cristiana, después de la resurrección, ha visto en esta figura humana a Jesucristo. Es un poder que en aquél tiempo estaba en manos de fieras, que representaban los imperios de este mundo. Ya sabemos que esos imperios han desaparecido, aunque han venido otros. Pero lo importante es saber que un día el poder estará en manos de Aquel, que hecho hombre, ha ganado para siempre un reino de justicia y de hermandad. No usará el poder para esclavizar como han hecho los poderosos de este mundo, sino para liberarnos y hacernos dignos hijos de Dios.

  • IIª Lectura: Apocalipsis (1,5-8): Jesucristo nos convoca al cielo

 La segunda lectura, el Apocalipsis, se enmarca en la asamblea litúrgica, reunida en nombre del Señor, en la eucaristía, en el domingo, día de la resurrección, en que aparece Jesucristo, el testigo fiel. Este es un texto litúrgico lleno de matices cristológicos, en que se proclama la grandeza del que ha de ser alabado en un himno que encontramos en el v. 7 de la lectura de hoy. El vidente de Patmos, pues, va a escribir a las siete Iglesias de Asia, y las saluda en nombre de Jesucristo, quien con su propia sangre ha abierto un camino nuevo en este mundo en el que el mal parece “reinar” con una cierta soberanía. Pero Jesucristo, el “traspasado”, vive ya para siempre; es el alfa y la omega (las dos letras con las que comienza y termina el alfabeto griego), porque en Jesús ha comenzado una historia nueva y en El se consumará nuestra historia.

 No deberíamos olvidar, a pesar de lo que se cree comúnmente, que las descripciones de Ap descubren algo que debe llegar en el futuro, sino que es algo que se cuenta como ya sucedido, aunque en clave de futuro. Se ha escrito para hablar de Jesucristo el “traspasado” y no de catástrofes; para hablar del triunfo de aquél que ha puesto el amor por encima del poder y la política de la época. Y otra cosa, es el mismo Jesús el que habla de sí mismo y de las cosas de Dios y del cielo. ¿Para qué? Para que sigamos teniendo esperanza en su vuelta, en el triunfo definitivo de Dios. ¿Con que garantías? Pues con la garantía de la “muerte y resurrección” de Jesús. En este libro se habla del cielo, no del infierno. Es el cielo el que se presenta al vidente y el vidente a sus lectores: los cristianos que sufren en este mundo y en esta historia. Estas con las claves de la lectura del Apocalipsis y de este hermoso texto de la liturgia de hoy. Todas las imágenes litúrgicas que se acumulan y los títulos cristológicos como rosario de cuentas de zafiro es para afirmar el triunfo de Dios y de Jesucristo sobre nuestra vida y nuestra muerte.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 24-11-2024 SAN JUAN 18, 38b-37 DOMINGO DE CRISTO REY

 





En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

                                             Es palabra del señor

REFLEXION

 El evangelio de hoy forma parte del juicio ante el prefecto romano, Poncio Pilato, que nos ofrece el evangelio de Juan. Es verdad que desde esa clave histórica, el evangelio de Juan tiene casi los mismos personajes de la tradición sinóptica, entre otras cosas, porque arraigó fuerte la pasión de su Señor en el cristianismo primitivo. La resurrección que celebraban los primeros cristianos no se podía evocar sin contar y narrar por qué murió, cuándo murió y a manos de quién murió. La condena a muerte de Jesús fue pronunciada por el único que en Judea podía hacerlo: el prefecto de Roma como representante de la autoridad imperial. En esto no cabe hoy discusión alguna. Pero los hechos van mucho más allá de los datos de la tradición y el evangelio de Juan suele hurgar en cosas que están cargadas para los cristianos de verdadera trascendencia. El juicio de Jesús ante Pilato es para Juan de un efecto mayor que el interrogatorio en casa de Anás y Caifás. En ese interrogatorio a penas se dice nada de la “doctrina” de Jesús. El maestro remite a sus discípulos, pero sus discípulos, como hace Pedro, lo niegan. Y entonces el juicio da un vuelco de muchos grados para llevar a Jesús al “pretorio”, el lugar oficial del juicio, a donde los judíos no quisieron entrar, cuando ellos los llevaron allí con toda intención.

 El juicio ante Pilato, de Juan, es histórico y no es histórico a la vez. Es histórico en lo esencial, como ya hemos dicho. Pero la “escuela joánica” quiere hacer un juicio que va más allá de lo anecdótico. El marco es dramático: los judíos no quieren entrar y sale Pilato, pregunta, les concede lo que no les podía conceder: “tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley”. Pero ellos no quieren manchar “su ley” con la sangre de un profeta maldito. Pilato tampoco, aparentemente, quiere manchar el “ius romanum” con la insignificancia de un profeta judío galileo que no había hecho nada contra el Imperio. El drama que está en juego es la verdad y la mentira. Ese drama en el que se debaten tantas cosas de nuestro mundo. Pero los autores del evangelio de Juan van consiguiendo lo que quieren con su teología. Todo apunta a que Jesús, siempre dentro del “pretorio”, es una marioneta. En realidad la marioneta es la mentira de los judíos y del representante de la ley romana. Es la mentira, como sucede muchas veces, de las leyes injustas e inhumanas.

 Al final de toda esta escena, el verdadero juez y señor de la situación es Jesús. Los judíos, aunque no quisieron entrar en el “pretorio” para no contaminarse se tienen que ir con la culpabilidad de la mentira de su ley y de su religión sin corazón. Esa es la mentira de una religión que no lleva al verdadero Dios. Esto ha sido una constante en todo el evangelio joánico. Pilato entra y sale, no como dueño y señor, lo que debería ser o lo que fue históricamente (además de haber sido un prefecto venal y ambicioso). El “pobre” Jesús, el profeta, no tiene otra cosa que su verdad y su palabra de vida. El drama lo provoca la misma presencia de Jesús que, cuando cae bajo el imperio de la ley judía, no la pueden aplicar y cuando está bajo el “ius romanum” no lo puede juzgar porque no hay hechos objetivos, sino verdades existenciales para vivir y vivir de verdad. Es verdad que al final Pilato aplicará el “ius”, pero ciegamente, sin convicción, como muchas veces se ha hecho para condenar a muerte a los hombres. Esa es la mentira del mundo con la que solemos convivir en muchas circunstancias de la vida.

 Jesús aparece como dueño y señor de una situación que se le escapa al juez romano. Es el juicio entre la luz y las tinieblas, entre la verdad de Dios y la mentira del mundo, entre la vida y la muerte. La acusación contra Jesús de que era rey, mesías, la aprovecha Juan teológicamente para un diálogo sobre el sentido de su reinado. Este no es como los reinos de este mundo, ni se asienta sobre la injusticia y la mentira, ni sobre el poder de este mundo. Allí, pues, donde está la verdad, la luz, la justicia, la paz, allí es donde reina Jesús. No se construye por la fuerza, ni se fundamenta políticamente. Es un reino que tiene que aparecer en el corazón de los hombres que es la forma de reconstruir esta historia. Es un reino que está fundamentado en la verdad, de tal manera que Jesús dedica su reinado a dar testimonio de esta verdad; la verdad que procede de Dios, del Padre. Sólo cuando los hombres no quieren escuchar la verdad se explica que Jesús sea juzgado como lo fue y sea condenado a la cruz. Esa es la verdad que en aquél momento no quiso escuchar Pilato, pues cuando le pregunta a Jesús qué es la verdad sale raudo de su presencia para que poder justificar su condena posterior. Juan nos quiere decir que Jesús es condenado porque los poderosos no quieren escuchar la verdad de Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

22/11/24

EVANGELIO SABADO 23-11-2024 SAN LUCAS 20, 27-40 XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano». Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro».
Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

                                 Es palabra del Señor

REFLEXION

Una vez más, vemos principalmente a las autoridades religiosas de los judíos poner una trampa a Jesús para cazarle en algún renuncio y desprestigiarle. Pero Jesús, una vez más, salió airoso.

Hoy los saduceos le presentan el relato de la mujer que se ha casado con siete hermanos, después de la muerte de cada uno de ellos, y le preguntan de quién será la mujer cuando llegue la resurrección, creyendo tener seguro un argumento para rechazar la resurrección.

La respuesta de Jesús es clara para tirar por tierra la trampa saducea: “los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán”. Invoca también a Moisés en el episodio de la zarza cuando “llama al Señor: Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos”.  

Más allá de ese pasaje, sabemos que Jesús defiende con fuerza su resurrección y la de todos sus seguidores: “Yo soy la resurrección y la vida el que me sigue aunque muera vivirá para siempre”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

21/11/24

EVANGELIO VIERNES 22-11-2024 SAN LUCAS 19, 45-48 XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

                           Es palabra del Señor

REFLEXION

Acercándose Jesús al final de su vida, recién llegado a Jerusalén, sube al Templo para realizar una acción impensable, por lo osada y peligrosa. Jesús actúa con autoridad. La ha recibido del Padre, pero -además- acaba de ser reconocido por el pueblo, que le recibe y le saluda como aquel que viene en nombre del Señor. Es urgente para él poner las cosas en su sitio, purificar el Templo, liberarlo de las prácticas que impiden que cumpla su función.

Jesús esta vez realiza un gesto público inaudito, con una firmeza y una determinación que no pueden pasar desapercibidas. No puede consentir que el pueblo viva confundido y engañado con un funcionamiento del Templo que impide a las personas el verdadero encuentro con Dios, que sana, perdona, reconcilia.

La frase que aparece en sus labios está tomada de dos textos del Antiguo Testamento, de los profetas Isaías (56,7) y Jeremías (7,11). Y de esos textos podemos extraer lo que angustiaba e indignaba a Jesús del funcionamiento del Templo, y la razón por la que actúa como lo hace:

-. El Templo, lugar de oración, que incluye a todos los pueblos, es un coto cerrado que parece propiedad de unos pocos, y al que ni siquiera todos los miembros del pueblo tienen posibilidad de acceder.

-. La relación con Dios se ha convertido en un comercio: con ritos, ofrendas y sacrificios se puede comprar a Dios, obtener lo que necesitamos, tenerlo de nuestra parte… El mal, el pecado, se pueden relativizar y banalizar: todo se soluciona con dinero. Un dinero que va enriqueciendo a los que tienen sus negocios establecidos en el Templo.

-. Y ello significa, inevitablemente, discriminación de los más pobres: si no tienes dinero no tienes qué ofrecer a Dios. De ahí la clasificación de las ofrendas en función de su valor en dinero.

Todo esto y mucho más que implicaba la dinámica del Templo “obliga” a Jesús a actuar y supone su condena a muerte: todos los poderes se ponen de acuerdo en la necesidad de acabar con él. La única dificultad era que el pueblo, por el contrario, vivía pendiente de su palabra, escuchándola.

Tal vez podemos venir a nuestra realidad y preguntarnos sobre todas estas cuestiones, por las que Jesús puso en juego su vida, en relación con nuestros templos. ¿Priorizamos que ellos sean lugar en el que las personas puedan vivir pendientes de la palabra del Señor? ¿Estaría Jesús preocupado por algunas de las cosas que entonces le movieron a actuar?

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo

20/11/24

EVANGELIO JUEVES 21-11-2024 SAN LUCAS 19, 41-44 XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

                                               Es palabra del Señor

REFLEXION

¡Cómo nos cuesta reconocernos pecadores y necesitados de Salvación! Las palabras del Señor y, sobre todo sus lágrimas, contemplando Jerusalén recuerda el episodio de Jonás anunciando la destrucción de Nínive, que finalmente se salvó al reconocer al Dios de Jonás y hacer penitencia. Jerusalén no se salvará, la Ciudad de Dios, donde estaba el Templo, estaba ciega y sorda: sacrificó al Cordero y se “lavó las manos” con su sangre. El llanto de Jesús por Jerusalén también es el llanto por nuestro mundo, que ha olvidado el Amor con el que fue creado, la Paz que necesita para vivir y no reconoce la sangre derramada de tantos inocentes por su pecado.

El llanto del Señor es o debe ser el nuestro. Pero no para amargarnos o paralizarnos, sino para comprometernos con la causa del Evangelio con un testimonio valiente y cabal.

Hoy es la fiesta de la Presentación de Nuestra Señora por parte de sus padres en el Templo, una conmemoración muy dominicana. Este momento no está en los evangelios canónicos sino en el protoevangelio de Santiago, pero es toda una llamada a presentarnos también nosotros ante el Señor y decirle: aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad.

El llanto de Jesús «sobre su ciudad elegida» es también el llanto «sobre su Iglesia» y «sobre nosotros». Pero ¿por qué —se preguntó el Papa— «Jerusalén no había recibido al Señor? Porque estaba tranquila con lo que tenía, no quería problemas». Por eso Jesús, ante sus puertas, exclamó: «Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz... No reconociste el tiempo de tu visita». La ciudad, en efecto, «tenía miedo a la visita del Señor; tenía miedo a la gratuidad de la visita del Señor. Estaba segura en las cosas que ella podía gestionar».

«Nosotros —destacó el Papa Francisco— estamos seguros en las cosas que podemos gestionar. Pero la visita del Señor, sus sorpresas, no podemos gestionarlas. Y Jerusalén tenía miedo de esto: ser salvada por el camino de las sorpresas del Señor. Tenía miedo del Señor, de su esposo, de su amado». Porque «cuando el Señor visita a su pueblo nos trae la alegría, nos trae la conversión. Y todos nosotros tenemos miedo»: no «de la alegría», destacó el Pontífice, sino más bien «de la alegría que trae el Señor, porque no podemos controlarla».

(Resumen de la Homilía 20 noviembre de 2014)

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)