En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos»
Es palabra del Señor
REFLEXION
Varias veces escuchamos en el Evangelio aquello de “los últimos serán los primeros” Y hoy viene a colación de la pregunta que le hacen a Jesús sobre el número de los que se salvarán. Y Él les responde que procuren entrar por la puerta estrecha, es decir: que huyan de los caminos fáciles y se esfuercen para alcanzar la salvación.
Ser cristiano nunca ha sido una tarea fácil y en los asuntos del alma no valen los atajos. Y mucho menos podemos pretender entrar en el Reino de los Cielos si obramos con iniquidad, es decir con maldad, y luego queremos que el Padre nos trate como si nada hubiera pasado. Dios es misericordioso, pero también es justo. Ser cristiano supone seguir las huellas de Cristo, obrar el bien, practicar la justicia, vivir la caridad. Todo es “pasar por la puerta estrecha”. A veces no es sencillo, hay muchas cosas que nos distraen, muchas tentaciones a nuestro alrededor, y por eso es necesaria la oración personal, el trato cotidiano con el Señor, leer las Escrituras, el frecuentar los Sacramentos, esas son las herramientas con las que contamos para caminar por el mundo.
El mensaje de Cristo es universal, al final de este pasaje nos dice cómo vendrán gentes del norte y del sur, del oriente y el occidente a sentarse a la mesa del Señor. Les viene a decir a los que le preguntaban que no por ser el pueblo elegido tendrían privilegios, todos serán tratados igual. Aunque hubieran comido con Él, aunque le hubieran escuchado predicar, si no habían hecho suyas sus palabras de poco les valdría. Y así también nosotros: aunque vayamos a misa los domingos, aunque cumplamos los preceptos, si no obramos en consecuencia y nos esforzamos en pasar por la puerta estrecha de poco nos habrá servido.



