¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Con la parábola del Buen Samaritano, Jesús trata de poner en valor la actitud humana de la compasión como aquella que trae la salvación al hombre. Las actitudes del Sacerdote y del Levita, que pasan de largo ante el herido, son un paradigma de la comprensión de lo religioso, de la relación con Dios, de pensar que se salva el ser humano desde el formalismo ritual de la pureza o desde el legalismo del cumplimiento de la norma.
Por salvaguardar la pureza, ritual o legal, se alejan de la humanidad y de la compasión, del cuidado y del otro, del prójimo. El Sacerdote y el Levita probablemente también podrían decir que amaban al hombre herido, pero que amaban más a Dios. Jesús está enseñando que no sólo no pueden separarse, sino que esa actitud ritual o legalista en el fondo es un movimiento que separa a Dios de los hombres. Encerrando a Dios en la sacralidad de las formas o de las normas, se hace el ser humano un Dios a su propia medida, al que poder tener controlado, un Dios a imagen del hombre. Con esas claves la forma de amar a Dios es ajena a lo humano, por eso separa a Dios de las personas.
No es tan llamativo así que elija poner como modelo de lo contrario a un hombre de Samaría, que para Israel eran una suerte de herejes que se habían alejado de la comprensión de Dios. La enseñanza de Jesús es clara. Dios no se deja aprehender por los criterios de las personas. Dios es misericordia, es amor, es compasión, y quien quiera encontrarle, ha de vivir y actuar desde esas mismas categorías: ve y haz tú lo mismo, le dice Jesús al Maestro de la Ley preocupado por su salvación.
Jesús está mostrando el rostro y la identidad de quién es Dios, de cómo es, y de que la auténtica forma de relacionarlos con Él, de amarle, es amando y relacionándonos con los demás desde la compasión y el cuidado, que es el amor en clave práctica. Hay ahí otra clara enseñanza. El amor ha de ser real, concreto y práctico, ha de tener un correlato material, no puede ser el amor una convicción teórica, una creencia abstracta, no existe la compasión como idea, sino que el amor y la compasión ha de tener siempre una praxis real.
¿Escucho a Dios aunque lo que me pida no sea de mi agrado? ¿Me dejo vencer por el enfado o por la compasión? ¿Me relaciono con Dios desde el rito y la norma? ¿Cómo hago práctico el amor a Dios y al prójimo?