En aquel tiempo, dijo Jesús:
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús lanza un lamento profético sobre las ciudades que no han respondido a su predicación. No es una amenaza, sino una llamada urgente a la conversión. La penitencia interior que Él pide no es un formalismo externo, sino —como enseña la Iglesia— una reorientación radical de toda la vida, una conversión del corazón.
Implica romper con el pecado, aborrecer el mal y volvernos a Dios con sinceridad y decisión. La indiferencia ante la Palabra no es neutra: nos aleja del Reino. Hoy, también nosotros somos invitados a volver a Dios con todo el corazón.
¿Estoy dejando que la Palabra de Dios me cambie de verdad o me he vuelto insensible a su llamada?
Jesús, transforma mi corazón y líbrame de la indiferencia. Quiero convertirme de verdad y seguirte con todo mi ser. Amén