Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Pero eso sí: Dios no lo hace todo. Exige de nosotros vivir en serena tensión, para recibirle a Él, a su gracia. La vida no debe ser dejarse vivir, simple existir, sin procurar que esa existencia esté impregnada de vida, de eso que es eterno, más fuerte que la muerte, y es lo más humano: el amor, la búsqueda de la verdad, construir comunidad, estar atento a la dimensión trascendente de nuestro ser humano, que se manifiesta en la presencia de Dios, de Jesucristo, en nuestra vida.
No podemos vivir en la actitud perezosa, de quien se deja llevar por la rutina, sin darse tiempo para fundamentar su ser humano en lo que le da sentido y dignidad, como el amor, la verdad, la dimensión trascendente de lo que somos, por invitación a Dios, consumada en su presencia en Jesús de Nazaret.
Pensemos en qué tiempo dedicamos al día con todas sus ocupaciones y preocupaciones, a ver ante Dios lo esencial de nuestra condición humana, y el compromiso por ser el ser humano, que Dios quiere. Que sepamos descubrir en nosotros más la gracia, lo bueno que recibimos de Dios que no nuestro pecado, más los valores de vida que los que anuncian muerte.



