Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Seguimos con el evangelio de San Juan, el evangelista más hondo más profundo, pero no el más fácil de entender. Jesús dice a sus oyentes judíos “donde yo voy no podéis venir vosotros”, a causa de su pecado. Los judíos no entendían esa diferencia entre uno, Jesús, sin atributo alguno religioso, y ellos. Juan utiliza su concepto negativo del mundo, que es el ámbito de los judíos y del pecado, al que Jesús no pertenece; pues Jesús no es de la tierra como son los judíos que le interpelan, él es del cielo. Cuando le preguntan sorprendidos tú ¿quién eres? o ¿quién te crees ser? Jesús no les responde, pues les cree incapaces de entender. Por lo menos hasta “que levanten al Hijo del Hombre…”. En esta expresión ha visto la tradición una referencia a la serpiente de bronce en el desierto, liberadora de los atacados por serpientes. Y Jesús continúa con más claridad al afirmar que ha orientado su vida en orden a obedecer al Padre; de modo que pueda decir: “yo hago siempre lo que le agrada”; aunque sea a costa de su vida. Se puede pensar que Jesús no se expresó con toda claridad, que no se ha dejado entender; sin embargo el texto añade, “cuando les exponía esto muchos creyeron en él”. Esa expresión resuena en nuestro interior: ser de los que creen él, y hacer lo que al Padre le agrada, como objetivo vital, cueste lo que cueste. Jesús, elevado en la cruz, será serpiente de bronce que nos libre del veneno de quien no puede más que arrastrarse por el suelo, del que no se eleva para mirar a la referencia de nuestro vivir: el crucificado. Esa, entiendo, es la reflexión que nos ofrece la liturgia hoy. | ||
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