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EVANGELIO MARTES 08-04-2025 SAN JUAN 8, 21-30 QUINTA SEMANA DE CUARESCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».

Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».

Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».

Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».

Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».

Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.

Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».

Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

              Es palabra del Señor

REFLEXION

Seguimos con el evangelio de San Juan, el evangelista más hondo más profundo, pero no el más fácil de entender. Jesús dice a sus oyentes judíos “donde yo voy no podéis venir vosotros”, a causa de su pecado. Los judíos no entendían esa diferencia entre uno, Jesús, sin atributo alguno religioso, y ellos. Juan utiliza su concepto negativo del mundo,  que es el ámbito de los judíos y del pecado, al que Jesús no pertenece; pues Jesús no es de la tierra como son los judíos que le interpelan, él es del cielo.

Cuando le preguntan sorprendidos tú ¿quién eres? o ¿quién te crees ser? Jesús no les responde, pues les cree incapaces de entender. Por lo menos hasta “que levanten al Hijo del Hombre…”. En esta expresión ha visto la tradición una referencia a la serpiente de bronce en el desierto, liberadora de los atacados por serpientes. Y Jesús continúa con más claridad al afirmar que ha orientado su vida en orden a obedecer al Padre; de modo que pueda decir: “yo hago siempre lo que le agrada”; aunque sea a costa de su vida.

 Se puede pensar que Jesús no se expresó con toda claridad, que no se ha dejado entender; sin embargo el texto añade, “cuando les exponía esto muchos creyeron en él”. Esa expresión resuena en nuestro interior: ser de los que creen él, y hacer lo que al Padre le agrada, como objetivo vital, cueste lo que cueste. Jesús, elevado en la cruz, será serpiente de bronce que nos libre del veneno de quien no puede más que arrastrarse por el suelo, del que no se eleva para mirar a la referencia de nuestro vivir: el crucificado. Esa, entiendo, es la reflexión que nos ofrece la liturgia hoy.


Juan JoséFray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)