16/9/25

EVANGELIO MIERCOLES 17-09-2025 SAN LUCAS 7, 31-37 XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo el Señor:
«A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?

Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

                    Es palabra del Señor

REFLEXION

Viene el Bautista y le llaman endemoniado por su vida austera. Viene Jesús y le llaman comilón y borracho porque entra en casa de todo el mundo. El caso es no querer ver los mensajes de ambos: la conversión, el amor al prójimo, la Buena Nueva. Los que les conocen se quedan solo con las apariencias más superfluas y no se paran a escuchar sus mensajes, como los niños que juegan en la plaza de manera atolondrada y no atienden a lo que se les dice ni oyen la música que suena.

En muchas ocasiones nos dejamos llevar por las primeras impresiones ante una persona que conocemos, ante un hecho o una circunstancia, y no nos paramos a analizar en profundidad lo que tenemos delante. Tanto San Juan Bautista como Jesús hablaron para todo el mundo, no se escondían de nadie ni se dirigían a unos pocos elegidos: lanzaban sus mensajes por los caminos, en las plazas, en las calles, donde todo el mundo pudiera escucharlos. Su manera de vivir y relacionarse con los demás era pública, conocida y discutida.

Al final de este pasaje Cristo nos da la clave: “Los hijos de la sabiduría le han dado la razón” (en referencia al Bautista) es decir: aquellos que ponen todos sus sentidos, que no se quedan con lo primero que ven, que son capaces de analizar y meditar lo que observan y escuchan, son capaces de llegar al fondo del mensaje.

Pues así nosotros debemos ser reflexivos cuando nos hablen, no dejarnos llevar por opiniones ajenas ni por las apariencias, porque podemos caer en lo superficial y perdernos el tesoro que se oculta como les pasó a muchos de los que conocieron a Jesús y al Bautista y no supieron entender sus “palabras de vida eterna”. La lectura de la Palabra, la oración y la meditación nos ayudarán a conocer a Cristo y su mensaje y a no ser como los niños de la plazuela.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro

Nací en Ciudad Real en 1960 y estoy vinculado a la Orden de Predicadores por la cercanía de mi familia a la Orden en Almagro con quienes recibí mi catequesis y mi formación adulta. Soy Licenciado en Derecho e Historiador del Arte y he sido Alcalde y Diputado Nacional. Ingresé en la Fraternidad de Almagro en 2010 y he realizado estudios bíblicos y sobre la figura de Santo Tomás. También he sido catequista en mi Parroquia y he impartido cursos a Hermandades y Cofradías.

15/9/25

EVANGELIO MARTES 16-09-2025 SAN LUCAS 7, 11-17 XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».

Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

La situación de la mujer a la que Jesús se dirige en el evangelio de hoy no podía ser más trágica: viuda y con el único hijo, muerto. Es decir, una mujer que ya no tenía futuro, pues no tenía –como lo exigía la sociedad de entonces– ningún varón que la pudiera cuidar o ayudarle a gestionar la vida.

Partiendo de la mirada –«al verla»–, la reacción de Jesús ante ella es de compasión. Una compasión activa: «le dijo: “No llores”». Esta frase no representa el consuelo fácil de quien, desde una situación segura, propone un alivio nominal. En Jesús, esta frase asegura el compromiso de Dios de quitar el motivo del llanto: «felices los afligidos, porque serán consolados» (Mt 5). Este compromiso, este “involucrarse” lleva a Jesús (a Dios) a tocar el ataúd –algo prohibido por la Ley– y a invitar al joven muerto a levantarse y a vivir. Le devuelve el hijo a la madre y así, le devuelve el aliento vital –el consuelo– a los dos.

Así, tocar y decir, gesto y palabra conforman el modo como Dios se comunica con la Humanidad y la renueva, la restaura, la levanta a su altura. Ese “modus operandi” de Jesús se repite con cada ser humano, también con nosotros. Jesús nos ve, se nos acerca, toca nuestro corazón y nos habla en la intimidad: «a ti te lo digo, levántate!», alcanza la medida de tu altura, no te arrastres ni estés encorvado, camina erguido, con plena dignidad, la dignidad del hijo o hija de Dios que eres.

Esta visita de Dios a la humanidad, esa visita de Jesús a nuestra vida… es la que nos renueva y nos transforma “a su modo”, para servir como Él, y así caminar atentos para ver, para consolar y para comprometernos por la compasión. Ese es lugar y el único modo desde el cual se puede vivir la vida cristiana y se puede desempeñar todo ministerio en la Iglesia.

Si Jesús era el Signo eficaz de Dios en medio de su pueblo…¿cómo lograr que nuestras comunidades sean una señal visible y actuante de Jesús en medio de nuestra sociedad de hoy, también desesperanzada y con tantas pérdidas? ¿Con qué gestos y palabras podríamos invitar a levantarse a quienes se sienten sin vida y sin fuerzas?

Fray Germán Pravia O.P.

Fray Germán Pravia O.P.
Casa de la Santísima Trinidad, Montevideo, Uruguay

Nací en Montevideo en 1968 y fui ordenado sacerdote en Argentina en 1993, tras una etapa misionera en barrios populares de la periferia de Buenos Aires. Desde 2011 viví en Paraguay, y conocí a los dominicos en el trabajo pastoral de sus barrios inundables, ingresando en la Orden de Predicadores en 2018. Tras el noviciado me licencié en Teología Espiritual en Comillas y me doctoré en Teología en San Esteban de Salamanca. Ahora resido en la comunidad de Montevideo, donde combino la docencia con la pastoral parroquial y el acompañamiento espiritual. Me apasionan la música, la lectura y el servicio desde el acompañamiento personal.

14/9/25

EVANGELIO LUNES 15-09-2025 SAN JUAN 19, 25-27 XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

Al pie de la cruz nos presenta Jesús a su madre y nos la entrega como nuestra Madre, nos lo da todo, incluso a su madre. ¡Ahí tienes a tu madre!... Palabras que iluminan profundamente el misterio de una Cruz. Esta no representa una tragedia sin esperanza sino lugar donde Jesús deja sus últimas voluntades de amor.

Son el origen de la vocación materna de María hacia la humanidad entera. Ella será la madre de los discípulos de su Hijo y cuidará de ellos y de su camino. Jesús no quiere dejarlos solos, por eso les pide que se acompañen. Hace de los suyos una familia que tiene el mismo Padre y una misma madre a quien le entrega el cuidado de sus discípulos. A ellos por su parte, les corresponde recibirla como propia madre, siguiendo el ejemplo del discípulo amado.

Es una maternidad que nos da pertenencia, la seguridad de tener un lugar, un regazo, un mismo amor. Fuera del amor de María sólo podemos estar al peligro de amores infecundos, carentes de significado, amores dependientes y esclavizados. En cambio, el amor de madre provoca confianza, nos da el ser y la vida, nos ofrece identidad, nos hace saber que somos amados y dignos de amor. El amor de madre mitiga el dolor, nos hace fuertes y nos lleva a experimentar la ternura del afecto que requiere la llamada de Dios.

Se gesta allí junto a la cruz, en medio de un panorama desolador, silencioso, oscuro, terrorífico, la necesidad de acoger al otro y de aprender a convivir con el otro. En la cruz Jesús deposita en las manos de Juan, la vida de María y en las manos de María la vida del discípulo y de la Iglesia.

María en su dolor asume como madre el nuestro, nuestro sufrimiento no le es indiferente. María comprende nuestra fragilidad humana, sin muchas palabras sabe descifrar nuestros interrogantes y temores, descubre nuestras angustias y pacientemente espera que volvamos a ella para abrazarnos con confianza.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)

13/9/25

DOMINGO 14 DE SEPTIEMBRE 2025 : XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En este Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos propone conmemorar en el día del Señor la Exaltación de la Cruz que se celebra siempre el 14 de septiembre con motivo de la dedicación de la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén. 

En el calendario litúrgico tenemos 3 fiestas que giran alrededor de la cruz y que convienen diferenciar. La fiesta por antonomasia es el Viernes Santo; le sigue la Fiesta de la Cruz celebrada el 3 de Mayo para conmemorar el día en que Santa Elena encontró en Jerusalén la cruz en la que fue crucificado el Señor Jesús en el 326 d.C.; y, por último, en relación con la fiesta anterior, tal día como hoy, el 14 de septiembre, la exaltación de la Cruz, se conmemora el día de la consagración de la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén o de la Anastasis en el año 335 d.C. 

De nuevo, en este domingo, la Iglesia propone a los creyentes volver sus miradas a la cruz para comtemplar su incomprensible sabiduría, locura e imbecilidad para la sabiduría del mundo.

Fray José Rafael Reyes González

Fray José Rafael Reyes González
Real Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)

LECTURAS DEL DOMINGO 14-09-2025 : XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primera lectura

Lectura del libro de los Números 21, 4b-9:

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo».

El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».

Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

                   Es palabra del Señor

Salmo

Salmo 77 R/. No olvidéis las acciones del Señor

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. R/.

Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor. R/.

Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. R/.

Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre.

                   Es palabra del Señor

REFLEXION

1ª Lectura (Números 21,4b-9): De paso por el desierto

Este texto del libro de los Números nos resulta hoy una verdadera leyenda religiosa, casi pagana, propia de un pueblo del desierto que tiene que defenderse contra los adversarios más naturales de ese hábitat. No podía ser de otra manera y no merecería la pena entrar en una interpretación historicista del relato (como sería el pensar que esta tradición habría nacido en contacto con las minas de cobre en la Arabá, en Timna, cuando el pueblo pasa por allí). Sabemos que a la religión se le ha dotado de tradiciones y leyendas que a veces pueden resultar demasiado culturalistas. Eso es lo que sucede en este caso. Los hombres siempre han recurrido a artes extrañas e incluso las han plasmado en ritos religiosos con los que quiere expresar que solamente es posible que Dios nos defienda.

2ª Lectura (Filipenses 2,6-11):La solidaridad divina se ha humanizado

Son muchos los que piensan que Filipenses 2:6-11 es en su esencia un antiguo himno cristiano. Pablo lo tomó, lo adaptó y lo retocó, con objeto de que sirviera para poner ante la comunidad de Filipos el "modelo" de la deidad velada en el misterio de su anonadamiento. Los creyentes alababan al Hijo de Dios: porque "se despojó a sí mismo" (v. 7) y escogió dejar de lado sus propios derechos y privilegios para convertirse en hombre. Y no cualquier hombre, sino un siervo humilde, esclavo, con lo que ello significaba en aquél ambiente. Y murió, pero no con una muerte humana, sino inhumana: la "mors turpissima" que se despreciaba en aquella sociedad, como se repudiaba a los esclavos y a los que hambreaban tener la dignidad que su conciencia y su corazón les dictaban.

No es determinante que insistamos o pongamos de manifiesto si las dos estrofas del himno tienen el mismo equilibrio; tampoco el trasfondo (background) que las sustenta, aunque resulte erudito. Es una pieza, sin embargo, que quiere cantar antes que nada la kénosis (el vaciamiento, el despojamiento) de lo divino en lo humano. No se trata tampoco de que ésto lo entendamos ontológicamente, porque no es la ontología del ser divino y el humano que aquí prevalece. Es verdad que antes de que Jesús, el Señor y el Hijo de Dios, fuera uno de nosotros, preexiste en una «prehistoria” divina a la que renuncia para llegar a la kénosis. Esa, y no otra, es la razón de la alabanza de este himno que se cantaba en alguna comunidad paulina. Esa prehistoria es importante, porque no se está hablando simplemente de la aparición de un hombre extraordinario, como otros hombres maravillosos han aparecido en la historia. ¡No! "Apparuit Deus in humanitatem suam".

Entonces ¿qué significa kénosis? Entre las muchas cosas que Me pueden decir elegimos ésta: la solidaridad con los que no son nada en este mundo. Esa es la razón por la que se compuso este himno. Y no se trata de una simple solidaridad social, sino de radicalidad antropológica. Si se hizo esa opción antropológica es porque a Dios le interesa el hombre, la humanidad y, de la humanidad, aquellos que han sido reducidos a lo inhumano. La muerte en la cruz es la máxima expresión de lo inhumano y hasta ahí llegó. Y ello no es una simple representación estética. Por medio está toda una vida y unas opciones proféticas en medio de un pueblo quo adora a Dios, pero que le llevan a una condena. No eligió concretamente la muerte en la cruz en el misterio de su kénosis; eso quedaba a decisiones de los que podían resolver y decidían sobre la vida y la muerte de las personas. Y esos precisamente, emperadores y reyes, querían recorrer un camino opuesto al del Hijo: dejar de ser hombres para ser adorados como dioses. Algunos lo consiguieron con mucha sangre y crueldad, pero su divinidad se ha esfumado. Que Pablo haya añadido 'y una muerte de cruz" -como muchos creen-, es para dejar bien asentada esa solidaridad radical.

Por eso se le dio un nombre nuevo. El nombre es una misión, Su nombre es Jesús, el que tuvo siendo hombre en esta historia, pero desde la cruz ese nombre viene a ser fuente de salvación: Dios es mi salvador, significa. El crucificado, pues, ya no es un maldito, sino el bendito porque ha sabido llegar a "entregarse" por todos. Y al nombre de Jesús... La cruz no es adorada, no puede serio, La cruz es un patíbulo y sigue siendo un patíbulo para muchos. En la cruz hay que poner un nombre, una persona, una historia real, un Hijo, que es lo que le da sentido. Allí, en la cruz, se resuelvo toda una historia de amor de Dios por la humanidad. Y esa historia la realiza Jesús, el crucificado, que por su solidaridad con la humanidad es glorificado.


Fray Miguel de Burgos Núñez

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 14-09-2025 SAN LUCAS 3, 13-17 XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

                          Es palabra del Señor

REFLEXION

El diálogo con Nicodemo es una de las estampas más significativas del evangelio de Juan. Nicodemo, desde "su noche", viene -según el evangelista- a encontrarse con Jesús ¿por qué? Habría que pensar en el trasfondo de la comunidad joánica, así como en el acercamiento de algunos judíos a los cristianos, para poder entender esta escena. Hubo enfrentamientos muy fuertes entre judíos y cristianos, y esto se refleja en este evangelio. Pero también hubo judíos que con toda su carga religiosa y su tradición querían buscar la verdad, la luz, el agua viva, el nuevo maná. Los israelitas en el desierto protestaban contra el maná y vinieron serpientes. Estos conceptos teológicos son muy propios del evangelio de Juan.

En concreto, los vv. 13-17 corresponden a una reflexión teológica, sobre palabras de Jesús, que tienen una carga soteriológica de envergadura. Aquí se ha querido ir más allá de lo que el mismo Jesús pudo decir en su vida histórica. Porque no podemos olvidar que este evangelio se construye con una ideología soteriológica que se pone de manifiesto desde la misma presencia de Jesús en la "encarnación". Jesús es el "revelador" de la salvación y quien se encuentra con él y cree en él, se encuentra con la vida. El texto, además, intenta superar la escena religioso-culturalista de la primera lectura (Núm 21,8). Ahora los hombres no tienen que mirar a una serpiente en su "abrasador" (saraf: cf Is 30,6), sino al trono de la cruz, donde ha sido elevado el Hijo del hombre. Ahora la salvación no queda en mirar a un animal venenoso, por mucho simbolismo que tuviera en la antigüedad y en la Biblia.

En la cruz está el "hijo del Hombre". El "abrasador" es una cruz que los hombres han levantado para quien revelaba a Dios de una forma nueva e inaudita. Y esto lo explica la teología joánica como "amor" de Padre al mundo. Es, probablemente, la afirmación soteriológica más decisiva de estas palabras del evangelio. El Hijo de Dios ha venido entregado por el Padre "para salvar" al mundo. El mundo en San Juan son los hombres que no aceptan el proyecto salvífico de Dios. Bien, pues ese Dios no odia al mundo, sino que lo ama y así lo muestra en el misterio de la entrega del Hijo. Podríamos atrevemos a decir que el texto evangélico de hoy es una "versión" joánica del himno de la carta a los Filipenses, ni más, ni menos. Con un trasfondo distinto, pero que viene a misma verdad.

Se ha dicho que este es también un texto de profundo calado escatológico, muy propio de la teología joánica. ¡Es verdad! El juicio de nuestra salvación futura no es una decisión jurídica y enrevesada de última hora ante un ficticio tribunal divino. Esa es una imagen apocalíptica poco feliz. Es en el presente donde se está decidiendo nuestro porvenir salvífico. Ello es posible al aceptar por la fe al que ha sido "elevado a lo alto", en la cruz, donde se inicia su gloria. En la teología del cuarto evangelio la elevación en la cruz es la glorificación; por eso se permite proclamar: "y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, Decía esto para significar de qué muerte iba a morir." (Jn 12,32-33). Toda una garantía que teológicamente es irrenunciable: el Dios de nuestra salvación es un Dios que ama al mundo que lo rechaza. No un dios perverso o rencoroso. Es un Dios que quiere ser aceptado, que quiere ser amado, desde el amor que Él mismo ha mostrado en su Hijo entregado hasta la muerte en la cruz. Esa es su gloria esa es nuestra garantía.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

12/9/25

EVANGELIO SABADO 13-09-2025 SAN LUCAS 6, 43-49 XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón lo habla la boca.

¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?

Todo el que se viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.

El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

En el Evangelio, el Señor nos hace una llamada a la autenticidad, a cultivar un corazón bueno y a derramar desde ahí la bondad a nuestro alrededor. Para ello nos invita a guardar su Palabra, a recibirla como tierra buena que acoge la semilla y da fruto, perseverando. Así seremos hombres y mujeres de una pieza, llenos de la alegría, la paz y la fuerza del Señor. Vendrán dificultades, pero nosotros permaneceremos inamovibles.

Cimentados en Cristo, realizando la verdad en el amor, haremos crecer todas las cosas hacia Él (cf. Ef 4, 15). Seremos una casa bien construida, morada de Dios, cobijo para los demás. Porque, de esa manera, sabremos bien de dónde venimos y a dónde vamos, y en nuestro caminar hacia la meta iremos sembrando el amor. Pasaremos haciendo el bien, como nuestro Maestro.

Que, a través de estas lecturas, el Espíritu Santo despierte en nosotros el anhelo apremiante de vivir plenamente lo que somos: discípulos de Cristo, hijos de Dios, criaturas nuevas, redimidas, cimentadas en la misericordia, colmadas del amor de Dios.

 Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad - MM. Dominicas

Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad - MM. Dominicas
Palencia

Somos monjas dominicas. Nuestra comunidad está formada por 15 hermanas de tres países diferentes: España, Brasil y Paraguay. Con edades comprendidas entre los 30 y 100 años. Nuestro monasterio, fundado hace 500 años, se ubica frente a la plaza donde se encontraba la casa en la que vivió Santo Domingo de Guzmán en Palencia y frente al Convento de frailes dominicos que fundó él mismo, en su último viaje a España. Estamos unidas a la Santa Predicación por la oración y la penitencia. Cuidamos con esmero de la liturgia, escrutamos con corazón ardiente las Escrituras y estudiamos diligentemente la Verdad Sagrada. Nuestras puertas están siempre abiertas para que la gente comparta nuestra oración y silencio.

11/9/25

EVANGELIO VIERNES 12-09-2025 SAN LUCAS 6, 39-42 XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como un maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

                     Es palabra del Señor

REFLEXION

La presencia viva de Jesús en la liturgia se encarga de iluminar la peregrinación de sus seguidores por las sendas que llevan a feliz término. No conduce a meta alguna la senda que se pretende tomar desde la ceguera espiritual. Tampoco la que el ciego espiritual se esforzara por indicar a los demás.

Es muy triste la ceguera corporal. Ciegos gritaban a Jesús: «Ten piedad y compasión de nosotros»; a veces los tomaba de la mano para conducirlos, o los llamaba para que se acercaran a él y les escuchaba esta súplica: «Maestro, que vea». Muchos ciegos comenzaron a ver por su poder de hacer milagros.

El Señor, sin embargo, realizó con su encarnación el gran milagro de curar la obcecación espiritual de los humanos, todos contaminados por el pecado. Esta ceguera es infinitamente más penosa que la de la vista. Con ella no se descubren caminos. La historia de la salvación propia del Antiguo Testamento es toda una preparación para recibir al sol que viene de lo alto, que es Jesús.

Puestos ya en la plenitud de los tiempos, es el propio Jesús quien se convierte en luz para iluminar las tinieblas de la humanidad. En el fragmento que hoy meditamos pone en guardia para no pretender recibir la luz de los que no la tienen: «Si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo». En la luz de Cristo se ha de encender toda luz que, de verdad, alumbre los pasos de la vida hacia su destino. Con la luz de Cristo se ha de escudriñar el propio yo para descubrir que, sin ella, volvemos a no ver con nitidez o a experimentar la ceguera. La corrección ha de dirigirse, un día tras otro, hacia uno mismo.

Es verdad que el Evangelio habla de la corrección paterna y fraterna, pero ha de ser «según el Señor» (Ef 6, 4), la reciben todos (Heb 12, 8), ninguna es de momento agradable, sino penosa. La corrección de nuestro padre Dios no hemos de menospreciarla, no desanimarnos por ella (Heb 12, 5). Dios nos trata como a sus hijos y «¿qué hijo hay a quien su padre no corrige?».

De la corrección fraterna trata nuestro texto: «Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano». Se trata de un acto de caridad, como es la de ganar a nuestros hermanos para la salvación, es decir, para los caminos que se dirigen a ella. Sin, embargo, hay que hacer la corrección desde el amor y la humildad más verdadera; en general, secreta y a solas ( Mt 18, 15), en momentos oportunos, con prudencia, desde una conducta personal limpia y dirigida la intención a la mejora del prójimo.

A este respecto puede considerarse útil cuanto atestiguaban, bajo juramento, algunos conocedores de santo Domingo. Así, fr. Pablo de Venecia: «Observaba con exactitud y perfección la regla. Exhortaba a los frailes y mandaba que se ajustaran plenamente a ella; castigaba con rigor a los que la quebrantaban, pero los corregía con tanta paciencia y benignidad de palabras, que nadie se alteraba o conturbaba a causa de la corrección». Por su parte, fr. Rodolfo de Faenza testimonió: «Era alegre, afable, paciente, misericordioso, benigno y consolador de los frailes. Si veía a algún fraile faltar en algo, pasaba de largo, como si no lo advirtiera. Pero después, con rostro plácido y palabras cariñosas, [decía]: “Hermano, has obrado mal, confiésalo”. Con dulces palabras inducía a todos a la confesión penitencial. Aunque con humildes palabras, castigaba con severidad los excesos; sin embargo, se iban de él consolados».

Fray Vito T. Gómez García O.P.

Fray Vito T. Gómez García O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)

Soy fraile dominico y me he especializado en teología e historia de la Iglesia. He sido docente en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia y he impartido cursillos, ejercicios espirituales y conferencias en diferentes países de Latinoamérica, Filipinas e Italia. Durante doce años fuí postulador de las causas de canonización de la Orden de Predicadores. Aunque estoy destinado en el convento de Santo Tomás, Sevilla, actualmente presto servicio en el convento de Santo Domingo, Torrente – Valencia. He nacido en las inmediaciones de los Picos de Europa (León), y siempre me ha gustado subir montañas, especialmente en León y Cataluña.

10/9/25

EVANGELIO JUEVES 11-09-2025 SAN LUCAS 6 27-38 XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

En este evangelio Jesús nos exige tener un comportamiento determinado en nuestras relaciones con las demás personas, con todas las personas: amar, tratar bien a los que no nos quieren, sonreír y bendecir a los que hablan mal de nosotras, ayudar al que no quiso echarnos una mano en nuestros apuros, dar sin medir lo que damos… y un largo código de normas a cuál más difícil de cumplir de manera constante, a lo largo de nuestra vida.

Creo que Jesús quiso llamar nuestra atención de una manera fuerte y exigente para que esto nos choque, nos interpele, y nos haga ver la necesidad de comentar con nuestra comunidad, con otra gente, todo esto, para encontrar entre todos, una manera practica de incorporarlo a nuestra vida, a nuestra actitud general de relacionarnos, y no como unas normas a cumplir, que terminarían angustiándonos porque no las cumplimos.

No, pienso que están dichas para confiar y descubrir mejor cómo es Dios. Y al sentirnos hijos de un Dios así, nos sintamos atraídos por su corazón misericordioso y eso vaya calando en nuestro corazón.

En segundo lugar, tiene, me parece, este texto de Jesús en su conjunto, una internacionalidad de sacarnos de un concepto individualista del perdón que tan arraigado tenemos todos. Su propuesta es una dinámica nueva para cambiar la lógica del mal. La lógica de la desigualdad que no crea hermanos, la lógica de la acumulación que crea pobreza, la lógica del premio-castigo que crea hipocresía, la lógica del ojo por ojo que crea odio, la lógica de buenos y malos que crea intolerancia. Estas lógicas son malas porque crean injusticia que hace sufrir a la gente.

Jesús se dirige a los cristianos, sobre todo a los que sufren en sus carnes la injusticia, la muerte y el desprecio de los poderosos, para que hagan entre ellos lo contrario de lo que les hacen a ellos, perdonándose sus deudas, compartiendo lo que se tiene con generosidad; esto es creando unas relaciones o sistema económico basado más en el reparto y la igualdad, poniendo por encima de las leyes el bien de las personas más desprotegidas, solucionando los conflictos hablando, poniéndose en el lugar del otro, buscando con sinceridad la justicia y el bien común.

En definitiva, creando todo un sistema de relaciones personales y sociales alternativas, que vaya socavando la lógica del sistema de opresión, y exclusión deshumana del poder.

Hna. Mari Cruz OP

Hna. Mari Cruz OP
Dominica de la Anunciata

Nací en Torrelavega (Cantabria) y estudié en Las Hijas de la Caridad. Fui a la Universidad de Oviedo a estudiar Químicas y allí conocí a las Dominicas de la Anunciata. Ingresé en la Congregación y después de los estudios de formación y de teología en Madrid y tras terminar la carrera, vine a vivir a Renteria- Galtzaraborda, a un barrio obrero, con otras hermanas, donde sigo. He dado clases en el colegio de la Anunciata de Pasajes compaginándolo con la vida y misión de la comunidad de la Parroquia de Galtzaraborda. Al principio trabajé con jóvenes, y siempre en Caritas en Acogida a emigrantes y Acompañamiento a personas presas. Disfruto con el mar, el monte y las personas. Soy muy feliz y he aprendido del Evangelio y de las personas con las que he convivido, lo que soy se lo debo a todos.

9/9/25

EVANGELIO MIERCOLES 10-09-2025 SAN LUCAS 6, 20-26 XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados!, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

                     Es palabra del Señor

REFLEXION

Leemos este domingo uno de los fragmentos más bellos del Evangelio, aunque no siempre ha sido correctamente predicado. Es habitual que entendamos la primera parte de cada una de las bienaventuranzas, y ahí nos quedemos, satisfechos, pero creo que ese no es el mensaje completo que Jesús nos da. Cierto que dice que son felices los pobres, pero no es por el hecho de ser pobres, sino porque, tras esa pobreza, se encuentra la posesión del Reino de Dios.

Lo mismo podemos decir de la segunda bienaventuranza; no somos bienaventurados si padecemos hambre, sino porque quedaremos saciados; Si ahora lloramos será el preludio de las risas. Un poco más complicadas son las siguientes, pues nos anuncian sufrimientos, y exclusión social, que tendrán compensación, pero ya en el Reino de los cielos, aunque nada impide que el consuelo se haga presente en esta vida.

Y viene la segunda parte en la que Jesús lanza sus diatribas contra los satisfechos. Creo que deberíamos entender que esa especie de maldición/lamento está orientado a que la vida de los ricos, los poderosos, los hartos, cambie y empecemos a compartir. Nuestra hartura actual debe servir para aliviar el hambre, nuestras riquezas para compensar las pobrezas que nos rodean, nuestra paz personal para repartir paz al resto del mundo: ¡Seamos fuertes y hagámoslo!. ¡Es lo que Dios espera de nosotros!.

Compartamos la riqueza, la alegría, todos los bienes que Dios ha puesto en nuestras manos no para que los atesoremos, sino para que, compartiéndolos, combatamos el sufrimiento de los demás, y recibamos el consuelo que necesitemos, que, sin duda, necesitaremos.

Es bueno que bendigamos al Señor, es perfecto que alabemos su santo nombre, como leemos en el salmo 144, porque el Señor es bueno con todos, y, lo mejor, es que no puede dejar de serlo, sin negarse a sí mismo. Y, si Dios está con nosotros y en nosotros, ¿a quién temeremos?

D. Félix García Sevillano O.P.

D. Félix García Sevillano O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

Nací en 1946 y estudié en el Colegio Arzobispal “García Morente” de Madrid. Estuve en el Ejército y tengo estudios en Geografía en Historia y en derecho y psicología. Me he casado y tengo 4 hijos. Entro en relación con la Orden Dominica hacia 1990, colaborando en la creación del albergue para transeúntes y de la Fraternidad Seglar al abrigo del Monasterio de Monjas Contemplativas de Nuestra Señora de Valdeflores, en Viveiro. Colaboro en la edición de la hoja dominical que sale cada semana y apoyo a varios párrocos de la diócesis en charlas, celebraciones y otras actividades.