Y ahora leemos en el fragmento del Evangelio de San Mateo, en el que nos narra cómo fueron los primeros tiempos de la generación y el nacimiento de Jesús. Conviene que nos fijemos en la situación legal de María, la madre. Una joven israelita desposada con José que antes de convivir con él, está embarazada. La situación para María era muy complicada: si José denuncia su estado, la acusación de adulterio estaba cantada y ya sabemos cómo se las gastaba la Ley mosaica. José ha decidido repudiar a su desposada y hacerlo en secreto. Parece una forma de proteger de algún modo a María y la decisión de José parece firme. La intervención de Dios hace que las aguas vuelvan a su cauce y María sea recibida en el hogar matrimonial de José. María ingresa en su casa, el hogar donde el matrimonio vivirá durante su estancia en Nazaret y donde Jesús crecerá en estatura, sabiduría y gracia de Dios hasta el inicio de su vida pública. En el relato de San Mateo puede que hayamos cometido algún error al explicar la intervención del “Espíritu Santo”. Al traducirlo así hemos adelantado el concepto “persona” de la Trinidad un par de siglos. Pero si hacemos una traducción que puede ser más correcta, Tanto San Lucas como San Mateo, estaría refiriéndose al “Espíritu de Dios” que aparece en la Biblia en múltiples ocasiones, pero con el significado de viento, aliento divino, fuerza, energía vital. Así estaría asociado a la concepción de Jesús no la tercera persona trinitaria, sino “la Fuerza de Dios”. Esta intervención de la “Fuerza de Dios” sería el origen divino de Jesús que San Mateo acentúa con la cita de las Escrituras: “Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros”. Un nombre que José transformara, evidentemente por inspiración divina, en Jesús, salvador del pueblo. Y este es el Jesús cuyo cumpleaños celebraremos próximamente, al que debemos esperar porque es el que salvará a su pueblo. ¡Ojalá con la celebración de este cumpleaños llegue la paz a su pueblo y a toda la humanidad! |