El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Es palabra del Señor
REFLEXION
“Escuchaban esto los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él”. Es la actitud farisaica del que no quiere aceptar la Palabra de Dios: como no estoy dispuesto a dejarme convertir, lo mejor es denigrar esta palabra burlándome de ella.
La burla, el desprecio, es la forma que hoy tiene el mundo de desprestigiar la Palabra de Dios y a los que queremos vivirla con autenticidad. Jesús nos advierte contra todo esto en el evangelio de hoy, con esa frase contundente “No podéis servir a Dios y al dinero”, es imposible. Nuestro corazón sólo puede tener un señor, y, por tanto, aquí no podemos aplicar ese refrán tan castellano “nadar y tender la ropa”, son cosas incompatibles.
Él es el único Dios, y el evangelio de hoy nos pone en la tesitura de ¿a quién queremos servir? ¿Al dinero?... ¿A la arrogancia?... ¿A la vanagloria?... ¿Al YO? ¿O al único Dios? No podemos servir a dos amos porque o bien aborreceremos a uno y amaremos al otro, o bien nos dedicaremos al primero y no haremos caso del segundo. A muchos nos pasa que queremos servirlos a todos aparentando, como los fariseos, ser fieles al único Dios. Pero, no nos engañemos, Dios nos conoce por dentro. Si no somos fieles en lo poco, en lo nuestro, en lo que puede ser injusto, ¿cómo se nos va a confiar lo que vale de veras? Eso que vale de veras, es la fe, hermanos, el bien más preciado que podemos buscar y desear en esta vida y que no admite otros dioses, otros ídolos.
Dios no está en contra del dinero si éste no ocupa el centro en nuestra vida. Es más, nos anima a ganarnos “las moradas eternas” con el dinero injusto si éste nos sirve para hacer el bien a los demás.
Ante estas palabras que Jesús nos dice hoy tendríamos que preguntarnos si el Señor es nuestro único Dios. Si no es así, ¿quiénes son nuestros dioses?
Oración
Señor, cuántas veces he experimentado que no hay otro dios fuera de TI y que los dioses y señores de la tierra no me satisfacen, sin embargo mi debilidad hace que me desvíe de tu camino y rompa tu Alianza. Atráeme hacia ti. No te canses de buscarme y mostrarme el camino de vuelta. Dame un corazón indiviso que te ame y te sirva por encima de todo y de todos y que sea capaz de amar y darme, con lo que tengo y lo que soy, a todos mis hermanos. AMÉN.



