Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Es palabra del Señor
REFLEXION
El Evangelio de Lucas retoma este mismo tono de esperanza. Jesús habla de la higuera que brota, signo de que el verano está cerca. Así también, los signos de los tiempos anuncian que el Reino de Dios está cerca.
No se trata de temer el fin, sino de aprender a reconocer la presencia de Dios en el curso de la historia, incluso cuando todo parece tambalear: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Lc 21,33) Esta frase de Jesús es el corazón del Evangelio de hoy: todo lo visible, todo lo que hoy nos preocupa o nos deslumbra, pasará; pero su Palabra permanece.
La historia cambia, las estructuras se transforman, las certezas humanas se derrumban, pero el amor de Dios, revelado en Cristo, no cambia jamás.
Aplicación para nuestra vida
No te dejes dominar por el miedo. Las tempestades de la historia, personales o globales no tienen la última palabra. Dios sigue siendo el Señor del tiempo y de la eternidad.
Aprende a leer los signos del Reino. Aun en medio del caos, hay brotes de esperanza, gestos de amor, semillas de bien. Son la higuera que anuncia la primavera de Dios.
Aférrate a la Palabra. Todo pasa, pero la Palabra de Cristo es roca firme. Quien edifica su vida sobre ella, no teme el cambio, porque su corazón está anclado en lo eterno.
La liturgia de hoy nos invita a mirar más allá del miedo y a vivir con la certeza de que el Reino de Dios ya está en marcha. En Cristo, el “Hijo del hombre”, encontramos la promesa segura: “Su Reino no será destruido jamás”. (Dan 7,14)



