20/8/25

EVANGELIO JUEVES 21-08-2025 SAN MATEO 22, 1-14 XX SEMANA DEL TIEMPO ODINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús volvió hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados, encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda”.

Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los matarlos.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.”

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”

El otro no abrió la boca.

Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».

                          Es palabra del Señor

REFLEXION

El relato del evangelio de Mateo recoge la parábola del banquete de bodas. Jesús está en Jerusalén, en los días previos a la pasión, y el tono de su discurso y estas últimas parábolas es muy polémico. Esta parábola se extendió rápidamente entre las primeras comunidades cristianas, por lo que ha habido varias versiones. Mateo une dos partes: el aviso a los convidados, que responden con indiferencia e incluso violencia, claro mensaje a los escribas y fariseos que traman su muerte; y el comensal que no lleva el traje adecuado, dirigido más bien a los primeros cristianos.

Destacaría tres ideas que pueden ayudarnos a interiorizar, cuestionarnos personalmente o como comunidad, y acudir al banquete del Reino con gozo y compromiso.

El sueño de Dios es esa gran mesa de banquete esponsal, llena con todos sus hijos e hijas, disfrutando de la fiesta y la alegría, celebrando el amor. Jesús ha intentado transmitirlo de todas las formas posibles, con gestos, parábolas, invitado o convidando, sentándose él mismo a la mesa en infinidad de ocasiones, incluso con pecadores y rechazados. Dios es padre de todos, buenos y malos, y a todos ama y desea invitar para sentarse con él a su mesa. ¿El mayor gozo de mi vida es ser hijo/a amado/a por Dios y vivir como tal?

La dureza de las reacciones del rey ante quienes desprecian la invitación refleja la crudeza del momento que vive Jesús. La rigidez y el rechazo de su mensaje de salvación llega a un punto sin retorno. Vivimos en un relativismo tal que pareciera que todo vale mientras satisfaga mis deseos y anhelos personales. Si Dios me conviene, le acepto; pero si me complica, me confronta o trastoca mis planes, entonces le rechazo o paso simplemente de Él. Y hay decisiones que tomamos en la vida, opciones y acciones que tienen un carácter definitivo. El daño está hecho, la negación te ha cerrado esa puerta. Hemos de ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos y ser consecuentes con nuestros compromisos, leales y generosos con Dios y con los hermanos.

Dios sigue invitando, incansablemente, en las ciudades, los pueblos, los cruces de caminos y en las fronteras. Sólo hay un traje posible para acudir al banquete: el de la fraternidad. La mesa y la fiesta no tienen sentido si no se comparte. En todos hay un anhelo infinito de felicidad, de paz, de sentido. La búsqueda nos pone en camino y nos abre a la oportunidad de recibir la invitación. El Amor de Dios siempre encuentra caminos. Vivamos atentos porque la alegría de acoger esa invitación nos dará una felicidad que sana, reconforta, revive.

Hna. Águeda Mariño  Rico O.P.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo

Soy religiosa dominica nacida en Asturias, en la cuenca minera, y desde muy pequeña me formé y crecí en la fe desde la espiritualidad dominicana. Entré en la Congregación de Santo Domingo a los 17 años y con 19 años hice mi primera profesión. Profesionalmente soy trabajadora social, licenciada en Sociología y máster en Doctrina Social de la Iglesia. He vivido en varios destinos diferentes: Bogotá, Medellín, Valencia, Castell de Ferro (Granada) y Madrid. He ido realizando mi misión en varios ámbitos: pastoral, educativo, social, formación, espiritualidad, y también con diferentes servicios en mi congregación.