20/12/22

EVANGELIO MIERCOLES 21-12-2022 SAN LUCAS 1, 39-45 CUARTA SEMANA DE ADVIENTO

 





En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
                                    Es palabra de Dios
REFLEXION
Tras el encuentro con el ángel Gabriel, María se pone en camino con prontitud a una ciudad de Judá y entra en casa de Zacarías.  Ella percibe la invitación a salir de sí misma, de su ciudad, de su paisaje conocido, para ser portadora de Gran Buena Noticia: Dios se ha hecho uno de nosotros.
Los anuncios de Dios siempre dinamizan encuentros e incitan a hacer saludos “pro-vocativos”. Al saludar María a Isabel, el niño salta de gozo en el seno de su madre como hiciera David durante el traslado del arca de la Alianza que “iba danzando delante del arca con gran entusiasmo” (2 Sm 6,5), e Isabel se llena de Espíritu Santo. Ambos, madre e hijo, quedan impactados por el encuentro. María es arca de la nueva Alianza y el salto de alegría del niño es expresión del gozo de los tiempos mesiánicos.
María es saludada por Isabel de acuerdo a su nueva condición: “Bendita entre las mujeres” con una frase que recuerda la bendición dirigida a grandes mujeres como Yael (Jc 5,24) o Judit (Jdt 13,18) en sendos cánticos por sus hazañas grandiosas en favor del pueblo.  Al llamarla “la madre de mi Señor” (v.43), Isabel afirma que María es la madre de aquel a quién Dios ha constituido Mesías y Señor.
María es invocada también como “bienaventurada”, dichosa por su fe, por haberse fiado de la palabra del mensajero del Señor, por confiar en que Dios siempre cumple su Palabra. Así aparece como icono de todo creyente, de todo discípulo, de todo aquel que se fía de la Palabra del Señor. Por eso, en ese momento, María estalla de alegría y proclama su Magníficat de acción de gracias al Señor. ¿Experimento yo el gozo al sentir cerca la presencia del Señor? ¿Se me podría también llamar “dichoso/dichosa” porque creo que la Palabra que Dios me dirige cada día se va a cumplir?

 Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo