31/7/21

EVANGELIO DOMINGO 01-08-2021 JUAN 6, 24-35 XVIII SEMANA TIEMPO ORDINARIO


En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:
«La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer “».

Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:
Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

                                   Es palabra del Señor

REFLEXION

El evangelio de Juan nos lleva de la mano hasta la ciudad de Cafarnaúm a donde Juan quiere traernos después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús huye de los que quieren hacerle rey evitando un mesianismo político. Todo es, no obstante, un marco bien adecuado para un gran discurso, una penetrante catequesis sobre el pan de vida, en la que confluirán elementos sapienciales y eucarísticos. Este discurso es de tal densidad teológica, que se necesita ir paso a paso para poder asumirlo con sentido. Jesús no quiere que le busquen como a un simple hacedor de milagros, como si se hubieran saciado de un pan que perece. Jesús hacía aquellas cosas extraordinarios como signos que apuntaban a un alimento de la vida de orden sobrenatural. De hecho, en el relato se dice que Moisés les dio a los israelitas en el desierto pan, por eso lo consideran grande; esa era la idea que se tenía. Jesús quiere ir más allá, y aclara que no fue Moisés, sino Dios, que es quien tiene cuidado de nuestra vida.

Aunque el pan que sustenta nuestra vida es necesario, hay otro pan, otro alimento, que se hace eterno para nosotros. Juan, por su parte, quiere ir a lo cristológico, bajo la figura del Hijo del hombre. Los rabinos consideraban que el maná era el signo de la Ley y ésta, pues, el pan de vida; el evangelista combate dicho simbolismo en cuanto el maná es un alimento que perece (como lo hace notar el texto de Ex 16,20) y, por la misma razón, en esta oposición entre Jesús y la Ley, se pone de manifiesto que la ley es un don que perece para dar paso a algo que permanece para siempre. Jesús es el verdadero pan de vida que Dios nos ha dado para dar sentido a nuestra existencia. El pan de vida desciende del cielo, viene de Dios, alimenta una dimensión germinal de la vida que nunca se puede descuidar. La revelación joánica de Jesús: “yo soy” (ego eimi) es para escuchar a Jesús y creer en El, ya que ello, en oposición a la Ley, nos trae el sentido de la vida eterna.

El discurso refleja toda la entraña polémica de la escuela o la comunidad joánica. No estamos ante un discurso estético o simplemente literario. Ya vimos el domingo pasado que el relato de la multiplicación de los panes era la “excusa” del autor o los autores del evangelio de Juan para este discurso de hoy que llevará a una de las crisis en el entorno del mismo Jesús (y según la interpretación de la escuela joánica). Estamos, sin duda, ante un discurso que todavía es “sapiencial” para acabar siendo “eucarístico” a todos los efectos como reconocen los grandes intérpretes (Jn 6,53-58). Diríamos que en esta parte del discurso de Jn 6 se nos está hablando del “pan de la verdad”, que es la palabra de Jesús en oposición a la Ley como fuente de verdad y de vida para los judíos. Antes, pues, de pasar a hablarnos del pan de la vida, se nos están introduciendo en todo ello, por medio del signo y la significación del maná, del pan de la verdad. Y el pan de la verdad nos ha venido, de parte de Dios, por medio de Jesús que nos ha revelado la fuente y el misterio de Dios, del misterio de la vida.



 

30/7/21

SAN IGNACIO DE LOYOLA : 31 DE JULIO




El fundador de la Compañía de Jesús, el santo español Ignacio de Loyola, emergió como líder religioso durante la primera mitad del siglo XVI, en el período llamado “la contrarreforma” de la Iglesia Católica.

Militar durante su juventud, tras ser herido en una batalla contra el ejército galo, pasó un prolongado período de recuperación que lo hizo vincularse con la religión, principalmente mediante la lectura de vidas de santos. Luego de su sanación, quiso peregrinar y vivir de acorde a su nueva conciencia. Este retiro lo hizo acercarse a Dios mediante el ayuno, la reflexión y la oración. De este período de discernimiento surgieron sus Ejercicios Espirituales, método ascético y gran legado del santo que practican, hasta el día de hoy,  quienes desean interiorizarse en la espiritualidad ignaciana.

Tras comprender que su misión, más que el solitario peregrinar, era “ayudar al bien de las almas” decidió prepararse para ello. Con este objetivo llegó la Universidad de París L’ Sorbonne, donde conoció a Pedro Fabro y Francisco Javier, sus primeros compañeros, que al poco tiempo sumaron diez. Luego de hacer sus votos, y tras un fallido intento de peregrinar a Tierra Santa, el grupo decidió ponerse a disposición del Papa Pablo III, quien aceptó la creación de la nueva orden.

Ignacio pasó sus últimos años en Roma constituyendo la Compañía de Jesús y murió el 31 de julio de 1556 viendo cumplidos grandes deseos: la Iglesia había aprobado su libro de Ejercicios Espirituales, la Compañía de Jesús y sus Constituciones y, el que había nacido como un grupo de diez compañeros, al momento de su muerte contaba con más de mil jesuitas repartidos por los cinco continentes.

El 12 de marzo de 1622 la Iglesia lo declaró santo, el mismo día que a su amigo y compañero Francisco Javier.

San Ignacio de Loyola dejó los siguientes escritos:

·         Autobiografía de San Ignacio de Loyola (en Wikisource)

·         Directorios de ejercicios: observaciones sueltas que aclaran algún punto del modo de impartir los Ejercicios espirituales.

·         Forma de la Compañía y Oblación: texto en el que relata los días de su elección como general de la Compañía en 1541.

·         Deliberación sobre la pobreza.

·         Diario Espiritual: mociones recibidas por san Ignacio entre febrero de 1544 y febrero de 1545.

·         Constituciones de la Compañía de Jesús: reglamento de la Compañía, escrito en 1544.

·         Reglas de la Compañía de Jesús.

·         Cartas e Instrucciones: epistolario escrito a diferentes personas entre 1524 y 1556.

 

EVANGELIO SABADO 31-07-2021 MATEO 14, 1-12 XVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 



En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».

Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.

El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.

Ella, instigada por su madre, le dijo:
«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».

El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.

Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.

Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

                                   Es palabra del Señor

 

REFLEXION

En el Evangelio de hoy presenciamos una escena terrible: un hombre justo, el mayor de todos los nacidos de mujer, muere en manos de un impío. Parece una bofetada a la verdad. Nos indigna este aparente triunfo del mal.

Pero, ¿lo es en verdad? Hoy Herodes tiembla, las noticias de Jesús le traen a su memoria a Juan, el Bautista el recuerdo de la escena del día de su martirio parece una cinta que corre sin cesar en su conciencia y no lo deja en paz. Es que, a pesar de lo ofuscada que estaba su conciencia, sabía que eso no era justo.

Podríamos preguntarnos… Este pobre hombre ¿merece perdón? ¿No está ya perdido?

Y la respuesta nos llega al inicio del Evangelio: “oyó el virrey Herodes lo que se hablaba de Jesús”.

Dios, rico en misericordia, movido por el gran amor que nos tiene, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó con Cristo-por gracia estamos salvados, gratuitamente (cfr. Ef. 2, 4)

Sí, Herodes se equivocó hasta el abismo y estaba experimentando lo que llamamos “tocar fondo”; pero esta Buena Noticia es para TODOS, para todos son las palabras de Jesús: "Convertíos y creed".

Jesús trae luz a nuestra vida, una luz que no culpabiliza sino que lleva a un verdadero arrepentimiento y nos da la esperanza de su perdón y restauración. El Espíritu Santo ilumina nuestro pecado y, en esa situación, nos da la alegría de sabernos amados y acogidos por Él; no como un cómplice, sino como un buen Amigo, como Maestro y Salvador.

Sólo este amor nos da la fuerza para cambiar de vida, para elegir bien. Sólo este amor obra los prodigios que realizó en san Ignacio del Loyola; amor que trajo tanta luz a su vida que desborda hasta el día de hoy en la Compañía de Jesús y en tantos frutos de vida eterna.

Sabemos que en la Pasión del Señor Herodes vio al Varón de dolores, como cordero llevado al matadero, herido y cubierto de sangre, coronado de espinas. Pero el desprecio y la burla del momento no le permitieron descubrir al Señor.

Que esto no nos ocurra hoy, ni dejemos que le ocurra a nadie. No cubramos sus llagas con los espléndidos vestidos del poder: en ellas estamos tatuados (cfr. Is. 49, 16); no despreciemos su Sangre con las burlas: ella nos ha lavado. Descubramos al Dios que está loco de amor por nosotros y volvámonos, como san Ignacio, “locos por Cristo”.

¿Conoces a alguien que, como Herodes, esté en tocando fondo? ¿Has orado para que experimente la fuerza salvadora y sanadora del Señor? ¿Le has anunciado la Buena Noticia del Amor?

                 Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad - MM. Dominicas
                                             Palencia


29/7/21

EVANGELIO VIERNES 30-07-2021 MATEO 13, 54-58 XVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 



En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.

La gente decía admirada.
«De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».

Y se escandalizaban a causa de él.

Jesús les dijo:
«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».

Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

                   Es palabra del Señor


REFLEXION

Venía de predicar y contar parábolas a troche y moche; de intentar explicar en otras tierras, que no eran la suya, la importancia del Reino de Dios. Llega a su tierra y no tiene mejor ocurrencia que entrar en la sinagoga y comenzar a explicarles a los suyos lo mismo o mejor que venía haciendo con otros.

La reacción, que en principio parece de admiración, reconocimiento y orgullo del vecindario, termina siendo un reproche: ¿De dónde ha sacado todo esto? Pero si conocemos a toda su familia y a él desde pequeño, pero bueno… ¡que se habrá creído! Y no quisieron hacerle caso. ¡Qué raro! ¡Ni los de su casa! Estos los que menos.

Jesús reacciona bien. Sabe que ningún profeta es bien recibido en su tierra. No es ninguna novedad para él. No les recriminó ni se esforzó en convencerlos. Y lo que es más importante: no hizo allí muchos milagros, porque aquella gente no creía en él. Les dejó con su incredulidad. Esa línea fina entre la fe y la incredulidad, muchos la traspasan. Sus vecinos decían tener fe y lo que tenían era ritos, costumbres, repeticiones gestuales y rituales insatisfactorias; pero creían que…

Y si no creían en él, para qué perder el tiempo. Les dejó con sus creencias viejas y no les predicó sobre la novedad del Reino de Dios que requería abrir la mente, el corazón, estar dispuestos a cambiar de actitudes, pasar a una visión positiva propia de los que han escuchado las bienaventuranzas y creen en ellas.

Estemos nosotros alerta sobre ambas actitudes; sobre todo cuando el desánimo nos abate; no dejemos que nos bata (golpee) y pueda durante mucho tiempo.

No pocas veces nos pasa a los sacerdotes cuando predicamos a familiares, vecinos o conocidos…tenemos esa sensación de “sermón en el desierto, sermón perdido”. Nos conocen tanto o dicen saber tanto de nosotros, de la familia, que… Mejor nos vamos a otro lugar, no sin pena. Hasta otra ocasión, que por lo general, suele ser cuando algún familiar se nos muere… Entonces te escuchan para ver qué dices, cómo interpretas, qué fe tienes…

                Fr. José Antonio Solórzano Pérez O.P.
                 Casa San Alberto Magno (Madrid)


28/7/21

29 DE JULIO : SANTA MARTA, PATRONA DE LAS COCINERAS Y AMAS DE CASA




En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía una familia de la cual dice el Evangelio un elegido hermosísimo: "Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro". Difícil encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús.

 Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos. En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén, había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar de estas tres afortunadas personas.

 Famosa se ha hecho la escena que sucedió un día en que Jesús llegó a Betania con sus 12 apóstoles y las santas mujeres (mamás de algunos apóstoles, etc). Marta corría de allá para acá preparando los alimentos, arreglando las habitaciones, llevando refrescos para los sedientos viajeros. Jesús como siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se dedicó a dar sabias instrucciones a sus discípulos. Oír a Cristo es lo más hermoso que pueda existir. El estaba sentado en un sillón y los demás, atentísimos, sentados en el suelo escuchando. Y allí, en medio de todos ellos, sentada también en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada, oyendo tan formidables enseñanzas.

 De pronto Marta se detiene un poco en sus faenas y acercándose a Jesús le dice con toda confianza: "Señor, ¿cómo te parece que mi hermana me haya dejado a mí sola con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me ayude un poco en esta tarea?".

 Y Jesús con una suave sonrisa y tono bondadoso le responde: "Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, la que no le será quitada". Marta entendió la lección y arremangándose el delantal, se sentó también allí en el suelo para escuchar las divinas instrucciones del Salvador. Ahora sabía que todos los afanes materiales no valen tanto como escuchar las enseñanzas que vienen del cielo y aprender a conseguir la eterna salvación.

 Narra San Juan en el capítulo 11 "Sucedió que un día Lázaro se enfermó, se agravó y empezó a dar señales muy graves de que se iba a morir. Y Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: Señor aquel que tú amas, está enfermo. Que bello modo de comunicarle la noticia. Sabemos que lo amas, y si lo amas lo vas a ayudar.

 Pero Jesús (que estaba al otro lado del Jordán) no se movió de donde estaba. Un nuevo mensajero y Jesús no viene. A los apóstoles les dice: "Esta enfermedad será para gloria de Dios". Y luego les añade: "Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer".

 A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá.

 Jesús le dice: "Tu hermano resucitará".

 Marta le contesta: Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos.

 Jesús añadió: Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá ¿Crees esto?

 Marta respondió: Sí Señor; yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

 Maravillosa profesión de fe hecha por esta santa mujer. Dichosa Marta que hizo decir a Jesús verdades tan formidables.

 Jesús dijo: "¿Dónde lo han colocado?" Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: "Mirad cómo lo amaba".

 Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: "Quiten la piedra". Le responde Marta: "Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado". Le dice Jesús "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?". Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: "Lázaro ven afuera". Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.

 

EVANGELIO JUEVES 29-07-2021 JUAN 11, 19-27 XVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 



En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedo en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».

Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dice:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

                              Es palabra del Señor


REFLEXION

Jesús era un buen amigo de estos tres hermanos: Lázaro, Marta y María. Marta amaba a su hermano Lázaro y llora su muerte. Ahora viene Jesús a su casa y Marta salió a su encuentro y su saludo primero es lo que llevaba muy dentro de su corazón, le expresa el dolor por la muerte de su hermano y su seguridad de que si hubiese estado allí, Jesús no le habría dejado morir. Sigue el diálogo entre ellos hasta que llega a un punto muy alto. Jesús es rotundo al afirmar: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi aunque muera vivirá”. Después, estando también por medio María, Jesús resucita a Lázaro.

Pero la frase que acaba de pronunciar Jesús va más allá de esta resurrección de Lázaro, que verá de nuevo la muerte, y es entonces cuando Jesús le resucitará a una vida que vencerá a la muerte y vivirá para siempre.

En este evangelio y con ocasión de la muerte de Lázaro, Jesús nos ofrece una de sus verdades más sublimes y consoladoras. Dios nos ha regalado la vida humana. En un primer tiempo esa vida regalada tiene momentos buenos y momento de los otros, hay en ella alegrías y dolores. Pero después de este primer tiempo, Dios va a hacer que en nuestra vida humana desparezca todo lo que nos hace sufrir, cualquier atisbo de tristeza, para hacer que en ella reine solo la alegría y la alegría total y para siempre. Así es nuestro Dios y la vida que nos ha regalado, y es lo que nos ha recordado hoy Jesús en su encuentro con Marta, cuyo fiesta celebramos.

    Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


27/7/21

EVANGELIO MIERCOLES 28-07-2021 MATEO 13, 44-46 XVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO



En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».

                                        Es palabra del Señor

 

REFLEXION

Jesús, como buen oriental, hablaba frecuentemente en parábolas. Por una parte, es un lenguaje evocador, es decir, emplea comparaciones generalmente asequibles a la gente, que facilitan la comprensión del contenido que se quiere transmitir. Por otra parte, sin embargo, tiene un componente enigmático que atrae la atención del oyente y provoca su reflexión. Para descubrir el sentido religioso de las parábolas se requiere frecuentemente una explicación de las imágenes utilizadas; además, una sola parábola no es suficiente para captar todo el alcance de la comparación.

Jesús las utiliza para hablar del reino de Dios que ha venido a anunciar. Ese reino o reinado de Dios es un régimen de vida presidido por el proyecto amoroso de Dios, y no es fácil de comprender a la primera (ni de aceptar en seguida). Jesús se sirve de unas cuantas parábolas para ponerlo al alcance de sus oyentes. Les quiere hacer ver que se trata de algo muy valioso, que provoca una reacción inmediata en quien lo descubre.

Las dos parábolas del evangelio de hoy van en esa dirección. La del tesoro escondido nos habla de que el reino no es algo patente, sino más bien oculto a la simple mirada humana, más allá de las apariencias. La de la perla preciosa nos dice que no es frecuente toparse con él, que no hay que identificarlo con cualquier cosa de cierto valor que nos encontremos, que es algo de gran precio que puede sorprendernos en cualquier momento. Ambas parábolas invitan a vivir con alegría ese descubrimiento, que ha provocado un vuelco en la vida, una verdadera conversión, y por el que merece la pena renunciar a muchas cosas que creíamos insustituibles.

¿Me he encontrado con Dios alguna vez? ¿De qué manera y qué reacción me ha provocado? ¿Cómo entiendo yo el reino de Dios predicado por Jesús? ¿He descubierto alguno de sus rasgos en mi vida y/o en el mundo en el que vivo?

           Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)

 

26/7/21

EVANGELIO MARTES 27-07-2021 MATEO 13, 36-43 XVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO



En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa.

Los discípulos se le acercaron a decirle:
«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo».

Él les contestó:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

                                                    Es palabra del Señor

 

REFLEXION

Dios no nos pide grandes cosas. Es cierto que el seguimiento de Jesús es exigente, no por el cumplimiento de cien mil preceptos o requisitos, sino porque la amistad con Él nos exige fidelidad y lealtad. Como cualquier amigo. Y así lo vemos en este pasaje de Mateo, sobre la cizaña en el campo. Lejos de la multitud y de las gentes, los discípulos le preguntan: “acláranos la parábola de la cizaña en el campo”. En el encuentro con Jesús, en la proximidad cara a cara, Jesús les explica el significado del Reino.

El Padre ha enviado a su Hijo a sembrar la buena noticia, a enseñar el camino de salvación y justicia, a ofrecer la mano amiga de apoyo y misericordia para rehacer un mundo de amor y de hermandad. Pero no todos aceptan el reto de Dios, no todos están en la dinámica del bien y del servicio. El egoísmo, la avaricia, la soberbia, la violencia, el individualismo, son la cizaña que ahoga y oculta la buena semilla. Hemos de convivir con ello, en el conflicto del bien y el mal no sólo en este mundo, sino también dentro de nosotros. A sabiendas que como seguidores de Jesús, nuestra opción está en ser ciudadanos del Reino, en construir el Reino, mano con mano con Jesús y con nuestros hermanos en Jesús. Tolerantes y comprensivos con los fallos ajenos, que sólo a los ángeles de Dios le toca juzgar.

Nuestra tarea es reflejar y hacer brillar la verdad y la justicia de Dios en nuestro mundo, para que el Dios compasivo y misericordioso haga que triunfe finalmente la semilla del Reino. Así, en el encuentro íntimo y personal con Dios, cogemos fuerzas y encontramos el coraje necesario para ser verdaderos ciudadanos del Reino, constructores de un mundo mejor, de un mundo en paz a través de la justicia, la reconciliación, el diálogo y la promoción de los más desfavorecidos. Eso exige nuestra amistad con Dios, incondicional y gratuita. La justicia definitiva vendrá de la mano del Dios misericordioso, del que nosotros somos testigos. ¿Aceptamos ser “amigos de Dios”?

                          D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)

 

SAN JOAQUIN Y SANTA ANA : PATRONOS DE LOS ABUELOS

 




Cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra la Fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús.

Joaquín y Ana -considerados santos patronos de los abuelos- fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a su hija Santa María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión. Es a través de ellos como María se suma a esa porción del pueblo escogido que espera la llegada del Salvador de la humanidad.

El Papa Emérito Benedicto XVI, un día como hoy, en 2009, resaltaba, a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana, la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia. El Papa decía que los abuelos “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”.

En 2013, el Papa Francisco, con ocasión de esta Fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013 (Brasil), destacaba que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”.

En Chile, se celebran dos fechas distintas: el Día del Adulto Mayor se celebra el 1 de octubre, según el Decreto Supremo Nº 125 de 2004​ el 15 de octubre se celebra el Día Nacional del Anciano y del Abuelo, según el decreto 754 del Ministerio del Interior de 1977.


25/7/21

EVANGELIO LUNES 26-07-2021 MATEO 13, 31-35 XVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO



En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta para que todo fermenta».
Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

                           Es palabra del Señor

 

REFLEXION

Escuchamos en el evangelio de hoy dos pequeñas parábolas que forman parte de un capítulo del evangelio de Mateo en el que Jesús habla del Reino de Dios.
Estas dos pequeñas piezas tienen algo evidente en común: ¡qué poca cosa este Reino de Dios! Una semilla de mostaza, una pizca de levadura… ¿dónde vamos a llegar con eso?
Para quienes escuchaban a Jesús, igual que para nosotros, la idea de un Reino –y más si se trata del Reino de Dios- estaba asociada, muy probablemente, a manifestaciones de grandeza, poder, gloria, esplendor, brillo… signos visibles, palpables, deslumbrantes por lo evidente de su presencia.
Algo similar a lo que les acontecía a los israelitas en el desierto, necesitados de ídolos tras los cuales poder seguir marchando.
Jesús no puede ser más claro. Y su claridad nos ofrece dos pistas estupendas para poder discernir si nos hallamos ante los signos del Reino de Dios.
Es algo pequeño, casi imperceptible. Nada extraordinario, forma parte de la vida cotidiana y es probable que no le demos ninguna consideración especial: una semilla de mostaza, levadura. Quizá a lo más que pueden aspirar es a que las echemos en falta si no las tenemos en el momento adecuado…
Es dinámico. Se trata de un proceso de crecimiento, que se da en la oculto, en lo escondido, por dentro, siguiendo vericuetos que escapan de nuestro alcance. Será difícil seguirle la pista desde el exterior. Pero se produce una transformación de la realidad: lugar en el que se puede anidar, magnífico pan que nos alimenta.
Aunque estemos inclinados a identificar el Reino con grandezas, ¿qué mejor noticia podemos recibir que la de saber que podemos descubrirlo y vivirlo en las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana?

                           Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
                     Congregación Romana de Santo Domingo

 

SAN SANTIAGO APOSTOL : 25 DE JULIO




(Llamado también San Santiago el Mayor; Betsaida, Galilea, ? - Jerusalén, h. 42) Uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Era hijo de Zebedeo y hermano de San Juan Evangelista, autor del cuarto de los Evangelios y otro de los doce apóstoles. Los dos hermanos eran pescadores del mar de Galilea, donde los reclutó Jesucristo; desde entonces, Santiago formó parte del círculo más cercano al maestro.

Después de la crucifixión de Jesús, el apóstol Santiago se dedicó a predicar la nueva fe, contribuyendo a la difusión del cristianismo en occidente. Una tradición española no documentada supone que Santiago viajó a Hispania para predicar por encargo del propio Jesucristo y que se le apareció la Virgen María en Zaragoza (en el lugar en donde luego se levantó la basílica del Pilar). Santiago murió decapitado durante las persecuciones contra los cristianos que ordenó el rey de Judea, Herodes Agripa I (es el único apóstol cuyo martirio aparece recogido en los Hechos de los Apóstoles).

Según otra tradición medieval igualmente difícil de comprobar, su cuerpo llegó hasta Galicia y fue enterrado en el Campus Stellae, cerca de Padrón; allí se erigió un templo en el siglo IX, hacia el cual se encaminaron las peregrinaciones del Camino de Santiago; en torno al templo y a las peregrinaciones surgió la ciudad de Santiago de Compostela.

Santiago fue tenido por patrono de la reconquista cristiana de la Península contra el islam (dando nombre a una importante orden militar) y, ya en la época contemporánea, tanto la Virgen del Pilar como el propio Santiago se convirtieron en símbolos nacionales de España. Su festividad se conmemora el 25 de julio.

El descubrimiento de la tumba del Apóstol supuso para el rey de Asturias una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino, bajo la especial protección del Apóstol, y la cristianización de la antigua "Vía del Finisterre", ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente, y se puede afirmar que los celtas - en el primer milenio antes de nuestra era - recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otros ritos. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer núcleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.

En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo.

El Apóstol Santiago es el patrono de la ciudad capital, Santiago de Chile, fundada como Santiago de la Nueva Extremadura en 1541, y comparte con la Virgen del Carmen el patronazgo del país. Los escudos de armas de la ciudad de Santiago, del Arzobispado de Santiago y de varias comunas de la Región Metropolitana llevan en su contorno ocho conchas de oro en fondo azul, representando las letras del nombre del Apóstol. Así mismo, es venerado en otros poblados y localidades rurales de la zona norte y sur del país, donde su fiesta, el 25 de julio, es celebrada con gran solemnidad. La comunidad de inmigrantes españoles de Galicia celebra su fiesta patronal con danzas y actos artísticos en el Estadio Español.