28/11/21

EVANGELIO LUNES 29-11-2021 SAN MATEO 8, 5-11 PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO

 



En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

                                        Es palabra del Señor

REFLEXION

Lo que Jesús nos pide insistentemente es tener fe. En numerosos pasajes de los evangelios vemos esa reclamación: Hombres de poca fe. Y en el evangelio de hoy, Mateo nos narra la fe del centurión en el encuentro con Jesús. “Mi siervo está paralítico en cama y sufre mucho”, le presenta el centurión a Jesús. Cuando Jesús le contesta: “Voy yo a curarlo”, las palabras del centurión sorprenden al Señor: “¿Quién soy yo para que entres en mi casa? Y Jesús, admirado, añade: “En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. La moraleja está clara, tenemos tan poca confianza en que Jesús nos escucha y nos acompaña, que nuestras súplicas se quedan siempre suspendidas de nuestros miedos. No somos capaces de acercarnos confiados a pedir que el Señor realice las urgencias que necesitamos. Y no somos valientes a pedir, porque no estamos dispuestos a seguir el compromiso que nuestra oración puede implicarnos. Aquello de a Dios rogando y con el mazo dando, nos retrae de pedir a Dios por nosotros y nuestros vecinos. No pedimos porque la fe exige compromiso, supone implicarse en hacer presente a ese Jesús de la ciudad de Dios, a ese Cristo de la paz y la justicia. Ser valientes como el centurión, para pedir por el hermano necesitado, enfermo o marginado que está en nuestro camino requiere fe y compromiso. Fe en que el Señor nos acompaña en la tarea de recuperar a nuestro hermano y que Él suple nuestras carencias. Y compromiso para sacar adelante y proveer las necesidades que detectamos y nos sangran. Fe, toda la fe del mundo para acercarnos humildemente al Señor y decirle como el padre del niño endemoniado del evangelio de Marcos: Señor yo creo pero aumenta mi fe. Dame valor y coraje para hacer presente tu Reino y tu evangelio en este mundo, aumente mi fe y la confianza de que Tú nos acompañas siempre.

Nos ponemos en las manos del Señor porque Él es nuestra esperanza, y caminamos hacia Él.

D. Oscar Salazar, O.P. Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)