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EVANGELIO VIERNES 05-11-2021 LUCAS 16, 1-8 XXXI SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 



En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite».
Él le dijo:
«Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él dijo:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».

                                   Es palabra del señor

REFLEXION

En ocasiones hacemos depender nuestra visión de las personas y las circunstancias de lo que diga una sola persona, ante la que manifestamos una fe ciega, o una confianza absoluta. Algo que me puede conducir a la verdad o al error. Al error porque me he empeñado en escuchar una sola voz.

La vida está llena de únicas voces, que determinan el caminar de nuestros prójimos. Suelen ser voces opresoras, que tiranizan a las personas, donde se adolece de un sentido justo de la realidad. En esas situaciones se suele acudir a una “jauría de perros” para que canalice al rebaño y lo conduzca al redil.

La pregunta del administrador no es afirmar quién eres en verdad, ni quién estás dispuesto a ser en realidad. La pregunta busca confirmar un prejuicio. La visión de otro o de algunos.

La decisión aparece clara como respuesta y comprensión: actuar con habilidad, y actuar desde un situarse como hijo de la luz. Para esclarecer la fe, la misericordia, y el amor. La reconciliación, el perdonar las deudas, el reducir el peso de las mismas, es lo que condujo al administrador a ser reconocido por el dueño del campo.

¿Y qué es ser hijo de la luz? el que cuida con misericordia del prójimo, el que habla y escucha con compasión a su hermano, el que construye una realidad donde Cristo esté presente como salvador, y no renunciar por comodidad o miedo a la práctica evangélica de la fe.

Fray Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)