27/1/22

EVANGELIO VIERNES 28-01-2022 SAN MARCOS 4, 26-34 III SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 




En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

El Evangelista Marcos recoge dos parábolas relacionadas con la agricultura, con las que Jesús enseña los secretos del Reino de Dios. Ambas parábolas nos hablan del comportamiento de la semilla para llevarnos a la comprensión del actuar de Dios en nuestra vida.

La gracia de Dios actúa en nosotros sin darnos cuenta, sólo exige de nosotros que la acojamos en nuestro corazón, así como la tierra acoge la semilla. Es interesante señalar el hecho de que “germina y va creciendo”, sin prisas pero sin pausas; nosotros muchas veces somos impacientes, con nosotros y con los demás, queremos cambios rápidos. Vivimos inmersos en la cultura de la inmediatez, pero Dios, que es Amor, es paciente, y a eso nos invita: a saber esperar, a no desanimarnos, a no juzgar antes de tiempo, porque la germinación es lenta y podemos asolarla si no respetamos su tiempo.

Hoy celebramos la memoria de Santo Tomás de Aquino, uno de sus más conocidos principios es: “La gracia no destruye, sino que presupone, sana, eleva y perfecciona la naturaleza”. Y  esto es un trabajo lento, como el germinar de la semilla, porque Dios respeta las leyes de la naturaleza inscritas en el hombre.

Si queremos trabajar por el Reino de Dios, tenemos que aprender a ser pacientes y dejar que la gracia de Dios actúe en cada alma, sin imponer nuestros ritmos. Él sabe cómo hacerlo.

None MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)