6/2/22

EVANGELIO LUNES 07-02-2022 SAN MARCOS 6, 53-56 V SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 




En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

                                                                      Es palabra del Señor

El capítulo 6 del evangelio de Marcos nos refiere, entre otros acontecimientos, la primera multiplicación de los panes y los peces, una vez finalizada pidió, Jesús, a sus discípulos se dirigieran con la barca a la otra orilla del mar de Galilea, hacia Betsaida; mientras Él despedía a la gente y, después de hacerlo, se retiró al monte a orar.

Los discípulos bregaban en la barca, pues el viento era contrario, y se hallaban fatigados por el esfuerzo; Jesús fue hacia ellos andando sobre el agua, los discípulos al verlo pensaron que era un fantasma y, asustados, gritaban, Jesús les dijo: “ánimo soy yo”, entró en la barca y amainó el viento.

Cuando llegaron a Genesaret desembarcaron y la gente los reconoció, recorrieron toda la comarca y por las ciudades y aldeas que pasaban, sacaban los enfermos a las plazas y, era tal la fe que tenían, que le pedían simplemente poder tocar la orla de su manto, y los que la tocaban, se curaban.

A Jesús le precedía su fama por los prodigios y curaciones que realizaba y era tan grande la confianza de la gente que, simplemente, con un pequeño gesto, lo consideraban suficiente para que el prodigio se realizara.

Esa confianza es la que debemos tener siempre en nuestra relación con Dios, Él, cuando lo considere adecuado, nos concederá aquello que le pedimos, o nos iluminará para hallar un camino donde solucionar el problema.

Siempre debemos depositar nuestra confianza en el Señor, Él no nos deja de su mano y, siempre, estará a nuestro lado aunque nosotros no seamos conscientes de ello.

¿Pensamos que Dios debe habitar en una mansión lujosa como el Templo de Salomón, o más bien habita en el pobre y abandonado de todos?

¿Es Jesús en quien depositamos nuestra confianza o nos dejamos llevar por aquello con lo que nos engaña el mundo de hoy?

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)