9/5/23

EVANGELIO MIERCOLES 10-05-2023 SAN JUAN 15, 1-8 QUINTA SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

                                                Es palabra de Dios

REFLEXION

Hace aproximadamente un mes nos sumergíamos en la profundidad espiritual y humana que encierra el misterio de la muerte y resurrección de Jesús que siente miedo, tristeza, abandono de los suyos, confianza en el Padre. Dando un salto en el tiempo, en este 5ª domingo de Pascua nos situamos en un texto que retrocede a “vísperas de su muerte”.

Jesús, en este contexto de despedida de los suyos, ante la proximidad de su muerte, quiere hacerles conscientes de la responsabilidad de su misión, y de las actitudes que han de tener, como discípulos de Jesús cuando El ya no esté presente.

Y recurre a una imagen sencilla conocida por todos, la viña, que ya ha sido utilizada en el Antiguo Testamento y que expresa bellamente el profeta Isaías en Is 5,1-2.

La viña a la que se refiere Isaías es el pueblo de Israel. Jesús, al afirmar “Yo soy la vid verdadera” indica que es la vinculación a Él la que le confiere pertenecer al nuevo pueblo escogido, no lo es por la pertenencia a una raza, cultura o lugar de nacimiento. Y el Padre, como experto labrador, cuida para que esa vid produzca frutos abundantes y verdaderos.

(Es parte del conflicto que surge en la primitiva Iglesia y que se describe en el pasaje de Hechos comentado. Nos cerramos a lo nuestro, lo de siempre o nos abrimos a otras posibilidades de crecer en la fe.)

Hoy nos disponemos a escuchar y recibir en lo profundo de nuestro corazón, las palabras del evangelio, como lo hicieron los Apóstoles entonces. Sentados a la mesa de la Palabra, de la Eucaristía, hacemos nuestra la advertencia de Jesús, “sin Mí no podéis hacer nada”

Llamada a repensar cómo es mi vivencia de la fe cristiana. Momento para escuchar la llamada de atención de Jesús a los cristianos hoy. No podemos reducir la fe sólo al conjunto de creencias y prácticas religiosas, ni tan siquiera a actos de solidaridad, aunque también, sin una experiencia interior y vital de Él, de la persona de Jesús.

Dejar que la savia de Dios Amor, vaya entrando y animando nuestra vida cristiana, para dar los frutos que toda vid produce y que es nuestra misión y la de nuestras comunidades, hacer posible el Reino querido por Jesús, con los pequeños gestos en nuestra vida cotidiana y con las posibilidades que a cada uno la vida le ofrece. Y nos recuerda Jesús “sin Mí no podéis hacer nada”

Agradecemos, una vez más, que, como buen pedagogo, sale a nuestro encuentro para indicarnos y animarnos en nuestra vida de creyentes. Sacarnos de nuestra mediocridad en muchas ocasiones para reafirmarnos en el compromiso que requiere la radicalidad del Evangelio. Y repite una palabra que hoy casi puede resultar en desuso permanecer, permanecer vinculados a Él, no hasta que dure, como muchos de nuestros contemporáneos afirman, sino permanecer en Él.

Hoy, nos dicen teólogos y creyentes, es fundamental no sólo saber de Dios, sino tener sabor de Dios, y la actitud contemplativa, tan enraizada en el carisma dominicano, nos ayudará a sabernos sarmientos fecundos regados por la savia del Amor del Padre y en comunión profunda con Jesús.

¿Cómo cultivamos en nuestra vida la relación con Jesús?

Es un camino que no se tiene ya hecho, sino que se transita por él y se va haciendo poco a poco. Para eso, Señor ¡contamos contigo!

Hna. Mariví Sánchez Urrutia
Congregación de Dominicas de La Anunciata