Es palabra de Dios
REFLEXION
Este fragmento del evangelio de Marcos, nos presenta a Jesús que, recorriendo territorio pagano, camino del mar de Galilea, le presentan a un hombre sordo y que apenas podía hablar, y le piden que le imponga las manos.
Jesús lo aparta de la gente, como dándole al acto un carácter más íntimo y personal, evitando convertirlo en algo extraordinario a la vista de los que le seguían, entonces toca los oídos y la lengua de este hombre y mirando al cielo exclamó EFFETÁ, que significa ÁBRETE, y el sordo comenzó a oír perfectamente y a hablar sin ninguna traba.
Jesús quiere quitar todo aspecto de espectacularidad a este acto de misericordia, y lo hace de forma íntima entre el atormentado por la sordomudez y Él. Lo único es que cuando sus seguidores son conscientes de lo que había ocurrido lo pregonan a los cuatro vientos, sin hacer caso de la advertencia del Maestro para que no lo hicieran.
Con esta curación persigue que, al que era incapaz de oír, oiga la Buena Noticia, y pueda proyectarla sobre los que tiene alrededor.
Cristo quiere que no solamente oigamos su mensaje, sino que escuchemos, interioricemos y asumamos sus palabras y que una vez hechas nuestras, actuemos como una correa de transmisión y demos a conocer a quienes nos rodean el maravilloso mensaje de Jesús, mensaje de vida y libertad, y, sobre todo, mensaje de amor.
El hecho de que la curación la realice en territorio pagano, le da un carácter más universal aún a la Buena Noticia, favoreciendo que pueda llegar a aquellos que no crean.
¿En lo profundo de nuestro ser, querríamos ser como dioses?
¿Nos dejamos seducir y pisoteamos a aquellos que están a nuestro alrededor?
¿Queremos realmente tener nuestros oídos bien abiertos para asumir el mensaje que Jesús nos envía?