Es probable que seas de las personas que cuando tienen que tomar una decisión difícil miren al cielo y pidan una señal, como si la forma de una nube, la intensidad de la luz del sol, la cantidad de estrellas que haya esa noche en el cielo dibujaran la respuesta. Pero, en realidad, las señales están más cerca de lo que nosotros pensamos, suelen estar en nosotros mismos, también en lo que vivimos, en lo que experimentamos, en las personas que nos rodean, en las palabras que escuchamos, esas son las señales que Dios utiliza para hacernos descubrir la respuesta a nuestras preguntas. Hay datos tan evidentes en lo cotidiano que se nos hacen invisibles y buscamos carteles luminosos que nos ayuden a descubrir la Verdad, esa está tan dentro de nosotros, tan en lo profundo que preferimos lo que viene de fuera, lo que llega en la rapidez, lo que ve a primera vista, aunque resulte ser un completo espejismo que nos hace equivocarnos por no buscar de forma correcta. Nos hemos acostumbrado a que nuestra vida esté en modo móvil, creyendo que cuando hay un error, con dar a la tecla de borrar o resetear, todo puede volver a empezar y lo anterior deja de tener importancia, pero la vida no es así y cuando vivimos un segundo no podemos volver atrás y borrarlo sin más, lo que hemos hecho tiene unas consecuencias que debemos aceptar y afrontar. ¿Estamos en disposición de ser libres y vivir consecuentemente con esa libertad? ¿Podemos afrontar las consecuencias de nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestras palabras? ¿Seguimos cargando a Dios con nuestros errores? Hna. Macu Becerra O.P.Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia |