La escena del evangelio que nos plantea san Juan, tiene un calado profundo, en lo que se refiere al seguimiento de todo discípulo, llenarse de la enseñanza de vida del que es un referente. En el aula con el Maestro de Nazaret. La «Cátedra del Cenáculo» por tanto, un ambiente fraterno y de relación de intimidad, es lo que se nos muestra en esta «última cena». Jesús el Maestro, ha llamado a cada uno de sus discípulos y sabe bien a quien ha elegido para el seguimiento. No desconoce ni barro ni talentos. Ahora llega el momento de la despedida y por tanto, hay que aprovechar la «enseñanza escolar» si queremos que al final del proceso los seguidores se asemejen al que los envía.
«Lavatorio de pies» uno de los últimos capítulos en el temario del Maestro. Este proceso de seguimiento y enseñanza, está llegando a su fin. Ahora toca otro periodo que también abarca la etapa formativa: «Las prácticas», pues bien, acabada la clase magistral, encontramos en los versículos anteriores esta joya en lo referente a ser igual que el maestro: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,12-15). Seréis felices y encontraréis el sentido de la vida si lo ponéis en práctica.
A lo largo de la etapa laboral surgirán de todo tipo de etapas. Unas veces faltará la fe y habrá la tentación de abandonar el seguimiento de Cristo. Otras veces vendrá el miedo al que dirán, cuesta posicionarse, defender el ideal, la salida fácil es la de negar haber ido a las clases del «Maestro» y conocerlo. En otras ocasiones la falta de conocimiento lleva a vender al «Maestro» quitarle la autoridad, quitarlo de nuestra vida. Jesús cuenta con ello, sabe que es el proceso que tiene que pasar para reconstruir la masa de sus discípulos. Cuando suceda todo esto, creeréis en que: «YO SOY». Vuestro proceso habrá acabado, la herida, limitación y barro, se verá purificada por la fuerza de la Resurrección que os transformará interiormente y os dará valor para la lucha y el anuncio de Jesús vivo y resucitado.
Necesario ese proceso de «prácticas en la escuela de Nazaret» para el discipulado. Después de un proceso el que es criado y enviado es capaz de asemejarse en su vida con el Maestro. Ahora ya está preparado y con un rodaje suficiente, el discípulo, para llegar a los demás. Para lanzar una palabra de exhortación creíble y con sentido. Ahora podrán recibirlo sabiendo que anuncia en nombre de Jesús, el Maestro, y que al recibir el mensaje están recibiendo al Padre.