Es palabra de Dios
REFLEXION
Hay que reconocer que algunas palabras que, San Juan, pone en boca de Jesús, resultan desconcertantes tanto para los discípulos como para nosotros. Por ejemplo, a María, su madre, en las bodas de Caná la dejó perpleja, cuando le dijo que no era su hora. Lo mismo les dijo, en cierto momento, a sus discípulos que no era su hora, que no había llegado su hora, y en otro momento les dijo que había llegado su hora. Yo me pregunto ¿Qué finalidad tiene San Juan al recordarlas y escribirlas? Nosotros, ahora, las podemos entender y comprender a la luz de la resurrección, pero para los apóstoles, eran lógicas sus reacciones.
Las palabras del Evangelio de hoy nos expresan las discusiones, las inquietudes y la problemática de los discípulos, ante las palabras de Jesús. Me veis ahora, dentro de poco no veréis…Tristeza y alegría. Habla del contraste entre unos y otros. A mí no me extraña la reacción de sus discípulos. Ciertamente lo entendieron después de la Resurrección.
Nosotros, hoy, sabiendo y creyendo que Jesús resucitó podemos comprender este mensaje. Nos recuerda las dificultades que tenían y tenemos, para creer de verdad en la Resurrección. El sentido de su muerte, alegría para unos, tristeza para otros. El que siga vivo y presente sin presencia física. El soplo del Espíritu que les infundió y nos dejó, nos da fuerza para afirmar su presencia en medio de nosotros y su glorificación por el Padre.
Para los que comprendemos esto, nuestra vida se llena de alegría, pues nuestra vida tiene sentido, hay esperanza. Los que no crean o no comprendan su vida y su glorificación, estarán sin sentido, es decir tristes.
Sigamos preparándonos para, de nuevo, sentir la fuerza del Espíritu y así, sigamos dando sentido a nuestra vida, un sentido alegre y festivo, aunque cada vez tengamos más dificultades. El Espíritu del Resucitado fue lo que provocó el de los discípulos: ilusión, esperanza, alegría y valentía.