12/4/23

EVANGELIO JUEVES 13-04-2023 SAN LUCAS 24, 35-48 SEMANA DE LA OCTAVA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

                 Es palabra de Dios

REFLEXION

Jesús "se aparece" a los discípulos reunidos en comunidad, pero siempre en función de la comunidad. Con su presen­cia comunica paz ("paz a vosotros") y confía una misión: "Seréis mis testigos".

Generalmente decimos que Jesús "se apareció" a los discípulos, No se trata propiamente de una "aparición" como si un fantasma llegara de pronto ante el estupor de los presentes. Es, más bien, descubrir por parte nuestra la presen­cia permanente de Cristo allí donde estamos reunidos en comunidad. A cada hermano lo podemos ver, tomar de la mano, descubrirlo cerca de nosotros, darle el saludo de la paz, preguntarle qué necesita, darle de comer, compartir su alegría o su tristeza... Pues en esos gestos tan normales y humanos reconocemos la presencia de "nuestro" Señor.

Cada Eucaristía ha de ser una "aparición" del Resucitado, una experiencia de encuentro de él con nuestra comunidad, con cada uno de nosotros. Después de haberle reconocido con los ojos de la fe, en la fuerza de la Palabra y en la fracción del Pan, hemos de salir a ser sus testigos con nuestro compromiso ejemplar. Todos los que se encuentran de verdad con el Señor, salen radiantes del encuentro, irradian bondad, se entregan, de modo que los demás descubren en ellos algo extraño.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)