6/8/25

EVANGELIO JUEVES 07-08-2025 SAN MATEO 16, 13-23 XVIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».

Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos»

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».

Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

La confesión de fe de Pedro cerca de Cesarea de Filipo, está narrada en los tres evangelios sinópticos, aunque únicamente Mateo añade a continuación su primado. Jesús antes de iniciar el camino hacia Jerusalén, pregunta acerca de su identidad. El Maestro quiere que sus discípulos tengan las ideas claras sobre quién es El y cuál es su misión.

Después de su actuación reveladora, el pueblo sólo ve en él un personaje importante, semejante a los profetas: Juan Bautista (esto cree Herodes Antipas); Elías, el profeta que tenía que venir como precursor (Ml 3,23); Jeremías, el que luchó para que el pueblo fuese fiel a los planes de Dios, sin confiar en alianzas humanas; o algún profeta importante.

A diferencia del pueblo, Simón, portavoz de los discípulos, reconoce a Jesús como Mesías, Hijo de Dios vivo. A diferencia de Marcos, Jesús felicita a Pedro con una bienaventuranza que le proclama dichoso no tanto por lo que ha dicho sino porque lo que ha dicho tiene origen en Dios: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, Porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, ¡sino mi Padre del cielo! (v. 17). La afirmación de quién es Jesús, no es fruto de la naturaleza humana, “carne y sangre”, sino de la revelación del Padre que está en los cielos.

Jesús muestra así la validez de la declaración de Simón, a quien anuncia a continuación, el papel que tendrá que asumir dentro de “su Iglesia”. Tras la felicitación Jesús le hace tres promesas. Las dos primeras se mueven dentro del ámbito de la edificación: jugando con el nombre se le dice que sobre esta Kefa “piedra” Jesús edificará su iglesia (v. 18). Es decir, la iglesia se funda sobre la fe de aquellos que, como Pedro, creen en Jesús y le confiesan como Hijo de Dios.

Sobre la expresión: y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (v. 18) nos lleva a pensar que la muerte, la infidelidad y todos aquellos elementos adversos no prevalecerán sobre la fe. La última promesa centrada en las “llaves” queda explicitada por el binomio atar-desatar, que aparece en la literatura rabínica con el sentido de prohibir-permitir alguna cuestión en el ejercicio de interpretación de la ley.  Jesús termina estas palabras mandando callar, puesto que ser Mesías no es tanto un título que hay que divulgar cuanto una misión que hay que realizar.

La frase “desde entonces comenzó” marca el comienzo de un nuevo período, en el que Jesús se dedica a instruir a sus discípulos sobre el sentido que tiene su mesianismo, que acaban de reconocer, y sobre el que les ha impuesto secreto: es un mesianismo que se realiza muriendo y resucitando, de acuerdo con el plan de Dios, que él acepta.

Ante esta declaración, Pedro reacciona, y lo hace de una manera distinta al relato anterior, ya que intenta disuadir a Jesús de tal idea. La reacción de Jesús a simple vista resulta dura cuando se dirige al él: ¡quítate de mí vista, Satanás! Pedro debe seguir reconociendo su condición de discípulo y entender que los pensamientos de Dios y su modo de proceder no son como los de los hombres, el Señor actúa con criterios nuevos y diferentes. ¿Me abro a ir más allá de la lógica humana para descubrir la revelación de Dios en mí?

Hna. Carmen Román Martínez O.P.

Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo