Se acercó al segundo y le dijo lo mismo.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?».
Es palabra del Señor
REFLEXION
El Evangelio nos presenta hoy este mandato del “dueño de la viña”. La respuesta de cada uno de los dos hijos es, o puede ser la nuestra: decir que voy, pero luego no ir, o bien, decir que no y después hacer lo que se me pide. Dios es el dueño de la viña en que vivimos: el mundo, nuestra ciudad, nuestra parroquia, nuestra familia… A ella nos envía en su nombre y lo hace porque confía en nosotros. Es más, nos manda en su nombre.
La opción que tomemos marcará nuestra propia vida y la de quienes viven con nosotros, definirá nuestra fe y la hará meramente teórica y baldía o se convertirá en Amor, es decir, en el fruto que espera el Señor de mí para mí y los míos.
El relato de la viña y la terrible “moraleja” que Jesús dirige a los fariseos hipócritas no escapa a nosotros: que los publicanos y prostitutas les precederán en el Reino de los Cielos no tiene solo una finalidad crítica hacia ellos, sino también para los que, de entre nosotros, no seamos diligentes en el cuidado de nuestra parcela del Reino. Estas palabras del Señor fueron el título de una obra dramática del recordado sacerdote y escritor José Luis Martín Descalzo y en ella se nos mostraba las grandes hipocresías de los que, diciéndose “maestros” cristianos, no solo no iban a cuidar de la viña sino que impedían a los demás, especialmente a los más humildes y denostados, que fueran.

Formo parte del laicado dominicano desde 2006 motivado por el estudio y devoción al Santo Rosario y el ejemplo de dos frailes. Soy doctor en Historia y en Artes y Humanidades (Teología) y tengo estudios teológicos como profesor de Religión que continúo. Mi actividad como predicador se centra en el estudio de la Historia de la Orden, la catequesis parroquial y la dirección de un programa semanal sobre el Evangelio en YouTube.



