Hay muchos que dicen:
“¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”
Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro
El autor del salmo 4, que hoy proclamamos entre las lecturas, expresa bien el anhelo, explícito o implícito de cada persona, de cada cultura, de cada época, de cada pueblo. ¿Cómo encontrar el sentido de toda vida, de cada acontecimiento? ¿Dónde hallar la fuente de agua viva que apague toda sed? Si Dios existe, y es plenitud y felicidad ¿cómo conocerle? ¿Cómo nos ve y nos siente? ¿Cómo participar de su ser y de su dicha desde ahora y para siempre? ¿Qué importancia tiene esto para trabajar por un mundo más humano y digno?
La respuesta está en Cristo, rostro luminoso de Dios, que ha brillado sobre nosotros en su resurrección