20/9/21

EVANGELIO MARTES 21-09-2021 MATEO 9, 9-13 XXV SEMANA TIEMPO ORDINARIO



En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».

Él se levantó y lo siguió.

Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».

Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

                                              Es palabra del Señor


 REFLEXION

Un triple mensaje nos da Jesús en este hermoso pasaje. Por un lado la respuesta a su llamada: cuando le dice a Mateo que le siga éste no lo duda ni un momento, se levanta de su puesto de trabajo y va tras el Maestro, sin más preguntas. Siente la vocación y deja todo para encarar su misión. Pensemos que San Mateo era un funcionario público, un recaudador de impuestos, alguien con mucho peso en la sociedad judía. Y sin embargo abandona todo y sigue la llamada de su vocación.

En segundo lugar, y ante el escándalo que provoca su comportamiento entre los fariseos, Jesús nos da una de las claves de su venida a la tierra: curar a los enfermos, atender a quien realmente lo necesita, salvar a los pecadores. Cuántas veces nos escandalizamos ante comportamientos que creemos inadecuados por parte de alguien a quien admiramos, baste recordar los encuentros de Santa Teresa de Calcuta con muchos personajes famosos, pero ¿cuánto bien hicieron esas fotos para dar a conocer su labor y para la conversión de muchos que se acercaron a ella? No juzguemos a la ligera y busquemos el sentido profundo de las cosas.

Y en tercer lugar la frase que toca directamente a nuestras conciencias: "Misericordia quiero y no sacrificios" ¿De qué me valen horas y horas de ayunos y penitencias si no me hablo con mi hermano por una antigua rencilla? ¿Para qué sirven mis oraciones si no soy capaz de amar al que me hace mal? ¿Dónde van a parar mis actos "de piedad" si no tiendo la mano al que sufre cerca de mí? En la misericordia se encuentra la clave del mensaje de Cristo. No digamos que tenemos vocación, que somos buenos cristianos, que cumplimos con los preceptos si no tenemos misericordia, si no practicamos el amor sin límites hacia el prójimo. Como dice San Pablo "Si no tengo amor no soy nada".

Os animo a que leáis con detenimiento este pasaje del Evangelio, puestos en oración, y lo apliquéis a vuestra vida cotidiana.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro