9/7/22

DOMINGO 10 DE JULIO : DECIMOQUINTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO





 El evangelio de este domingo nos pone delante del mensaje central de Jesús, el amor a Dios y a los demás, con el acento propio de San Lucas, la parábola del buen samaritano.

En esta parábola encontramos dos preguntas fundamentales: ¿Qué tengo que hacer para tener la herencia de la vida eterna y quiénes son esos otros a los que he de amar?
Nosotros lo podemos expresar de diferentes maneras: ¿Qué debo hacer para vivir y vivir para siempre, para ser feliz? ¿Qué debo hacer para no perder la vida, para no desperdiciarla? ¿Qué debo hacer para vivir según el querer de Dios?

No podemos entender la vida ignorando la profunda unidad existente entre el amor a Dios y el amor a los demás. Hacemos un mal servicio al Evangelio y a las personas si callamos el amor que hay que tener a Dios, pensando que vivimos en una época en la que Dios ha perdido relevancia. Precisamente por eso hay que insistir en el amor a Dios. Pero todavía hacemos un servicio peor cuando ignoramos la profunda unidad del amor a Dios y el amor a los demás. Precisamente porque vivimos en un mundo donde se hace difícil la relación
con Dios y, no nos engañemos, también con los demás, es necesario profundizar y vivir el sentido evangélico de esta unidad.

Es precisamente en el amor a los demás cuando vivimos de manera misteriosa el amor de Dios, y amar a Dios de verdad lleva a querer a los demás.

¿Y quiénes son esos otros a los que he de amar? ¿Estoy convencido/a de que el amor a Dios y a los demás es tan importante para vivir, y que pide organizarse la vida según esta convicción?

Reflexiona estas preguntas a partir de tu experiencia en la vida y capta así la originalidad del mensaje de Jesús.


FUENTE : SALESIANOS