14/7/22

EVANGELIO VIERNES 15-07-2022 SAN MATEO 12, 1-8 XV SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
Los fariseos, al verlo, le dijeron:
«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».
Les replicó:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes.
¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.
Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

                                           Es palabra de Dios

REFLEXION

El Evangelio de la Misa de hoy nos relata uno de los muchos enfrentamientos de los fariseos con Jesús. Éstos se escandalizan de que Jesús quebrante las normas y deje que sus discípulos también lo hagan.

Aquí se nos plantean dos actitudes muy diferentes, una la de los fariseos, que viven esclavos de la ley y la otra la de Jesús y sus discípulos, que viven en la libertad de los hijos de Dios. Los fariseos que están anclados en la apariencia, en lo que se ve, en el cumplimiento, con un corazón vacío, aún no han descubierto que por encima de todas las normas está la ley principal, que es la que vino a traer Cristo, esto es, la ley del amor y de la misericordia.

En realidad, Cristo no vino a abolir la ley, sino que quiere mostrarles que la ley del amor es mucho más importante que cualquier otro precepto. Él quiere poner las normas en el sitio que les corresponde, porque las normas nos enseñan el camino pero lo importante es la meta que es Dios mismo, el poder experimentar su amor y misericordia.

Estemos atentos, porque también nosotros corremos el riesgo de vivir como los fariseos, en la apariencia, cumpliendo los preceptos y las leyes, y sin darnos cuenta dejando a Dios en un segundo plano y creernos que con nuestro esfuerzo podemos alcanzar la santidad. Así les pasaba a los fariseos que identificaban la santidad con el cumplimiento escrupuloso de las normas.

Jesús hoy nos invita a vivir en la libertad de los hijos de Dios, a poner por encima de todo el amor y la misericordia.

“Misericordia quiero y no sacrificios” Repítelo muchas veces para que se grabe en tu corazón, porque Dios, que es rico en misericordia, nos quiere misericordiosos.

None MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)