5/10/22

EVANGELIO JUEVES 06-10-2022 SAN LUCAS 11, 5-13 XXVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:
“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».

                        Es palabra de Dios

REFLEXION

La recomendación de Jesús es clara: quiere que en nuestra oración no falte la dimensión de petición. Una oración que ha de fundamentarse en primer lugar en la confianza en Dios-Padre, que no puede negar lo que su hijo pide.

Pero se funda en otro aspecto esencial: que lo que pidamos sea bueno, que no pidamos piedras, o serpientes o escorpiones. Y esto no es tan fácil. ¡Cuántas veces en la oración se pide, por ejemplo, lo que creo que a mi me beneficia, aunque sea perjudicial para el otro! Cuando los dos, el otro y yo, somos hijos de Dios. O pedimos algo que no está en la línea de auténtica respuesta a la condición cristiana o a nuestra perfección como ser humano… A veces no sabemos lo que pedimos, como los hijos del Zebedeo cuando piden a Jesús estar a su derecha e izquierda. San Pablo dice en la carta a los Romanos que necesitamos que el Espíritu Santo nos diga qué tenemos que pedir. Quizás por eso, de modo sorprendente, el texto evangélico lo que promete que Dios nos dará como a hijos es “el Espíritu santo a quien se lo ha pedido”.

Antes de pedir algo en la oración será conveniente que ante todo el Padre nos envíe el Espíritu Santo para saber qué hemos de pedir. Esto sitúa la oración de petición en un ámbito que no es el normal. No se trata solo de pedir al Padre, sino de entender que es una petición que brota del Espíritu Santo.

¿Nos sirve esta consideración, con claridad evangélica, para saber orar? No podemos cansarnos de pedir que Dios no enseñe a orar, como le pedían los discípulos a Jesús. ¿Es esa nuestra petición esencial?

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)