13/1/24

DOMINGO 14 DE ENERO : SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Segundo domingo del tiempo ordinario, una vez más, los textos bíblicos nos sorprenden. Tres palabras podrían titular cada uno de estos textos por su contenido:  llamada (1Sam 3, 3b-10.19); cuerpo (1 Cor 6, 13c-15.17-20); encuentro (Jn 1, 35-42). Tres palabras que hablan de lo que somos y cómo serlo. Cada uno, presencia: cuerpo. La importancia y necesidad del otro que reconoce: llamada. Fraternidad, comunidad, humanidad: encuentro.

“… ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!” (1 Cor 6, 20).  Esta es nuestra realidad. No andemos con dicotomías: ahora soy cuerpo, ahora soy espíritu, sería un juego irresponsable, justificación de las incoherencias.  Como afirma Louis-Marie Chauvet, “lo más espiritual no sucede sino por mediación de lo más corpóreo". ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que recibís de Dios y habita en vosotros?” (1Cor 6,19).

Y para tomar conciencia de la propia realidad se precisa de los demás. La llamada del hermano, del otro,  confirma y afirma quién soy, soy otro, necesidad de esa llamada para esa identificación. El texto de Samuel relata el hecho de la llamada del Señor y  de la respuesta de Samuel: “Habla, que tu siervo escucha” (1Sam 3, 10).  “Samuel crecía, y el Señor estaba con él” (1Sam 3, 19) ¿Tiene algo que ver el hecho de ser llamado y el hecho de crecer? Tiene que ver. Nos realizamos, crecemos, en la relación, la convivencia, el compartir con los demás. Cada uno es alguien, y cada alguien tiene su nombre. El que llama  reconoce la presencia del llamado, la singularidad. La diferencia es riqueza de la humanidad. Vivir en armonía la diferencia y así profundizar en lo más humano. Caminar juntos al encuentro del Hijo de Dios, la Nueva Humanidad. “Rabí, ¿dónde vives?” (Jn 1, 38)

Fr. José Luis Ruiz Aznarez OP
Real Convento de Predicadores (Valencia)