16/1/24

EVANGELIO MIERCOLES 17-01-2024 SAN MARCO 3, 1-6 SEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.

Entonces le dice al hombre que tenia la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».

Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».

Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».

La extendió y su mano quedó restablecida.

En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

“¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo?”

La ley no puede esclavizar al hombre hasta privarle de la salud. Jesús con sus enseñanzas y conducta, rompe esas leyes de los fariseos, que no le dejan llegar a los pobres y enfermos. Al hombre de la mano paralizada no le importó la malicia e hipocresía de los fariseos, creyó y confió en el poder del Señor y por eso extendió la mano.

A veces pedimos milagros para poder creer, suplicamos signos en nuestra vida, pero en este pasaje vemos claro, que el secreto para creer, no está en presenciar milagros, sino en tener un corazón limpio.

Los hijos de las tinieblas siempre están al acecho para hacer el mal. Personas así no pueden ser felices, porque están únicamente centradas en ellas. Tenemos que evitar este sentimiento por todos los medios. Asimismo, tampoco les interesa que las otras personas hagan el bien, para que no brillen ni destaquen más que ellas, corroyéndoles en todo su ser la envidia en consecuencia, haciéndoles que su corazón sea duro y egoísta.

Esta actitud es la que más le duele al Señor: que no nos amemos ni nos ayudemos a ser cada vez mejores. Somos como los fariseos, no aprendemos la lección, y sea como sea, no queremos que el Señor nos trasforme y amemos a los demás por encima de nuestros intereses y de nosotros mismo, porque esto conllevaría a descolocarnos de nuestra cómoda postura.

¿Qué pasa realmente en nuestro corazón? ¿Qué intenciones tenemos delante del Señor cuando vamos a orar? La fe debe ser la luz que envuelva toda nuestra vida y debemos confiar plenamente en el Corazón de Jesús que es un abismo de bondad, misericordia y perdón para con nosotros. Pidamos a la Virgen María y San José que nos ayuden a tener un corazón de niño, limpio, para poder creer y confiar plenamente en Jesús.

None Monasterio de Santo Domingo - Dominicas
San Sebastián