Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
El texto del Evangelio es la principal referencia bíblica, según la Iglesia Católica, del ministerio petrino, es decir, de la autoridad suprema del Papa sobre toda la Iglesia.
Jesús, ante la confesión de fe de Pedro, lo constituye como “piedra” de la nueva comunidad que ha fundado Jesús, es decir, le otorga su confianza para que, en su nombre, “ate y desate”, es decir, promueva la fe y la unidad y trate de buscar los modos y maneras de acabar con determinación prudente, caritativa pero pronta y decidida con todo lo que todavía supone un impedimento para la construcción del Reino.
Uno de los títulos que tiene el Papa es el “servus servorum Dei”, es decir, siervo de los siervos de Dios que, aunque se ha considerado durante siglos como timbre de honor y majestad de su figura, sin embargo, recuerda su verdadera vocación de servicio a toda la comunidad encomendada, con todo lo que ello significa.
El modelo del “Buen Pastor” que es Cristo ha de empeñarle no solo en guiar con prudencia y prontitud a los fieles encomendados, sino también conocerlos y, para ello, acercarse a ellos para que le conozcan, compartir sus inquietudes y problemas, buscar y rescatar a las “ovejas perdidas”...
Ser el Vicario de Cristo implica también dar testimonio a tiempo y destiempo de la Fe y el Evangelio no solo en la Iglesia sino también en el mundo, un mundo tan necesitado de amor y paz.
Las palabras del papa Juan Pablo II al comienzo de su ministerio siguen siendo proféticas “No tengáis miedo. Abrid de par en par las puertas a Cristo” que nos recuerdan la confesión valiente de Pedro inspirado por el Espíritu Santo.
La fiesta litúrgica de la Cátedra de San Pedro que celebramos hoy es una buena oportunidad para encomendar al Papa y a los obispos en nuestras oraciones para que sean fieles testigos de la misión que les ha encomendado Cristo Buen Pastor.