En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
La oración no es espectáculo ni palabrería vacía, tampoco es ir a informarle a Dios de cómo están las cosas; eso es paganismo. Vuestro padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis….
La oración cristiana es tomar conciencia de un encuentro en diálogo con el Padre, con nuestro Padre; porque es padre de todos, nos dirigimos a Él en plural: danos, perdónanos, no nos dejes, líbranos.
Le pedimos que su Nombre sea santificado es rogarle que nos haga imágenes de su manera de ser; “santos e inmaculados en su presencia, por el amor”
Venga a nosotros tu Reino que es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Que no reinen las guerras, las divisiones, las injusticas, los orgullos o egoísmos; que reine en la comunidad de Jesús y en toda la tierra la concordia, el bien, la fraternidad.
Hágase tu voluntad, en la iglesia y en la sociedad civil, en la escasez de vocaciones y en el camino sinodal, en nuestros éxitos y en nuestras decepciones, en nuestros sufrimientos y alegrías, que se haga tu voluntad en la tierra con la exactitud con que se hace en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, el pan que llena el estómago y el pan de la Eucaristía, el de la cultura y el progreso, la solidaridad y el trabajo digno. Que a nadie falte el pan, que necesitamos para vivir con dignidad humana y el pan de la palabra que alimenta la fe y la confianza en ti.
Perdona nuestras ofensas… es la única petición que el mismo Jesús comenta: si perdonáis, Dios os perdonará, si no perdonáis Dios no os perdonará. El perdón es necesario para poder vivir el amor.
No nos dejes caer en la tentación; que en la tentación la decisión del corazón no nos aparte de ti conduciéndonos al pecado y a la muerte y que sepamos vivir con fortaleza la prueba, necesaria para nuestro crecimiento interior.
Líbranos de todos los males, Señor, concédenos la paz, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Ora al Padre; te hará bien.